
LAS TUNAS.–Ante la aparición cada vez más frecuente de preocupaciones del pueblo respecto a la contaminación sonora y, en consecuencia, con estudios nacionales e internacionales que respaldan el reconocimiento del ruido como una fuente contaminante, cuyas afectaciones al medioambiente y a la salud humana se muestran en ascenso, fue constituido, a nivel de país primero y luego en todas las provincias, un Grupo de Trabajo para coordinar e integrar las acciones de los organismos reguladores en su prevención y enfrentamiento.
Esta iniciativa tuvo como antecedente la creación en 2012 de la Comisión Higiénico Sanitaria y de Calidad Ambiental, a la que se subordina el grupo, y que constituye otra de las estrategias del Estado cubano en su lucha constante por un desarrollo sostenible y la participación en ese empeño de todos los organismos de la Administración Central.
Sobre esa base organizativa, se ha impulsado un trabajo que, aun con limitaciones subjetivas y de recursos materiales, permitió emitir una alerta ordenada y volver las miradas hacia un fenómeno que, si bien no se circunscribe solo a la era moderna, ha alcanzado en ella dimensiones inimaginadas. Asimismo, ha sido posible llevar los estudios referentes al tema hacia el interior de las instituciones y sumar a este esfuerzo a especialistas.
UNA REALIDAD INNEGABLE
«Yo creo que en temas de ruido no podemos concentrarnos en decir solo que afecta el medioambiente, sino que tenemos que valorar también su repercusión para las personas, y eso va desde el plano de la salud, hasta el sicológico y el social. Independientemente de los gustos, están las afectaciones que genera el ruido sobre nuestro cuerpo», así explica a Granma Yordan Escobar Paredes, inspector ambiental territorial del Citma, que atiende el tema.
«Este es un problema que involucra a toda la sociedad. Es cierto que en muchas ocasiones criticamos a una persona porque trae un equipo de música portátil afectando a quienes le rodean, pero por otra parte, vas a una institución estatal que presta determinados servicios y tiene la música a decibeles insoportables, que llegan a afectar la calidad del propio servicio que presta.
«Se impone trabajar desde el punto de vista de la educación, de la comunicación, las organizaciones de masas, en las entidades, en el barrio, y de los propios medios de difusión masiva. Debemos ser cuidadosos con el tema de la ubicación de los lugares recreativos, donde hay música, donde hay gran afluencia de personas», enfatizó.
Lamentablemente, ese nivel de conciencia aún es bajo. Ello determina que en no pocas ocasiones las fuentes sonoras contaminantes se ubiquen en áreas donde afectan a un cúmulo importante de personas. Por otra parte, no siempre se aplica la ley de forma rigurosa,
aunque vale destacar que muchas de las contravenciones establecidas para estos fines no constituyen realmente un motivo de preocupación, pues los montos aplicados a los infractores son exiguos.
Al respecto, el doctor Luis Orlando Hechevarría Roque, responsable provincial del Programa de Salud Ocupacional y miembro del citado grupo de trabajo, afirma que «dentro de la amplia gama de fuentes sonoras contaminantes, el país tiene identificadas 19 muy puntuales por su incidencia. Dígase, por ejemplo, la industria, el transporte, la música... En todo ello influye de forma directa la indisciplina social y no siempre se aplican las medidas con la rigurosidad establecida. Por ejemplo, el Código de tránsito establece regulaciones para la utilización del claxon, pero pocos choferes la respetan, y no hay un actuar firme en torno al asunto.
«En relación con el funcionamiento de las comisiones de enfrentamiento al ruido, creo que no hemos sido constantes en la capacitación de las personas que están directamente vinculadas al trabajo de enfrentamiento. Todas las personas estamos constantemente expuestas a este fenómeno y la diferencia está en la intensidad y la percepción individual».
La preocupación mayor radica en que este fenómeno afecta no solo el entorno social, sino que su incidencia sobre nuestro bienestar es directa. La exposición a ondas sonoras con elevados decibeles puede generar afectaciones a nuestros sistemas nervioso y cardiovascular, pero es sin duda uno de nuestros sentidos, el de la audición, el que con más frecuencia da las señales inequívocas de lo que ya ha sido reconocido como una enfermedad: el daño auditivo inducido por ruido (DAIR).
