
El 5 de diciembre de 1915 falleció en la ciudad de Bayamo, el mayor general del Ejército Libertador, Jesús Sablón Moreno, conocido por todos los cubanos como “Rabí”, sobrenombre que heredó de su padre. Veterano de las tres guerras, este combatiente negro, natural de Jiguaní, se unió a las tropas del general Donato Mármol el 13 de octubre de 1868, apenas tres días después del grito de independencia, y a golpe de machete, valor probado y mucha disciplina, se ganó, grado a grado, sus galones y puestos en las filas mambisas.
En la Guerra Grande, combatió a las órdenes de los generales Máximo Gómez, Calixto García, Luis Figueredo y Antonio Maceo. Tomó parte de la primera carga al machete en Venta del Pino, y fue jefe de la escolta del Presidente Céspedes. Herido en múltiples combates, concluyó aquella gesta protestando en Baraguá junto al Titán de Bronce y con grado de teniente coronel.
Nuevamente se levantó en armas durante la Guerra Chiquita y conspiró en 1890 en el intento de levantamiento dirigido por el general Antonio Maceo, conocido como La Paz del Manganeso.
El 24 de febrero de 1895 se levantó en armas en Las Yeguas, muy cerca de Jiguaní. En abril, se incorporó al general Antonio Maceo y lo acompañó en la campaña que este emprendió tras su arribo a tierras orientales. Por sus méritos, en el mes de mayo fue ascendido a general de brigada, y el 16 de diciembre de 1896, a mayor general.
Este gran hombre, ejemplo para sus compañeros de lucha, acompañó al general Calixto García en la toma de Bayamo en abril de 1898, y poco después, fue su segundo en la campaña para la toma de Santiago de Cuba. En la paz, su dignidad le impidió aceptar cargos del gobierno interventor estadounidense.
El coronel Fermín Valdés Domínguez, el hermano del alma de José Martí, plasmó en su Diario de Soldado sus impresiones sobre este héroe de nuestra independencia. Su testimonio, retrato fiel del hombre y soldado, es el mejor homenaje al general “Rabí”, a cien años de su deceso. Escribió Fermín:
“…Todos los que operan al lado de Rabí elogian su valor y su finura como hombre. Hace pocos días, en el último fuego, tuvo que pelear cuerpo a cuerpo con un guerrillero y salvó la vida gracias a su serenidad y entereza.
No finge modestia, sino que es de verdad sencillo y patriota sin afectación ni vanidades; tiene en sus labios una sonrisa de bondad y en sus ojos todo el fuego de los caracteres indomables y enérgicamente grandes. De un temperamento nervioso, es fuerte y erguido, y no necesita ser altivo para imponer sus órdenes. En este campamento no se oyen gritos de jefes, pero tampoco se nota la algazara de los que faltan, con sus desmanes, a los deberes que están obligados a cumplir. Se obedece aquí por cariño y por patriotismo.
(…) era hermoso verlo ante los enemigos descargando su revólver y cada vez avanzando en su caballo y ocupando los lugares más peligrosos en el combate.
Desde el día que lo vi en Maibío, que fue el que lo conocí, me fue sumamente simpático este noble guerrero…”
* Presidente del Instituto de Historia de Cuba.
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Laura Power dijo:
1
5 de diciembre de 2015
12:02:08
MIGUEL ANGEL dijo:
2
6 de diciembre de 2015
05:38:34
tati dijo:
3
6 de diciembre de 2015
09:34:35
Alina Pompa SABLON dijo:
4
23 de marzo de 2019
21:10:58
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