
La técnica de explotación agrícola que se interesa por utilizar recursos menos dañinos para el medio ambiente, centrándose no solo en la producción de alimentos sino en la sostenibilidad y equilibrio del ecosistema que la soporta, constituye una filosofía que ha ido tomando auge en los últimos años.
Aunque el término agroecología —así se denomina esta técnica de cultivo— surgió en la década del 70 del pasado siglo, los expertos apuntan que su práctica es ancestral.
“Desde que el hombre comenzó a desarrollar una agricultura rudimentaria estaba utilizando, sin saberlo, elementos agroecológicos, porque no contaba con productos químicos y tenía que valerse de la sabiduría que se transmite de generación en generación”, comenta el doctor en Ciencias Adolfo Rodríguez Nodals, director general del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical (Inifat) y jefe del Grupo Nacional de Agricultura Urbana y Suburbana.
Hacia finales de los años 80, en Cuba ya se evidenciaba un interés por incursionar en la agroecología y una preocupación por los efectos que pudiera ocasionar al medio ambiente y a las personas, la práctica extensiva de una agricultura basada en el empleo de productos químicos.
Pero aun cuando desde esa década ya se realizaban acciones en ese sentido, fue en los 90 cuando cobraron mayor fuerza, ante la dificultad para importar insumos, debido al derrumbe del campo socialista y al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos.
El Programa de Agricultura Urbana y Suburbana y el movimiento Campesino a campesino, que impulsa la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), destacan como los ejemplos más generalizados en la práctica de la agroecología en nuestro país. De acuerdo con Nodals, se estima que no menos de 300 000 productores en Cuba aplican actualmente conceptos agroecológicos.
“Pero también existe mucho desconocimiento y abuso en el empleo de la palabra, afirma. La agroecología no puede ser una consigna, hay que llevarla a la práctica, y no todos desarrollan bien este modo de producir alimentos”.
MANEJO AGROECOLÓGICO

En los preceptos de la agroecología, cada finca o campo de cultivo constituye un agroecosistema, dentro del cual tienen lugar procesos ecológicos y se producen diversas interacciones entre los organismos vivos.
“En un sentido más restringido, se establece una interacción denominada plaga-huésped. Por ejemplo, tenemos la oruga (plaga) que daña o mastica la hoja de cualquier cultivo (huésped), pero al mismo tiempo existe un agente natural que se la come a ella. Ese equilibrio es muy importante, porque si se afecta puede traer dificultades para la naturaleza y el ser humano. Todas las especies, hasta las llamadas dañinas, existen por alguna razón. Los murciélagos causan muchos problemas en las casas, pero también comen insectos nocivos, como parte de la cadena biológica”, explica el doctor Nodals.
Desde esta perspectiva, entre los elementos más importantes destacan los medios para el manejo agroecológico de plagas que, a diferencia del modelo convencional, se basan en la convivencia con ellas, aunque inclinando la balanza a favor del agricultor.
“En la agricultura a gran escala se usan químicos para combatir las plagas y enfermedades, que poco a poco van matando su población. Parece eficiente, pero al mismo tiempo contamina con productos que dejan residuales en las hojas, en los frutos o incluso en la tierra. Por otra parte, a veces cuando se aplica una y otra vez el insecticida, los insectos más resistentes sobreviven y procrean. Entonces después de un tiempo ya no da resultado el empleo de ese producto químico.
“La agroecología no pretende eliminar totalmente ninguna especie, sino disminuir su población, de manera tal que siga existiendo, pero que no nos afecte económicamente”, acota el especialista.
Entre los métodos fundamentales para lograrlo se encuentran sembrar diversos cultivos de diferentes colores en un mismo espacio y colocar trampas de colores, todo ello con el objetivo de desorientar a los insectos.
“Los insectos tienen el cerebro suficientemente grande para saber a dónde se quieren dirigir. En ese sentido, es muy importante que haya variedad de productos sembrados, se ha establecido que debe haber diez como mínimo en cada organopónico. Los diferentes colores, aromas y sabores de los cultivos desorientan a los insectos.
“El 50 % de las trampas de colores, por ejemplo, deben ser amarillas, porque ese es el color que más los atrae, el 25 %, azules, y el otro 25, blancas”.
Dichas trampas pueden confeccionarse con cualquier objeto que sea de los colores mencionados, al cual se le unta miel u otra sustancia pegajosa para que los insectos queden atrapados. Con el objetivo de controlar las plagas también se emplean otras técnicas como la siembra de plantas repelentes (orégano, menta, entre otras) en la cabeza de los canteros.
