CAMAGÜEY.–Justo nueve años después de que el huracán Ike impactara con su fuerza destructora sobre esta provincia, el 8 de septiembre pasado otro meteoro ponía a prueba, una vez más, la capacidad de un pueblo y sus instituciones para sobreponerse a las adversidades y salir airosos de un trance sumamente complicado.
Si bien los embates de Irma (nombre que no será olvidado por mucho tiempo) se sintieron en toda la provincia, incluso en la sureña Playa Florida, fueron los municipios de Esmeralda, Sierra de Cubitas, Minas y Nuevitas, ubicados en la franja norte, los que sufrieron los mayores daños.
A golpe de vientos endemoniados e intensas lluvias, el evento meteorológico trastocó la vida apacible de más de 50 comunidades costeras y agrícolas, en una nefasta emulación por ver en cuál de ellas arremetía con mayor saña para destruir el fondo habitacional, la infraestructura socioeconómica y las plantaciones.
Sin embargo, si rápida fue la acción devastadora de Irma, mucho más ágil y eficaz resultó la respuesta de las autoridades provinciales y municipales a la hora de movilizar los recursos, materiales y humanos, necesarios para enfrentar la ardua y compleja tarea de la recuperación.
Llegados desde todos los rincones del territorio, y también desde otras provincias hermanas, miles de trabajadores y combatientes, organizados en las brigadas mixtas orientadas por el Presidente del Consejo de Defensa Nacional, General de Ejército Raúl Castro, se sumaron de inmediato a las labores de higienización, desobstrucción de viales y restablecimiento de la electricidad, las comunicaciones y el abasto de agua a la población.
De manera simultánea se desató en toda la provincia un fuerte movimiento constructivo, que involucró a cientos de colectivos obreros y campesinos, bajo la premisa de que cada vivienda o entidad estatal edificada o recuperada debía quedar con mayor prestancia que antes del paso del huracán.
Así ha sucedido, lo mismo en el batey Jaronú, Monumento Nacional, que en comunidades más apartadas como Puerto Piloto, La Gloria, Lugareño, Palma City, Lombillo, Moscú y Jiquí… por solo mencionar algunos de los asentamientos donde ha estado presente el apoyo solidario ante el dolor de los más necesitados.
No han transcurrido cuatro meses aún y ya el panorama es otro. Atrás va quedando la imagen de destrucción y desasosiego, para dar paso a la esperanza y al firme convencimiento de que solo con el aporte de todos se puede enfrentar tamaño reto, sin abandonar los principales programas de desarrollo del territorio.

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La Saeta dijo:
1
2 de enero de 2018
09:33:08
ERNESTO RENE SALCEDO ROCHA dijo:
2
2 de enero de 2018
14:49:36
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