ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Los vi correr hasta un cajón de juguetes puesto en la esquina del salón. Casi corrí con ellos; luego me senté a su lado, en el suelo, para verlos de cerquita.

Ella buscó un cintillo y un peine diminuto. «A mí me gusta el pelo largo, así como el tuyo. Te voy a peinar». Me puso el cintillo, tomó mi barbilla y me dijo: «quedaste linda». Pero lo lindo, lo verdaderamente lindo, todavía ella, con sus cuatro años, no lo puede entender.

Él sacó del fondo del cajón un muñequito pequeño, de camisa azul y pantalón rojo, y lo guardó en uno de sus bolsillos. «¿Sabes cómo se llama?». No. «Yo tampoco». Se encogió de hombros y volvió a inclinarse sobre la caja. Esta vez sacó dos mariposas. Puso una en mi cabeza y la otra la colgó de mi cadena. «Ahora te llamas la payasita mariposita». ¿Te gustan los payasos? «Sí». Entonces te gusto yo… Sonrió, con toda la inocencia y la timidez que caben en seis años, y salió corriendo otra vez por el salón.

Los dos, junto a otros 14 pequeños, conviven en el Hogar para Niños sin Amparo Familiar de Guanabacoa, aunque allí, a decir verdad, hay mucho de amparo… y de «familia».

COMO EN CASA

El Hogar de Guanabacoa es, en efecto, eso, un hogar. Más grande que la casa de cualquiera de los niños que viven allí, más grande incluso que varias casas de ellos juntas; pero no tiene cara de institución.

La diferencia puede estar en el orden, porque todos los juguetes (muchísimos) están en su justo lugar, las camas con sus sábanas bien estiradas, los armarios impecables… Lograr eso, con un niño, es difícil; imaginémonos con 16.

También hay fotos en cada pared, en cada mesita, ya sea celebrando un cumpleaños, en medio de un paseo, o con mami Margarita, porque así le dicen todos a la directora del Hogar.

Del vientre de Margarita González Barrios nacieron dos hijos, que hoy son hombres; de la vida, sin embargo, aún no acaban de nacerle todos. Desde que se inauguró el Hogar de Guanabacoa, en mayo del 2015, ha sido, en términos jurídicos, la tutora legal de cuanto niño ha pasado por allí; en términos de afectos, una madre, capaz de consentir las travesuras y de ser fuerte cuando alguno se ha portado mal.

Las edades de los niños del Hogar van desde un año y medio hasta seis años y medio, y las historias, todas, son tristísimas. Contándolas, a cada rato a Margarita se le humedece el rostro; también a quienes la escuchan.

La mayoría de las madres de esos pequeños cumplen sanciones de privación de libertad por haberlos maltratado de algún modo. En otros casos, están enfermas y no existe un familiar que cuide de los menores.

Cuando un niño llega al Hogar, la institución tiene, según cuenta Margarita, «72 horas para hacerle el chequeo médico y verlo con los diferentes especialistas: sicólogos, siquiatras… Hacemos, además, investigaciones en la comunidad, dialogamos con las organizaciones de masas, visitamos el consultorio del médico de la familia, se chequea su tarjeta de vacunación…

«Después comienza el proceso de familiarización con los trabajadores del Hogar y luego con los de la institución educativa a la cual asistirá, porque todos van al círculo infantil o a una escuela.

«El desempeño del personal que labora aquí es fundamental en la formación de los menores, y hay que tener mucho dentro para hacerlo bien, porque actuamos como si fuéramos las madres, vamos a las reuniones de padres, al acto de fin de curso, las excursiones, las consultas…».

También tienen muy buenas relaciones con el Centro de Orientación y Diagnóstico del territorio, y todos los meses hacen un corte sobre cómo va el aprendizaje de los niños. Por ello Margarita destaca lo importante de contar con ocho auxiliares pedagógicas, seis educadoras, una sicopedagoga, una trabajadora social y una subdirectora docente. Aunque en total suman 81 las personas que laboran allí.

Cuando los niños llegan en las tardes, se comportan como en casa: se asean, meriendan, juegan, hacen las tareas… Después vienen los procesos de baño y comida, donde siempre se insiste, al decir de Margarita, en la formación de hábitos alimenticios y de cortesía.

