
Ni por asomo, ni siquiera por un segundo, renunciaríamos a nuestra pícara manera de ser, ni al ingenioso carisma que ha vestido al imaginario popular cubano de las más variopintas costumbres, modos de expresión y un filoso, pero aleccionador humor.
Sin embargo, una cosa es ese rico e infinito gracejo y otras, bien distintas, la indisciplina y la irresponsabilidad. Ambas forman una ecuación cuyo resultado es la anarquía. Este no es un país de locos, lo cual no quiere decir que no los haya o que algunos se hagan pasar por ello.
Lo que sí deberíamos rechazar es esa imagen de que locuras o cosas impensadas son propias de los cubanos. Es cierto, son muchas las dificultades que tenemos, no pocas creadas por agentes externos a nuestra sociedad que se han empeñado por siglos en rendirnos sin éxito, y también las nuestras que tampoco son diminutas, pero los cuerdos –por demás en función del pueblo–, son muchos más. Ningún aprieto, máxime cuando está en juego la propia vida, debe conducirnos a una supuesta válvula de escape que intente resignarnos ante los hechos.
No es un chiste, más bien es comida para la burla, que en medio de la situación creada por el impacto del gigantesco y devastador huracán Irma, en plena calle habanera, sumergidos hasta la cintura, cuatro hombres jueguen al dominó; tampoco que los jóvenes naden en esas letales aguas, incluso que adultos expongan a niños a una experiencia que no tiene nada que ver con la descarga de adrenalina que generan otras emociones.
Cosas como esa solo pueden calificarse de indisciplina. Claro que cuando suben a escena es porque faltan orden, control y exigencia para hacer cumplir lo estipulado, que en el caso de huracanes como el que nos azotó, es lo que orientan los Consejos de Defensa Municipales y la Defensa Civil. La Revolución, con los ejemplos personales de Fidel y Raúl, ha desarrollado un caudal de procederes en función de garantizar, primero la vida de cada cubano y cubana y preservar los recursos para ellos. Dispone de planes y reservas concebidas para estas situaciones, cuenta con el recurso humano preparado en la ciencia de la meteorología y con la anticipación de una Defensa Civil de lujo, toma medidas para paliar las condiciones de la población como ha ocurrido y ocurrirá en esta fase pos Irma, que solo es capaz de adoptar una sociedad esencialmente humanista, por muy pobre que sea económicamente.
Hay que continuar insistiendo en la disciplina, el orden y la exigencia. Debieron ser más estrictas antes y durante del meteoro y han de ser banderas en la recuperación. Son las únicas premisas que nos salvan en una situación como esta y por supuesto, los jefes a cada nivel son los responsables de garantizar ese ambiente, que no está reñido con la alegría, la picaresca, y el buen sentido del humor del cubano.
Esa tríada (disciplina, orden y exigencia) ha permitido que ya hoy el sistema electroenergético nacional, cuyo balance de carga-generación cayó en cero, porque el «cicloncito» no dejó prácticamente a ninguna provincia fuera de sus embates, ya muestre vitalidad desde Guantánamo hasta Camagüey; que Occidente comience a recuperarse, incluyendo la amplia red de la capital, con la entrada ya en la tarde de ayer del tributo de la Central Termoeléctrica (CTE) de Mariel y sus 250 megawat (MW), y que la región central esté apunto con el inminente aporte de la CTE de Cienfuegos, en proceso de arranque para brindar al sistema nacional 158 MW.
Ha propiciado también, porque desde hace mucho tiempo nos preparamos para eso, que cada provincia tenga su propia robustez eléctrica. Cuando dijimos que Fidel estaría siempre con nosotros no era una consigna, su visión, su don de auscultar el futuro, le hizo parir la Revolución Energética, dotando a los territorios de su propia potencia, lo que ha sido decisivo en el actual proceso de restablecimiento. Si hoy contamos con los embalses del país a casi más del 70 % de capacidad, es porque también lo previó con el programa de la Voluntad Hidráulica.
Aquí, en esta tierra, ni ante huracanes, epidemias inducidas, agresiones o frente a cualquier circunstancia, no se manda a nadie a rezar. Cuando la trilogía de vocablos, que no es mágica, se establece, la orden es de combatir para salir adelante.
Lo que le ha pasado por arriba al arco de las Antillas Menores, a Cuba y a la Florida ha sido un verdadero monstruo cargado de una furia mortal. En las tres geografías ha costado lo más preciado, vidas humanas. Varias fuentes consignan que en total fueron 55 los fallecidos, 12 de ellos en Estados Unidos y diez en nuestro país; en las tres ha dejado cuantiosos daños a la infraestructura. Por ejemplo, en territorio de la primera economía del mundo, según el diario Chicago Tribune, más de 5,5 millones de viviendas han quedado sin luz en la Florida. Mientras, de acuerdo con lo publicado por Daily Mail, el Departamento de Salud de ese estado comunicó a los residentes que pueden encontrar sueltos caimanes y serpientes, desplazadas de sus hábitats tras la feroz tormenta.
En nuestro verde caimán caribeño que es la geografía cubana, lo que hay suelto es otro huracán, pero de espíritu y resistencia. Es de pueblo en recuperación y también con categoría 5 y en su epicentro, en todas las provincias como Irma, han estado los principales dirigentes de la Revolución, evaluando, controlando y orientando. Pero también comparten las ricas experiencias de la sabiduría popular y de la alegría que les da a los cubanos la seguridad de no sentirse desamparados.
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Juana Pochet Pochet dijo:
1
13 de septiembre de 2017
08:21:36
Dania dijo:
2
13 de septiembre de 2017
10:24:16
Jose R Oro dijo:
3
13 de septiembre de 2017
11:07:59
Guillermo Morán Loyola dijo:
4
13 de septiembre de 2017
12:08:11
Conchita dijo:
5
13 de septiembre de 2017
12:21:51
Leonardo Castañeda Respondió:
13 de septiembre de 2017
20:35:58
Agustin Navarro Rivera dijo:
6
13 de septiembre de 2017
13:12:50
Gustavo glez fuentes dijo:
7
13 de septiembre de 2017
15:51:59
hechemendia dijo:
8
13 de septiembre de 2017
15:59:34
lois grab dijo:
9
13 de septiembre de 2017
16:20:34
Conchita dijo:
10
14 de septiembre de 2017
03:40:37
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