
Podemos encontrar en Cuba, hoy día, a jóvenes que no poseen vínculo profesional o académico, fundamentalmente cuando finalizan los estudios secundarios o la enseñanza media, y que pudiesen ser considerados ninis, un término que se ha extendido a nivel mundial para denominar a las personas que ni estudian ni trabajan y se encuentran entre los 15 y 24 años.
Aunque en nuestro país no es muy conocido el término –cuya pertinencia aún está en discusión–, los problemas de inserción educativa y laboral de los jóvenes constituyen una preocupación del proyecto revolucionario desde su mismo triunfo.
Según datos del Banco Mundial, en América Latina más de 20 millones de jóvenes viven en estas condiciones. El 60 % de los ninis proviene de hogares pobres o vulnerables y el 66 % son mujeres.
Reducir su número en la región constituye uno de los objetivos planteados en la Agenda para el Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas (onu) para el 2030.
En el panorama mundial, la situación de los ninis está asociada con la desigualdad y, además, los especialistas toman como referencia los conflictos económicos que se generan en cada uno de los hogares.
Otro de los factores asociados a este término en Latinoamérica es la delincuencia. Para algunos estudiosos del tema como Rafael de Hoyos y Halsey Rogers, economistas del Banco Mundial, «los jóvenes ninis pueden incurrir en la delincuencia tarde o temprano, principalmente, y es el caso de países como México, Colombia y Puerto Rico, se pueden unir a grupos del crimen organizado, entrar en el mundo de las drogas y tronchar su vida para siempre».
Según los investigadores, el perfil de un nini está generalmente vinculado a una mujer que no ha terminado sus estudios secundarios y reside en un hogar pobre o vulnerable.
En Cuba este perfil varía y no suele responder a las circunstancias que atraviesa la región.
Para Rodrigo Espina Prieto, vicedirector del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, «las causas por las que los ninis no se insertan en la sociedad pueden ser muchas; aunque las estadísticas logren unificarlas. Existe una pérdida del valor “trabajo” y del valor “estudio”, y una capacidad de “resolver” la supervivencia o la sobrevivencia por otros medios, que no son la relación de trabajo-salario. Es un problema que rebasa el tema económico para incidir directamente en el ideológico. En otras épocas no trabajar ni estudiar no era bien visto ante la sociedad». Ahora, en opinión del experto, no todos lo consideran algo tan negativo.
Alicia Conde Rodríguez, historiadora del Instituto de Historia de Cuba y estudiosa del comportamiento de la juventud cubana desde el siglo XIX, comentó que «visibilizar la actitud de jóvenes que no trabajan para la sociedad, en este caso para la sociedad cubana, es un tema de gran importancia, incluso la de jóvenes profesionales que se han preparado y no quieren trabajar para el país. Esta situación refleja un deterioro importante de los valores.
«En nuestras escuelas, en general, no solo se debe aplicar la lógica de la razón, sino que hay que instaurar la lógica del corazón, porque sin ese sentimiento hacia el país sencillamente no hay ningún tipo de compromiso. La vulnerabilidad para retroceder históricamente está siempre presente. Debemos tener en cuenta el pensamiento de nuestro líder Fidel Castro cuando decía que “si los jóvenes fallan, falla todo”», agregó la especialista.
En un sondeo realizado a 30 jóvenes que ni estudian ni trabajan en la capital, entre 16 y 24 años, los resultados arrojaron que la mayoría no tiene motivaciones de incorporarse al mundo laboral o académico. Sin embargo, en algunos casos sí presentan el interés, pero el contexto en el que viven no se los permite.
Las adolescentes entre 15 y 18 años que emprenden el camino de la maternidad poseen una causa más para no vincularse al mundo del estudio y el trabajo durante un periodo. No obstante, este tema tratado frecuentemente en nuestros medios de difusión masiva y centros educacionales, tiene que ver, además, con la responsabilidad y el hecho de asumir riesgos o decisiones que influyen en el futuro inmediato.
No todos los jóvenes quieren alcanzar una carrera universitaria, un obrero calificado o un técnico de nivel medio. La realidad es que si bien la elección tiene que ver con la formación vocacional y orientación profesional, también está sujeta a valoraciones que se encuentran fuera del ámbito de la comunidad y la escuela.
Sabemos que en nuestro país las ofertas de continuidad de estudios son variadas y la demanda de profesionales y técnicos en los diferentes sectores es un aspecto a tener en cuenta.
Tener una buena preparación siempre es importante. Pensar que es una pérdida de tiempo nos puede llevar, tarde o temprano, al fracaso personal o a la mediocridad.
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Elsuave dijo:
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24 de octubre de 2018
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Miguel Angel dijo:
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Aniel Molina Mora dijo:
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Emilio dijo:
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alejandro dijo:
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aristoteles Respondió:
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Pinero dijo:
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jose eduardo Respondió:
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ManuelF dijo:
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José Eduardo dijo:
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Dr. Daniel dijo:
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