ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Vista aérea de la heladería Coppelia. Foto: Trabajadores.cu

Coppelia cumplió 50 años el 4 de junio último. La famosa heladería es un verdadero símbolo moderno de La Habana, ciudad Maravilla del Mundo. El lugar toma su apelativo del mítico personaje de la obra del ballet clásico de igual nombre, que tantas veces bailó la Prima Ballerina Assoluta cubana Alicia Alonso.

En marzo de 1979 Silvio logró visitar la tumba del poeta peruano Cesar Vallejo en el cementerio en Montrouge, de París, la capital de Francia. Foto: Cortesía del artista

La instalación está enclavada en la populosa zona de La Rampa, en El Vedado. Allí desde el año 1886 se localizaba el hospital Reina Mercedes, el cual se mantuvo activo hasta el año 1954, cuando fue demolido con la intención de levantar otro hospital. Pero por estar en el llamado corazón de la urbe, finalmente se decidió edificar en ese terreno un rascacielos de 50 pisos. Sin embargo, ese proyecto no llegó a materializarse.

Entonces se erigió el Parque del Instituto Nacional de la Industria Turística (INIT), un bello pabellón de promoción de la llamada industria del ocio. Fueron reproducidas pequeñas montañas, un lago artificial, escenario flotante, surtidores de agua, cafetería, bar y un restaurante para 500 comensales.

Tras un año de exitoso funcionamiento, el Parque del INIT fue desactivado y quedó en su lugar, aprovechando algunas de sus instalaciones, el Centro Recreativo Nocturnal.

Pero ya en el año 1966 se ideó la construcción de la gigantesca heladería.

UNA INICIATIVA DE FIDEL

Coppelia en 1966.

Se acercaba en 1966 la fecha para la realización de un evento internacional en el emblemático Hotel Habana Libre (situado a unos 100 metros del lugar), y a iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, contando con los esfuerzos y dedicación de su estrecha colaboradora Celia Sánchez Manduley, se decidió convertir la zona recreativa en algo más útil. Se idea una gran heladería para mil usuarios.

La obra se la encargan al arquitecto Mario Girona Fernández (enero de 1924

Manzanillo-26 de agosto del 2008, La Habana), quien contó con la colaboración de los arquitectos Rita María Grau y Candelario Ajuria. El cálculo estructural estuvo a cargo de los Ingenieros Maximiliano Isoba y Gonzalo Paz.

Según diversas publicaciones, la impronta de Girona Fernández refleja los principales rasgos de la arquitectura cubana realizada en las primeras cuatro décadas de la etapa revolucionaria y fueron entre otros, los méritos que le valieron ser el primer arquitecto de este archipiélago en recibir el Premio Nacional de Arquitectura (1996) y tres años después, la Distinción por la Cultura Nacional. Coppelia se encuentra entre sus obras cumbre.

Coppelia siempre esta lleno.

También es recordado por su participación en los proyectos del edificio del Tribunal de Cuentas, hoy Ministerio del Interior, del Zoológico Nacional, de aeropuertos y de hoteles como el Capri. En una entrevista años atrás, Girona Fernández relató a este escribidor.

“Las exigencias de la edificación fueron muy grande para la construcción se trabajó 24 horas durante seis meses seguidos. Se utilizó el sistema prefabricado para lograr la repetición de elementos estructurales como vigas y elementos de cubierta. Finalmente se concluyó en el tiempo previsto”.

La edificación dio como resultado una obra de arte en forma de araña. Se aprecia por todo el recinto la influencia del modernismo italiano y de arquitectos como Pier Luigi Nervi (Italia), Félix Candela Outeriño (de nacionalidad española y mexicana) y Oscar Niemeyer (Brasil), quienes vieron la oportunidad de abandonar las formas rectangulares de los grandes edificios y optaron por aprovechar la plasticidad del hormigón armado.

Coppelia es valorada como uno de los edificios más bellos construidos en Cuba. Está rodeada de jardines con grandes árboles banianos, que proporcionan sombra en el merendero al aire libre. Unos caminos curvilíneos llevan al pabellón, donde se ubica el único merendero interior.

“Y, por esas cosas de la vida, ni siquiera tuvo ceremonia de inauguración. Abrió sus puertas, en junio de 1966, y empezó a vender helados (se plantea que abarcaba una oferta de 26 exquisitos sabores, algunos tan exóticos como el coco, el mango o la guayaba.). La población curiosa entró, la concepción tuvo buena aceptación, se llenó y nunca más ha dejado de estar abarrotada de clientes", expresó el destacado arquitecto.

