ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

SANCTI SPÍRITUS.—Recostado en un portal del reparto Escribano, el joven reservista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) Bárbaro Aguiar Rodríguez, trabajador de la Empresa de Servicios de Protección S.A. (Sepsa) confiesa que nunca pensó tener que poner a prueba sus dotes militares contra un enemigo tan pequeño como el mosquito.

“Chiquito pero traicionero”, se adelanta su compañero de faena Julio León, obrero del Jar­dín Botánico de Sancti Spíritus, otro que por estos días se apartó de sus rutinas y se calzó “las botas de guardia” para hacer frente a un rival casi invisible, pero que de un tiempo a esta parte viene dando no pocos dolores de cabeza a los cubanos.

Más de 300 reservistas de las FAR hicieron aquí la mochila en los últimos días para sumarse a la campaña de saneamiento que pretende cortarle las alas al agente transmisor de la fiebre amarilla, el dengue, el chikungunya y el zika, o lo que es lo mismo, al mosquito del género Aedes.

Hace solo unos días el Ministerio de Salud Pública confirmó lo que se considera una verdadera rareza: la presencia del virus del zika en 32 países del continente americano, 28 con transmisión autóctona y cuatro con casos im­portados, lo que evidentemente se traduce en una alerta roja para nuestro país, con elevados niveles de infestación del insecto y con miles de colaboradores y otros nacionales moviéndose en este entorno.

Descubierto en un mono Rhesus en Ugan­da hacia 1947, el peligroso virus debe su nombre a los montes ubicados en ese país del África Oriental y, según
análisis serológicos practicados, tiempo después (1952) se pudo determinar su presencia en seres humanos que habitaban en la propia región.

“Si Raúl escribió ese artículo en el Granma fue por algo”, le estaba diciendo Ramona Ca­ñizares a su vecina en el propio reparto Es­cri­bano cuando a lo lejos sintió el ruido de las motomochilas, que según dice, le recuerdan más la guerra que una campaña contra los vectores.

Cuba todavía no ha reportado caso alguno de zika pero como mismo argumenta Ra­mona, la del Escribano, en esta materia cabe el viejo refrán de que más vale un por si acaso que un ¡válgame Dios!

Aunque las autoridades provinciales han recabado minuciosidad en todos los confines del territorio, sin dudas el mayor despliegue se realiza en las ciudades de Sancti Spíritus y Trinidad, las más pobladas y también las más asediadas por el mosquito que ahora intentan cazar Bárbaro, Julio, los otros 300 reservistas, la oficialidad que los acompaña, los trabajadores de Higiene y Epidemiología y los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria encargados de hacer cumplir lo legislado si aparece algún cabeciduro que no quiera abrir puertas a la cruzada.

Una cifra basta para probar, entre otras co­sas, que en esta parte del país el mosquito se ha establecido, ha armado campamento y tam­bién ha aprendido a picar: de acuerdo con in­formes oficiales, el pasado año en Sancti Spí­ritus se confirmaron 143 casos de dengue, in­significante para otras geografías, pero que no dejó de sacar buenos sustos a los lugareños “es­cogidos”.

Por suerte la familia espirituana ha ido ga­nando en percepción de riesgo, asignatura pen­diente hasta ahora que ha alimentado no po­cos vertederos en medio de barrios populosos, la proliferación de “inteligentes” que se co­rren por tercera con los “matamosquitos” tradicionales y guapos de café con leche, según los cuales todavía el suyo está por nacer.

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