Pero lo más importante de estas instituciones es, a su juicio, «el trabajo social, conocer bien la causa del internamiento, qué situación actual tienen los padres, si existe alguna familia que pueda recibir a los niños en su casa. Se trata de educarlos como a nuestros hijos, para que sean, sobre todo, buenos seres humanos».

LLENAR LAS AUSENCIAS

En La Habana existen nueve instituciones de este tipo. De la primera infancia, o sea, que conviven pequeños con edades entre cero y seis años, hay cuatro, ubicados en los municipios de Guanabacoa, 10 de Octubre y Arroyo Naranjo, y en este último se encuentra el único del país con una sala de lactantes. Los demás acogen niños entre siete y 18 años.

De acuerdo con María Luisa Figueroa Wilson, metodóloga provincial de Educación que atiende dicha esfera, quienes residen en estos centros son, por lo general, hijos de madres y padres siquiátricos, o que cumplen sanciones privativas de libertad. Y también existen, aunque en menor medida, casos de abandono.

Explica que son las direcciones municipales de Educación las encargadas del abastecimiento a los hogares, donde se prioriza una dieta balanceada. Mensualmente, los niños reciben un estipendio en CUP y al año, a cada uno le son asignados 150 CUC para adquirir ropa, zapatos, productos de aseo…

Antes de la compra anual, añade Margarita González, hacemos –al menos en el Hogar de Guanabacoa– un levantamiento de las necesidades de los niños e intentamos cubrir con esos recursos las más significativas.

En las visitas, programadas una vez al mes, se evalúa, según María Luisa Figueroa, la asignación y uso del estipendio, la higiene y organización, la alimentación, el aprovechamiento de los recursos... También llegan hasta las escuelas para conocer sobre el aprendizaje de los menores.

Se ha logrado, en su opinión, un seguimiento más profundo a estas instituciones, aunque todavía es preciso intensificar la labor en el ámbito social, sobre todo en lo referido a las investigaciones que sustentan procesos donde se solicita la privación de la patria potestad a los padres.

También hay que potenciar, insiste, el trabajo en pos de garantizar una familia sustituta para los menores que permanecen por periodos largos en las instituciones, pues un ambiente familiar favorece su formación.

¿Y qué es una familia sustituta? Aclara que son aquellas personas que brindan una ayuda solidaria y cuidan a los niños los fines de semana, en las vacaciones… Se trata de un proceso voluntario, que se complementa con disímiles investigaciones.

Siempre hay que pedirles permiso a los padres que no han perdido la patria potestad, advierte Margarita González.

«Ahora mismo tengo a dos niños con familias sustitutas. En uno de los casos, la experiencia supera ya los dos años. Por el comportamiento de la madre biológica, iniciamos, desde enero del 2017, un proceso para que se le prive de la patria potestad, pero aún no ha concluido. Si el fallo es a favor de la niña, entonces la podremos dar en adopción a esa familia sustituta.

Sobre este tema en particular, María Luisa Figueroa subraya que las solicitudes se atienden desde la Dirección Provincial de Educación, y solo pueden ser adoptados los niños huérfanos, o aquellos que sufrieron algún tipo de abandono o sus padres perdieron la patria potestad.

De cualquier forma, reitera, la prioridad es retornar al niño a su medio familiar, siempre que sea posible. «Y es nuestra responsabilidad, y del Hogar, darle seguimiento durante dos años después de su egreso de la institución, en especial a aquellos cuyos padres fueron sancionados por el delito de Otros Actos Contrarios al Normal Desarrollo del Menor».

***

A ella la abandonaron cuando tenía un mes de nacida. Su mamá, al menos la mujer que la parió, la dejó en la casa de una bisabuela alcohólica. La abuela también es alcohólica y está privada de libertad. Sus tíos mayores cumplen condenas y otros dos, aún menores de edad, están en un Hogar para Niños sin Amparo Familiar.

Ella cumplió cuatro años y no conoce a la madre que la llevó nueve meses en el vientre. Conoce otras: a mami Margarita y a la «mamá» que hace más de dos años la cuida los fines de semana y en las vacaciones. A esas las conoce bien. A la otra, que todavía posee la patria potestad, no podría identificarla.