Coppelia es todo un símbolo de varias generaciones de cubanos. Es casi imposible que haya habaneros que no tengan alguna historia o un recuerdo agradable relacionado con esta monumental heladería.

Llamada Catedral del Helado es una de las heladería más grandes del mundo, pues abarca toda una manzana, entre las calles 23 y 21 y L y K. Sirve a más de 1000 clientes a la vez. El helado Coppelia, además, es un referente tanto para los locales como para los visitantes. Actualmente se beneficia de una amplia reparación en tres etapas para devolverle su brillo original.

EN COPPELIA SE PLANTÓ UNA DE LAS SEMILLAS DE LA NUEVA TROVA

Una escena de la multipremiada película cubana Fresa y Chocolate rodada en la heladería Coppelia.

Pero lo que muchos no saben es que el embrión del Movimiento de la Nueva Trova, en cierta medida comenzó en Coppelia con la presencia diaria del cantautor Silvio Rodríguez Domínguez y de sus amigos poetas Wichy Nogueras, Jorge Fuentes, Víctor Casaus y Guillermo Rodríguez Rivera.

"La historia de cuando yo andaba por Coppelia rampeando, es larguísima –me cuenta Silvio en la Casa de las Américas–, quizás algún día lo escribo y lo publico. Es difícil contarlo en dos palabras. Yo trabajaba en la televisión; era una época en que solo tomaba leche y helados, saboreábamos interminables granizados de chocolate bizcochado, intercambiábamos poemas, relatos, canciones. Casi siempre eran las mismas caras.

“Así llegó una noche César Vallejo y se sentó y empezamos a compartir con él (según publicó Silvio Rodríguez en la revista Revolución y Cultura, al referirse de forma figurada a la lectura allí de los poemas del bardo peruano). Un día alguien dijo: ¡Caballeros!, el primero de nosotros que vaya a París tiene que llagarse a la tumba de Vallejo”.

Un domingo frío y lluvioso de marzo de 1979 Silvio logró visitar la tumba de Vallejo y, orientado por escritor, traductor e intelectual argentino Julio Cortázar (Bruselas, Bélgica, 26 de agosto de 1914-París, Francia, 12 de febrero de 1984), acudió a la cita en el cementerio en Montrouge, muy parecido al cementerio Colón de La Habana.

“Escribí y coloqué emocionado el texto con las firmas de mis amigos y pensé cómo un hombre, desde la muerte, puede seguir tan presente en la vida”. Varias fotos dejaron el acontecimiento para la historia.

Vallejo (Santiago de Chuco, 1892 - París, 1938), poeta peruano, fue una de las grandes figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX. En el desarrollo de la poesía posterior al Modernismo, su obra posee la misma relevancia que la del chileno Pablo Neruda o el mexicano Octavio Paz, premios Nobel de Literatura en 1971 y 1990, respectivamente.

También en la zona de Coppelia, cuando trabajaba en el cabaret Caribe del Hotel Habana Libre, el estelar y desaparecido cantante y compositor cubano Juan Formell hizo los preparativos del disco de sus canciones para la mítica bolerista cubana Elena Burke (28 de febrero de 1928, La Habana,-9 de junio de 2002, La Habana).

Por su condición de símbolo de la ciudad, durante la reparación de la heladería Coppelia algunos de sus espacios permanecieron abiertos al público. Foto: Yander Zamora

Además, muy cerca de Coppelia se presentó por primera vez la orquesta Los Van Van, dirigida por el maestro Formell. Muchos de los salseros de la década de 1990 se daban cita por las áreas de la heladería para soñar y discutir sus proyectos.

Igualmente el lugar sirvió como uno de los escenarios de la famosa película cubana Fresa y chocolate (1993), basada en el cuento El Lobo, el bosque y el hombre nuevo del escritor cubano Senel Paz, autor también del guión cinematográfico.

Como se conoce ese filme, nominado a un premio Oscar a la mejor película extranjera por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, Estados Unidos, fue dirigido por Tomás Gutiérrez Ale (11 de diciembre de 1928, La Habana,-16 de abril de 1996, La Habana), uno de los más destacados cineastas en la historia del cine cubano y latinoamericano y por Juan Carlos Tabío.