“En la Agricultura Urbana y Suburbana actualmente estamos en un proceso de transición del manejo integrado de plagas —que utiliza niveles mínimos de sustancias químicas— al manejo agroecológico. Eso ha sido un gran paso de avance, porque antes se utilizaban los métodos convencionales.
“También tenemos otros retos como el control de las malezas (determinadas especies de plantas) que afectan los cultivos. Como la Agricultura Urbana se desarrolla en pequeñas extensiones de tierra, escardamos la hierba en los canteros, pero en el caso de la Suburbana —que ocupa una mayor área— esto se dificulta. Se hacen labores culturales, se ara con bueyes, pero llega un momento en que ya no se pueden eliminar y entonces tratamos de mantenerlas debilitadas hasta que el cultivo crezca y no permita que el sol incida directamente en el surco y favorezca así el crecimiento de la maleza”.
En la agroecología también resulta muy importante el suministro regular de materia orgánica o compost, con el objetivo de brindar nutrientes a las plantas. Dicho abono puede obtenerse de desechos orgánicos como restos de comida, cáscaras de huevo, hojas, raíces, estiércol bien descompuesto…
Nodals destaca que además se atiende a los mecanismos de reciclaje de nutrientes, elemento que favorece la eliminación de plagas y la protección de los suelos. “Para lograr eso hacemos rotaciones de cultivos, al menos cinco o seis veces al año, y también los intercalamos. Por ejemplo, queremos que las nuevas cooperativas de frutales que se están fomentando se basen en el policultivo, sembrar un frutal más longevo, como mango o aguacate y en la calle ancha sembrar cultivos de ciclo corto, como la piña”.
Para desarrollar una agricultura sostenible y en armonía con el medio ambiente, en nuestro país también se está potenciando la producción y el uso de biofertilizantes y biopesticidas, desarrollados por los Centros de Reproducción de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE), o en las plantas o fermentadores que reproducen los biofertilizantes.
Pero aún queda mucho por avanzar en ese sentido. Existe gran cantidad de productores que desconocen sus ventajas y normas de aplicación y prefieren recurrir a los químicos porque consideran que tienen un efecto más rápido. Resulta acertado reconocer que el uso de los bioproductos se torna más engorroso, pues no tendrán la efectividad deseada si no se aplican determinada cantidad de veces y en horarios específicos, pues son muy sensibles al calor y a la incidencia directa del sol.
“Es muy difícil que los productores los utilicen si no se familiarizan con sus características, por eso hay que hacer énfasis en los programas de divulgación”, comentó a Granma hace unos meses Eliécer Espinosa, director de Labiofam en el municipio especial Isla de la Juventud.
CONTINUAR DISMINUYENDO EL USO DE QUÍMICOS
Los especialistas también señalan algunos aspectos que pudieran considerarse desventajosos de la agroecología, como el hecho de que requiera de mayor mano de obra y que la producción por hectárea sea inferior que en la agricultura convencional.
En otros países, además, los precios que alcanzan los alimentos orgánicos son más elevados que los de los productos obtenidos mediante la agricultura a gran escala.
De acuerdo con Nodals, “en Cuba los alimentos libres de químicos se ofertan al mismo precio que los demás. En las provincias de Cienfuegos, Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo ya tenemos mercados donde oficialmente hay carteles que indican la venta de productos naturales —lo cual es supervisado por los grupos provinciales del Programa de Agricultura Urbana y Suburbana—, porque para establecer propiamente la venta de productos orgánicos hay que certificarlos, y eso es caro”.
El jefe del Programa Nacional de Agricultura Urbana y Suburbana refiere que se están creando las bases para en un futuro certificar los alimentos de este tipo que se comercialicen en el país.
“Cada vez son más las personas que quieren consumir productos orgánicos. Creo que es inevitable que coexistan la agroecología y la agricultura convencional, va a demorar mucho tiempo en poder lograr solo una de ellas, por razones muy objetivas. Pero soy partidario de que debemos seguir disminuyendo gradualmente el uso de químicos y aumentar el empleo de otros métodos que afecten menos al medio ambiente”, concluye.



















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Alberto dijo:
1
4 de febrero de 2015
03:24:36
Olger Benavides Rivera dijo:
2
8 de febrero de 2015
19:44:30
Jhony Suarez dijo:
3
14 de febrero de 2015
13:00:15
jennifer samanda turcaz perez dijo:
4
5 de mayo de 2016
15:33:01
MARGOT GOYCOCHEA dijo:
5
6 de febrero de 2017
22:12:28
Libardo calonge ortiz dijo:
6
26 de marzo de 2017
12:13:03
Katia Toledo Martínez dijo:
7
6 de julio de 2017
11:49:04
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