Él sí tiene el cariño de su madre. Aunque ella cumple una sanción por maltratar a otro de sus hijos. Pero a él dice que lo quiere, y no permitió que una familia sustituta lo acogiera mientras dura su pena, porque podría perder su afecto.
Él cuida una mascota. Un patico amarillo de peluche. Lo abraza siempre y lo guarda en su closet. Ese patico se llama como su mamá, y él sabe que, si se porta bien, la va a ver pronto.

CUIDARLOS… COMO SE CUIDA A LOS HIJOS

A Elizabeth Delgado Romero no se le escapa ni un solo detalle de las patologías de los niños. Desde la inauguración del Hogar, es la jefa de enfermeras, y junto a otras cuatro profesionales, garantizan la atención las 24 horas.

Comenta que cinco pequeños toman sicofármacos; si bien han ido disminuyendo las dosis por su evolución favorable. El caso más complejo es el de un niño de cinco años, quien padece una distrofia muscular de Duchenne, enfermedad que no tiene cura y cuyas afectaciones son progresivas.

Para su seguimiento y el de los demás, el Hogar dispone de los recursos necesarios, insiste Elizabeth, sin obviar los estrechos vínculos con todas las instituciones de salud del territorio.

Y de cada una de las dolencias y de los comportamientos de los niños también nos cuenta Crusleivy Valdés Hernández, la sicopedagoga del Hogar, que a ratos puede ser enfermera, seño, o simplemente la «mamá» de alguno.

Su responsabilidad, metodológicamente hablando, consiste en orientar, asesorar y dirigir a los docentes de la institución sobre cómo actuar con los pequeños, y a su vez, realizar terapias con ellos, ya sea sicoterapias o actividades conjuntas.
Quienes trabajan con los niños deben saber qué objetivos tienen que alcanzar, en qué condiciones se labora, cómo actuar cuando se portan mal o bien, cuál es el regaño adecuado o el premio.

En las actividades conjuntas, dice Crusleivy, les leo cuentos que siempre conlleven una enseñanza, y les hablo sobre la mentira, el respeto, cómo compartir con los demás, porque todos, lamentablemente, provienen de familias disfuncionales.

Reconoce entonces que «es muy difícil enfrentarse a los conflictos que han vivido estos pequeños. Resulta un trabajo muy bonito, pero muy dedicado. Hay que ser muy humano, y tener la sensibilidad a flor de piel».

Pero al equipo enfermera-sicopedagoga se suma siempre otra integrante, cuyo rol es vital, teniendo en cuenta el vínculo de estas instituciones con la comunidad. Se trata de Madelín Machado Domínguez, la trabajadora social, esencia misma de la labor del Hogar.

El trabajo de este grupo llega hasta las casas de los menores, y exige pulsar sus realidades, conocer el entorno en el cual se desenvuelven los padres y diagnosticar las vulnerabilidades.

Pero en ese empeño les asalta una preocupación: aún es muy bajo el apoyo de la comunidad y hay que seguir calando ese entramado social hasta involucrar a todos.

DESDE LA FISCALÍA, EL ACOMPAÑAMIENTO

Margarita González dice resuelta: entre las visitas frecuentes no pueden faltar los miembros de los departamentos de la Fiscalía a nivel municipal y provincial. Vienen todos los meses y siempre nos dejan alguna indicación relacionada, sobre todo, con profundizar en las investigaciones que sustentan los expedientes sociales de los niños.

Y es que, como informa Diana Rosa Simón Gutiérrez, fiscal de la Dirección de Protección a la Familia y Asuntos Jurisdiccionales, de la Fiscalía General de la República (FGR), «las visitas a los Hogares para Niños sin Amparo Familiar forman parte de los objetivos de trabajo de este órgano, visto como parte de la protección integral a los menores de edad».

Incluso, el artículo 25 de su Ley explicita, entre las funciones de los fiscales, «visitar los hogares e instituciones dedicadas a la tutela de menores para conocer la situación legal de estos y proteger sus derechos, bienes e intereses, disponiendo las medidas que procedan, así como examinar todo tipo de documentación relativa a los niños y efectuar entrevistas a estos, a los maestros, sicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, juristas y otros funcionarios que estén encargados de su educación».

Estos chequeos, subraya, se realizan trimestralmente o cada mes, en correspondencia con las problemáticas que se adviertan, y para ello existe una comunicación directa con el Ministerio de Educación y sus direcciones provinciales, así como con los hogares. Solo durante el primer semestre del 2017, ya se habían realizado 101 visitas a estos centros en todo el país.