SIN VUELTA ATRÁS
El ruido puede producir daños a nuestros oídos en dependencia de la intensidad, la frecuencia, el tiempo de exposición y los factores genéticos, que pueden determinar una menor o mayor susceptibilidad a determinados sonidos. Sin embargo, los especialistas reconocen que la intensidad es quizá el más peligroso de estos factores, pues a partir de 85 decibeles ya puede llegar a ser perjudicial para el oído humano.
El especialista en Otorrinolaringología, Gerardo Jorge Rondón Rodríguez, apuntó varios aspectos vitales para comprender qué tan lejos puede llegar el DAIR.
«Existen dos tipos de hipoacusia, la conductiva y la neurosensorial. La que produce el ruido es la segunda y siempre es irreversible. Esta hipoacusia, como todas las que existen, se basa en una pérdida de la capacidad auditiva, es decir, una incapacidad para captar los sonidos. Pero cuando usted estudia las hipoacusias neurosensoriales, la inducida por ruido se considera un capítulo aparte. Afecta esencialmente al oído interno y/o sus vías. Lamentablemente, aunque se le ponga tratamiento no es recuperable. Es una enfermedad, y una enfermedad de estos tiempos».
UN NECESARIO DESPERTAR
Disminuir la presencia del ruido en nuestro entorno es un imperativo, una necesidad. No solo por los daños al medioambiente o a la salud humana, sino porque eso habla de cultura, de civismo.
No siempre aquello que resulta agradable a nuestros oídos lo es para los demás, es el principio básico para que esta batalla tenga los frutos esperados. En este, como en otros aspectos de la vida cotidiana, la impunidad ha conllevado a que se desencadenen indisciplinas que pudieran tener un coto efectivo si el enfrentamiento se realizase de forma conjunta.
Un poco de silencio, un control responsable sobre las fuentes sonoras nos haría mucho bien a todos.
EN CONTEXTO:
LA LEY 81 DEL MEDIOAMBIENTE DE 1997 PLANTEA:
- Artículo 147: Queda prohibido emitir, verter o descargar sustancias o disponer desechos, producir sonidos, ruidos, olores, vibraciones y otros factores físicos que afecten o puedan afectar a la salud humana o dañar la calidad de vida de la población.
- Artículo 152: El Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, en lo que a cada cual compete y mediante el establecimiento de las coordinaciones pertinentes, dictarán o propondrán, según proceda, las medidas encaminadas a:
a) El establecimiento de las normas relativas a los niveles permisibles de sonido y ruido, a fin de regular sus efectos sobre el medioambiente.
b) La realización de estudios e investigaciones con el objetivo de localizar el origen o procedencia, naturaleza, grado, magnitud o frecuencia de las emisiones de ruido, vibraciones mecánicas y otros factores físicos, tales como energía térmica, energía lumínica, radiaciones ionizantes y contaminación por campo electro-magnético y determinar sus efectos sobre el medioambiente y las medidas a tomar en cuenta para su eliminación o atenuación.
c) Las prohibiciones, restricciones y requerimientos relativos a los procesos tecnológicos y la importación de tecnología, en lo que se refiere al ruido y otros factores físicos mencionados en el inciso anterior.
d) La definición de las fuentes artificiales de contaminación ambiental originada por ruidos fijos y móviles, señalando las responsabilidades correspondientes y las medidas a tomar para su eliminación o atenuación.
En dependencia de la intensidad del ruido, podemos exponernos a él durante un determinado tiempo diariamente, como muestra esta tabla |
|
Nivel permisible en decibeles |
Horas de exposición al día |
80 |
16 |
85 |
8 |
90 |
4 |
95 |
2 |
100 |
1 |
105 |
0,5 (30 min) |
110 |
0,25 (15 min) |
115 (máximo) |
0,125 (7.8 min) |
Fuente: Doctor Hernández Vecino. |
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