“El término accidente está quedando en desuso, pues lleva implícito el concepto de que es algo imprevisible, que ocurre por azar, o por causa del destino o de la mala suerte, y que no puede evitarse”, puntualiza a Granma la doctora Milagros Santacruz Domínguez, especialista de Primer Grado en Pediatría y coordinadora del Programa de Prevención de Accidentes en menores de 20 años, al conversar sobre este tema que si bien no es exclusivo para el verano, la alerta en esta época del año es más que necesaria.
Para el año 1991 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definía a los accidentes como un acontecimiento no premeditado, que produce daño o lesión reconocible o visible, corporal o mental; y ya en 1996 estos acontecimientos fueron considerados por la propia OMS un problema de salud global, ante el cual instaba a todos sus países miembros a adoptar medidas encaminadas a impedir la ocurrencia de los mismos.
“De hecho se ha reconocido como uno de los pasos de mayor importancia para la prevención de accidentes, el lograr vencer el sentido de fatalismo asociado a ellos. Es trascendental que los individuos perciban que los accidentes no son eventos fortuitos imposibles de predecirse, y que siguiendo conductas apropiadas es posible evitarlos”, subrayó la especialista.
Según la entrevistada, la gran mayoría de las lesiones no intencionales y las muertes se pueden atribuir al comportamiento de las personas y a factores ambientales que se pueden pronosticar y evitar. “Por tal razón, es urgente incrementar la percepción de la población en general, de que las lesiones no intencionales son uno de los principales riesgos para la salud y la vida”, señaló la doctora Santacruz Domínguez.
En Cuba, dijo la experta, las lesiones no intencionales constituyen la primera causa de muerte en niños mayores de un año. “Cada 23 días fallece por estas causas un menor de un año, cada 13 días un niño o niña en edad preescolar, cada seis días un menor en edad escolar, y un adolescente cada cuatro días; en resumen, un menor de 20 años cada dos días”.
Asimismo, explicó que el tipo de lesión no intencional está relacionada con el lugar donde se encuentra el niño y su etapa de crecimiento y desarrollo. Por ello, alertó, es importante que los padres y los encargados de cuidar los menores conozcan el comportamiento de los niños/as en las diferentes etapas del crecimiento y desarrollo, para poder predecir y prevenir las lesiones más frecuentes. Los adultos deben de crear un ambiente seguro tomando en consideración la edad de los pequeños, su curiosidad y las lesiones que se observan con mayor frecuencia a través de las diferentes etapas de la vida.
En los niños menores de un año, mencionó, las lesiones más comunes suelen ser las caídas, la broncoaspiración de alimentos, el colecho (cuando el niño/a es comprimido por adultos en la cama), introducción de un cuerpo extraño en las vías respiratorias, así como la ingestión accidental de medicamentos y productos para la limpieza.
Del mismo modo, las caídas, los accidentes por ahogamiento y sumersión, envenenamiento, las quemaduras, la broncoaspiración de un cuerpo extraño, electrocución y los traumatismos causados por el tránsito, son las lesiones más frecuentes en la edad preescolar.
En tanto, en el grupo de los escolares y adolescentes, explicó que ocurren con mayor frecuencia traumatismos causados por el tránsito, caídas, intoxicaciones y quemaduras, y accidentes por ahogamiento y sumersión ya sea en playas, piscinas o ríos.
“El hogar es el sitio donde las personas pasan gran parte de su tiempo, se comparte con la familia, amigos y vecinos; donde cada día se descansa y más seguro debemos sentirnos. Sin embargo, si no se tienen en cuenta una serie de medidas o precauciones, en ese mismo lugar pueden ocurrir situaciones desagradables que afecten a la salud y la tranquilidad familiar, como puede ser cualquiera de los accidentes mencionados”, refirió la entrevistada.
Al respecto, enfatizó que “las niñas y los niños tienen derecho a crecer en un “entorno protector” que les ofrezca el amparo necesario para su crecimiento y desarrollo íntegro; y en el desarrollo de esa protección tienen obligaciones las familias”.
Previsión, tiempo y disciplina son las tres premisas fundamentales para evitar accidentes: previsión para pensar y hacerse sensible a los posibles peligros que acechan a los pequeños; tiempo para vigilarlos; y disciplina, porque niños y adolescentes deben aprender hasta dónde pueden llegar. “Hay que estar convencidos de que la imprevisión y la negligencia son conductas humanas modificables”.
Está en nuestras manos evitar esa “falla de la debida protección del menor por descuido, omisión, olvido o imprevisión de los adultos que lo custodian”, y que puede ser fatal.

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Pedro dijo:
1
1 de julio de 2016
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jp dijo:
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1 de julio de 2016
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Armando67 dijo:
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1 de julio de 2016
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garces dijo:
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1 de julio de 2016
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Lina dijo:
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Aydil dijo:
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2 de julio de 2016
21:38:51
Miguel Angel dijo:
10
3 de julio de 2016
07:55:12
Lisandra Respondió:
3 de julio de 2016
09:49:08
MARIA ELENA ALARCON dijo:
11
16 de julio de 2016
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Enelim dijo:
12
17 de julio de 2016
06:05:38
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