NUEVA GERONA.—La producción de claria que alcanza la unidad empresarial de base Acuisla —perteneciente a la Empresa Pesquera Industrial Pescaisla— permite cubrir las dietas médicas requeridas por el Municipio Especial Isla de la Juventud (alrededor de 12 toneladas anuales) e incluso apoyar con 77 toneladas a las provincias de Mayabeque, Artemisa y La Habana.
Dicha entidad surgió en la década del 80, con el objetivo fundamental de producir alevines para sembrar en presas. “Con el paso de los años, comenta Orlando Rivero, director de la estación que se encarga del ciclo completo de la producción de claria, fue cambiando su objeto social y empezamos a producir de manera intensiva (con tratamiento y alimentación diferenciada) algunas especies como la tilapia y específicamente la claria, a partir de 1999.
“En ese año se recibieron los primeros reproductores de esta especie y luego se pasó a su explotación, que transcurrió por diferentes etapas. En los inicios el por ciento de eclosión era bajo (momento en el que la larva sale del huevo), al igual que los niveles de supervivencia.
“Luego se fueron conociendo las características de la claria y trabajando en función de ello. Por ejemplo, estos animales son depredadores y cuando tienen grandes diferencias de tamaño, el pez grande devora al pequeño. Entonces se empezó a hacer un trabajo de tamizaje, es decir, separarlos en los estanques en dependencia de sus tallas”, señala Rivero.
El ciclo de producción tiene varias etapas: reproducción y obtención de la larva; alevinaje 1, hasta que la larva se convierte en un alevín con un peso de 0,5 gramos (g); alevinaje 2, donde alcanzan los diez gramos y se separan en dependencia del tamaño; y la preceba, donde logran los 50 g requeridos para llevarlos a los estanques de ceba, en los cuales permanecen hasta pesar 600 g.
Rivero alega que es necesario cumplir con todo el procedimiento operacional de trabajo y la disciplina tecnológica, porque ello incide en la supervivencia, al igual que las densidades de siembra y la alimentación.
“Tratamos de aprovechar bien el subproducto y el pienso con que las alimentamos. Eso también va aparejado a las densidades de siembra, cuando son altas hay que suministrar comida de más calidad, pues el espacio vital del animal disminuye y este es más exigente”.
LOS MEJORES RESULTADOS DEL PAÍS
Aun cuando los reproductores de claria llegaron a la UEB en 1999, no fue hasta el 2003 que estos animales se comenzaron a producir con el objetivo de comercializarlos. Migdalia Rives, directora de la UEB, destaca que aquellas primeras 58 toneladas logradas, hoy se han incrementado notablemente pues en lo que va de año ya se han obtenido 1 000.
“Este es el municipio del país que más claria produce. Desde el 2013 teníamos el récord con 952 toneladas. En la medida en que los indicadores fueron mejorando, los resultados también. En estos últimos años se ha mantenido la reproducción prácticamente el año entero y los por cientos de eclosión se han elevado.
“Para la Isla de la Juventud es significativo el impacto que tiene y para Cuba también. Con la producción de claria realizamos una sustitución de importaciones pues el país tenía que importar 2 000 toneladas de pescado para suministrar las dietas.
“En las pescaderías del municipio se han vendido hasta la fecha 191 toneladas de filete; 31 de picadillo y 17 toneladas de troncho, a la población. Realmente es un producto muy demandado, aquí tiene un precio muy asequible, 15 pesos el kilogramo”.
“Algunos especialistas afirman, comenta Rivero, que la claria tiene alrededor de un 17 % de proteínas, bajos niveles de grasa y una carne con propiedades nutritivas favorables”.
Además de desarrollar la claria gariespinus de forma intensiva, en Acuisla se explotan otras especies como la tenca, la amura, la carpa y el colosomo, con el objetivo de sembrarlas en las presas —en aras de dar mayor uso a los recursos hídricos—cuando tienen alrededor de 45 días y alcanzan los cinco gramos.
“Hasta ahora —acota Rives— estamos sembrando alevines fundamentalmente en los embalses principales, Vietnam, Revolución y La Fe, donde hay tres brigadas de trabajo. Ahí la producción es más lenta, los animales deben alimentarse ellos mismos.
“Todavía lo que producimos hasta hoy no da para llevar peces a otros embalses. En el Programa de Desarrollo Integral previsto hasta el 2020 sí está concebido llegar al resto de los espejos de agua. En ese sentido influye negativamente que a pesar de tener buenas siembras el alimento natural que tienen las presas del municipio (14 en total) es muy bajo, con excepción de La Fe, y entonces el animal crece menos”, concluye.
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