El trovador de la Isla Frank Delgado compuso la canción Coppelia, y dicen así algunos de sus versos: Coppelia, es una heladería citada/… Girona no sabía lo que hacía/ cuando en su arquitectura mezcló la realidad y la geometría /.Fue cuna de los hippies que se iban a escuchar/…la razón de Los Beatles/ y que albergó a Vallejo…

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Alberto García dijo:

1

4 de agosto de 2016

16:11:35


La estructura de la heladería Coppelia es muy bonita, pero el objetivo para el que fue edificada que es la venta de un helado de alta calidad no se cumple en la actualidad. El llamado helado Coppelia que saboreamos durante unos cuantos años no existe. Los problemas económicos que hemos confrontado, hicieron desaparecer ese magnífico producto del cual se habla con admiración fuera de Cuba. Sería bueno rescatarlo para regocijo y suerte de todos, cubanos y también extranjeros.

Gabriel M. Valdes dijo:

2

4 de agosto de 2016

16:15:40


Los helados de coco, mango y guayaba nunca han sido exóticos en Cuba. Recuerdo que en los 26 sabores había otros que podrían llamarse exóticos, pero no los sitados, como tampoco el de naranja/piña. Frezas y chocolate resultan más exóticos en una isla tropical.

PPPan dijo:

3

4 de agosto de 2016

18:19:45


Eso esta bien, eso esta bueno pero.....ahora como se mantiene, con que? (los Van van) seguro esta ud? de que la Heladeria Coppelia comenzo con 26 sabores? documentese bien!

pepin municipal dijo:

4

4 de agosto de 2016

20:28:48


Ja, ja... De acuerdo: con los precios actuales y la pésima distribución, entiendo que el coco, el mango y la guayaba les resulten "exóticos" al autor, amén de que no tenga un diccionario a mano... Pero muy bueno este "homenaje" a los autores de la idea... Deberían respetar mejor el estilo original de los materiales expuestos y quitarle tanta pintura que le meten una y otra vez al hormigón que nunca la llevó, para eso se dejó sin estucar...

Orlando Chirino dijo:

5

5 de agosto de 2016

11:15:43


Este escrito me ha traído bonitos recuerdos. Mientras la esquina de 23 y L se transformaba yo crecía. Los domingos cuando salía con mi mamá a pasear almorzábamos a veces en el restaurante INIT que se encontraba en ese lugar; luego entrábamos al Hotel Hilton (hoy Habana Libre) a refrescarnos con el aire acondicionado; después íbamos al ver una película al cine Radiocentro (hoy Yara). Entonces yo era un niño. Vi el Nocturnal después, pero nunca entré; alguien me dijo que era un cabaret. Coppelia llegó con mi adolescencia; me di gusto saboreando helados y combinaciones por años. Legué a ser amigo de algunas de las trabajadoras del lugar. Varias veces lo he comentado: he viajado mucho, pero nunca he probado helados tan sabrosos y naturales (hoy dirían orgánicos) como los de Coppelia en ningún otro país. Durante años visité aquella esquina, primero los fines de semana, después casi todas las noches; era uno de los puntos de reunión de la juventud de entonces. No olvidemos que muchos cubanos de otras provincias también pudieron disfrutar de esos helados, ya que más tarde fueron apareciendo heladerías Coppelia en otras ciudades y pueblos de Cuba.

Reynaldo Feijoo dijo:

6

5 de agosto de 2016

11:48:35


Desearía que con la restauración del emblemático edificio, se haga la restauración de su fama de calidad, limpieza y cantidad de la oferta. hoy es preferible tomarse un helado en la cafetería de 23 y L que en coppelia. Otros países han adoptado ese nombre en sus heladerías y su calidad nos supera. Rescatemos esa famosa fórmula de hacer helados que fue orgullo de la nación por muchos años.

Orlando Chirino dijo:

7

5 de agosto de 2016

23:31:36


Este escrito me ha traído bonitos recuerdos. Mientras la esquina de 23 y L se transformaba yo crecía. Los domingos cuando salía con mi mamá a pasear almorzábamos a veces en el restaurante INIT que se encontraba en ese lugar; luego entrábamos al Hotel Hilton (hoy Habana Libre) a refrescarnos con el aire acondicionado; después íbamos al cine Radiocentro (hoy Yara). Entonces yo era un niño. Años más tarde vi el Nocturnal, pero nunca entré; alguien me dijo que era un cabaret. Coppelia llegó con mi adolescencia; me di gusto saboreando los helados y sus combinaciones por años. Varias veces lo he comentado: he viajado mucho, pero nunca he probado helados tan sabrosos como los de entonces en ningún otro país. Durante años visité aquella esquina, primero los fines de semana, después casi todas las noches; era uno de los puntos de reunión de la juventud de entonces. Con el tiempo abrieron “Coppelias” en otras ciudades y pueblos del país para que cubanos de toda la isla disfrutaran de esos helados. Fue una gran idea.