ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En el mundo en que yo me muevo lo esencial es no cansarse, expresa Ana Cairo Ballester, premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2015. Foto: Karina Marrón

Cuba ha sido siempre una tierra de intelectuales. Es poseedora de hombres y mujeres en cuya labor se ven representadas las más genuinas tradiciones de un pueblo instruido. Ana Andrea Cairo Ballester, merecedora del Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2015, constituye un ejemplo fidedigno de trabajo en función de la investigación cultural.

Comenzó sus estudios en el Instituto Preuniversitario Especial Raúl Cepero Bonilla, proyecto surgido en el año 1962 como único en el país en esos momentos. “Yo ingresé en el año 1964. Este centro pretendía desarrollar en los adolescentes mayores habilidades tanto en ciencias como en letras y para ello existía un buen claustro de profesores. Allí descubrí que me gustaba lo que entonces se llamaba humanidades”.

̶ ¿Cuándo fue su primer acercamiento con la filología?

̶ Después del preuniversitario matriculé en la Escuela de Artes y Letras, donde se impartía literatura en varios idiomas. En el año 1976, cuando se hace la reestructuración en el Ministerio de Educación Superior, se convierte en la Facultad de Filología para unir Letras, Periodismo y Lenguas. Aunque la facultad después retomó su nombre inicial, es conocida como de filología.

“La filología es un método de trabajo, un modo de investigar. Me considero una graduada de Letras que da clases de literatura e investiga problemas de cultura. Sin dudas, desde que comencé mis estudios e investigaciones me acerqué a ella como método necesario y correcto”.

Ana Cairo se gradúa en el año 1973 y como parte del servicio social es ubicada en el área de humanidades del vicedecanato, en la Universidad de La Habana. “Yo investigaba pero de igual manera tenía que ejercer la docencia y continúo haciéndolo”, afirma quien lleva además de su obra, bien guardado en el corazón, el arte de enseñar.

̶ ¿Cuáles fueron los primeros temas de investigación?

̶ Antes de graduarme existían alternativas de trabajo profesional, lo que me permitía ayudar a los profesores en sus investigaciones. En los últimos años de la carrera fui a trabajar al Centro de Investigaciones Culturales y a la Casa de las Américas, de lunes a viernes en la sección de la mañana.

“Investigaba lo que hiciera falta, incluso una vez me pidieron una ficha con autores cubanos. Después de graduada empecé a investigar el Grupo Minorista (los años 20), y entonces surgieron dos libros”.

̶ ¿Qué ha posibilitado que uno de los temas fundamentales de sus publicaciones sea el acercamiento a la historia de los intelectuales?

̶ La historia de los intelectuales es en primer término necesaria y en segundo tiene que ver con las tareas en que me desempeño. Yo imparto literatura pero además me acerco a la vida de los autores. La tradición no es que un intelectual nada más se dedique a escribir. Tenemos que llegar a conocerlos como personas que se forman y piensan, lo que se materializa en su obra posteriormente.

̶ Uno de sus libros más emblemáticos es “José Martí y la novela de la cultura cubana”, ¿por qué acercarse a Martí desde ese punto de vista?

̶ El libro está dividido en tres partes. En primera instancia toca la relación de Martí con la comunidad intelectual. La segunda parte es acerca de la relación de España con esta comunidad, incluido el propio Martí, y la última aborda la misma relación de conflictos pero con Estados Unidos. Es la necesidad de entender cómo esa agrupación habla de esto. Esta última parte va a tener una continuación que se va a llamar “Nosotros somos pueblo”.

Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Sección Cubana de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe. También forma parte del Consejo Científico del Centro de Estudios Martianos y de la Fundación Alejo Carpentier. Por otra parte, integra la Junta Directiva de la Fundación Fernando Ortiz y colabora con la Biblioteca Nacional José Martí y con los consejos editoriales de las revistas Temas y Biblioteca Nacional José Martí.

̶ ¿Qué la inspiró a escribir el libro “Bembé para cimarrones”?

“Bembé para cimarrones” surgió en un proyecto de la Fundación Fernando Ortiz para la revista Catálogo, donde se quería dedicar una publicación sobre el cimarronaje y me animé a contribuir, pero cuando empecé a armar la carpeta que tenía con información e investigaciones, me percaté que excedía las posibilidades de la revista.

“Tenía dos opciones, hacer el texto de 20 cuartillas que me pedían, o aprovechar que ya estaba en ello y convertirlo en algo más. Comenzó a crecer y se convirtió en un libro. Lo envié a un concurso con el fin de publicarlo y salió con el número de páginas que se podía financiar”.

̶ Se le otorgó el premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2015, ¿qué áreas considera que fueron razón de dicho reconocimiento?

̶ Es necesario destacar que hay dos zonas en el premio, donde están los demógrafos, psicólogos, geógrafos, que son las ciencias sociales y otra es las humanidades. Considero que el premio me lo otorgan en el campo de las humanidades, ya lo dijo Fernando Ortiz “las ciencias que tocan el problema de los hombres aunque se han separado tienen que volverse a unir”, por eso las humanidades ni han muerto ni van a morir nunca.

̶ ¿Qué le diría Ana Cairo a las personas que se enfrentan a Cuba por primera vez?

̶ Ningún comienzo es por un solo lado. Lo que me ha enseñado la vida es que empiezas a descubrir las cosas simultáneamente. Les diría vean, vengan, conozcan y que no se dejen dominar por los prejuicios.

“Hay mucha gente que no entiende cómo La Habana fue declarada entre las siete ciudades maravillas, pero nuestra ciudad tiene palacios italianos, edificios emblemáticos y desde la conquista de Hernán Cortés el Puerto de La Habana es internacional”.

̶ ¿Conforme con lo realizado?

̶ Uno hace lo que puede, no lo que quiere. Entre lo que yo puedo y lo que quiero estoy inconforme. Quisiera haber terminado libros. Tengo como meta volver a publicar con el número de páginas que realmente tiene “Bembé para cimarrones”. En el mundo en que yo me muevo lo esencial es no cansarse.

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