«Siempre se examinan la documentación y los expedientes sociales. También se trata de apoyar a los directores en los trámites legales que deban realizar, orientarlos, y analizar las posibilidades de niños que puedan ser adoptados, o sus padres privados de la patria potestad porque los han abandonado o han cometido delitos contra ellos.

«También nos hacemos acompañar de especialistas de Salud Pública para evaluar la situación higiénica, las condiciones constructivas, la atención médica y estomatológica. A veces, en un solo niño convergen disímiles situaciones: provenir de una familia muy disfuncional; ser víctima, incluso de abuso sexual; no ser reconocido por un padre y unido a ello, presentar enfermedades mentales y/o físicas».

De modo general, reconoce Joaquina Naranjo Gómez, fiscal jefa de la misma dirección de la FGR, las evaluaciones muestran resultados satisfactorios, aunque fue detectado un hecho de malversación sobre los bienes destinados para la alimentación, la educación y las mejoras de las condiciones de vida de los niños.

Por este delito, acota, se han procesado a tres trabajadoras, a quienes se les solicitaron sanciones privativas de libertad entre ocho y 20 años; y como medida accesoria, la privación de derechos y prohibición del ejercicio de una profesión, cargo u oficios.

De igual modo, fueron llevadas a los tribunales dos trabajadoras por el delito de Privación de Libertad, las cuales fueron sancionadas a cuatro y cinco años, unido a las disposiciones accesorias. En este caso, las implicadas decidieron, como castigo, encerrar a un niño de cuatro años en un horno en desuso. Un vecino lo advirtió e hizo la denuncia.
Pese a estos actos, reitera Joaquina Naranjo, el trabajo de los Hogares es un reflejo genuino del lugar que ocupa para el Gobierno cubano el cuidado y protección de sus menores de edad.

E incluso la atención no termina ahí. A quienes no tienen dónde vivir en el momento de su egreso de la institución –cuando arriban a la mayoría de edad– los gobiernos locales les garantizan, en la medida de sus posibilidades, un hogar.

***
A él, casi siempre lo vi corriendo por el Hogar, a veces lento, en círculos, con los brazos extendidos. Andaba, probablemente, piloteando su propio avión. Ella estaba más tranquila, lo mismo haciendo un dibujo que jugando a la enfermera.

Ya era casi la hora del almuerzo y yo había terminado todas las entrevistas. Él vino a despedirme. «Tírame una foto con tu celular, pero así, juntos». Me abrazó y sacó la lengua.

«Ahora píntame un tatuaje, que sea una casita y una mariposa». Estiró sus dos puños y en cuanto le dibujé las muñecas, volvió a salir corriendo.

A veces, por más simple que parezca, solo bastan una casa y una mariposa…

ALGUNOS ASPECTOS DEL REGLAMENTO INTERNO PARA EL FUNCIONAMIENTO DE LOS HOGARES

- A estas instituciones asistirán los menores huérfanos de ambos representantes legales.

- Menores abandonados, o cuyos padres hayan sido privados de la patria potestad, o hayan salido definitivamente del territorio nacional, dejándolos en instituciones hospitalarias o en cualquier otro lugar en estado de desamparo.

- Menores cuyos padres tengan enfermedades crónicas (trastornos siquiátricos) y el menor quede sin amparo familiar.

- Es responsabilidad de los directores de cada Hogar que los menores asistan diariamente a las instituciones educacionales, según el subsistema educacional que les corresponda.

- Los trabajadores deben mantener un buen porte y aspecto durante todo el tiempo que permanezcan en la institución y mostrar en todo momento un trato adecuado con los niños, adolescentes y jóvenes.

- Los niños deben conocer la cifra que asigna el Estado en CUC (150), así como el uso que se le da de forma individual.
- Deben facilitarse las condiciones para las visitas de los padres internos a la institución y los miembros del Consejo de Dirección deben participar en el proceso de selección de las familias sustitutas.

CON LA LEY

El trabajo de los Hogares debe estar en correspondencia con los principios de la Constitución de la República de Cuba, la Convención sobre los Derechos del Niño, el Código de Familia, el Reglamento Interno del Hogar y las Resoluciones No.  48 y 76, de 1984.

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Laura Lago Bazan dijo:

21

26 de agosto de 2021

17:02:26


Quiero adoptar una niña de 6 meses o 1 año