
MIL CUMBRES, Pinar del Río.— El 16 de junio del 2011, cuando en estas mismas páginas dábamos cobertura a la inauguración de una fábrica de cabañas de madera en las montañas de Mil Cumbres, no pocos lectores nos solicitaron más información sobre el tema, incluyendo las imágenes de esas construcciones.
Entonces ello resultó imposible, porque el motor de uno de los equipos de la industria se quemó durante la puesta en marcha, impidiendo el inicio de la producción.
De modo que los detalles de las novedosas edificaciones, destinadas a cubrir las necesidades del llamado turismo de naturaleza, e incluso a la exportación, quedaron pendientes para un nuevo acercamiento al tema.
Tres años después, la deuda con quienes nos leen sigue en pie.
Los errores cometidos por los técnicos del país de donde provenía la tecnología, encargados de la instalación de las máquinas, sumados a la falta de previsión para adquirir sus piezas de repuesto y a una insuficiente gestión de los inversionistas nacionales para exigir la calidad necesaria en la terminación de la obra por la cual se pagó; obligaron a interrumpir el trabajo a pocos meses del estreno.
Deisy Lemus, administradora de la industria, reconoce que a pesar de que según el fabricante, con la tecnología instalada podrían hacerse diariamente las piezas necesarias para levantar tres cabañas, desde junio del 2011 hasta hoy, solo se han obtenido los módulos de siete.
O sea, que la producción total, al cabo de 36 meses, equivale a lo que debió hacer la industria en dos días y medio, funcionando a plena capacidad.
DESDE LA RAÍZ
Ubicada dentro del Área Protegida de Recursos Manejados de Mil Cumbres, al norte de Pinar del Río y perteneciente a la Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna, la primera fábrica de módulos de cabañas rústicas de madera del país, surgió con el objetivo de lograr un óptimo aprovechamiento de los bosques de la zona.
Lejos de implicar una ofensiva contra el medio ambiente, se trató de una iniciativa encaminada a incrementar las capacidades de alojamiento en el turismo, a partir de plantaciones de pinares de entre 50 y 70 años de edad, que ya llegaron al final de su etapa de desarrollo, y de todos modos habría que talar, o de lo contrario sus rendimientos podrían disminuir.
De esa manera, teniendo en cuenta la garantía de abundante materia prima, a partir de las grandes áreas forestales de la zona, se apostaba por una producción enfocada en poner fin a la importación de este tipo de cabañas, e incluso llegar a convertirse en un nuevo rubro exportable.
Jesús Yoel Villar, especialista comercial de Mil Cumbres, explica que con la tecnología instalada es posible elaborar tres modelos diferentes de 40, 65 u 80 metros cuadrados, los cuales incluirían un portal, sala, baño, terraza y uno o dos dormitorios.
Para ello, la industria cuenta con un aserrío para procesar los bolos de madera que llegan del bosque, y con máquinas perfiladoras, partidoras y troceadoras, mediante las cuales se van conformando cada una de las piezas que componen la plataforma sobre la cual se levanta la cabaña, el piso, las paredes y el techo (compuesto por vigas y un entablado sobre el cual se monta la cubierta de tejas o zinc, en dependencia de la voluntad del cliente).
Además, con equipos para hacer las puertas y ventanas.
PIEDRAS EN EL CAMINO

Cuentan que tras un primer fiasco el mismo día de la inauguración, sobrevinieron otros asociados al secado de la madera y a la falta de medios especializados para el tiro desde el bosque de las piezas de grandes dimensiones que demandaba la nueva actividad (mucho más largas que las que se cargaban hasta ese momento para diferentes labores de carpintería), hasta que a principios del 2012 hubo que suspender la fabricación de cabañas.
Según el comercial de Mil Cumbres, quien en el momento de la puesta en marcha se desempeñaba como jefe de producción de la planta, la causa definitiva fue la rotura de la cuchilla de la máquina encargada de hacer las muescas para el ensamblaje de las paredes.
“En el montaje de la industria, el motor de la máquina quedó invertido, y al echarlo a andar, la cuchilla dio un golpe y se le partieron varios dientes. En esas condiciones estuvo trabajando hasta que a partir del séptimo módulo, la calidad ya no era la requerida, no daba precisión en los cortes y por tanto tuvimos que parar”.
En contra de toda lógica, tras una cuantiosa inversión ascendente a 600 mil euros (en equipamiento) y 400 mil pesos (en la obra civil), la producción de cabañas de madera, su razón de ser, ha permanecido detenida debido a la falta de una cuchilla de repuesto.
Al cabo de más de dos años en esa situación, Luis Contreras, director del Área Protegida, asegura que después de haber aguardado todo este tiempo por las gestiones de la Empresa de Flora y Fauna para la importación de una pieza nueva, actualmente se realizan las coordinaciones para mandarla a hacer en el oriente del país, donde hace poco se supo que existe una planta capaz de elaborarla.
Mientras tanto, explica Luis, se ha estado empleando el resto del equipamiento en diferentes producciones, a fin de poder generar ingresos y mantener ocupados a los trabajadores.
En los primeros cinco meses del año, esta estrategia reportó 150 849 pesos (MN) por la venta de puertas, ventanas, mesas, sillas, camas, butacas, taburetes, entre otros artículos, y 71 022 (alrededor del 40% de ellos en CUC), por el aserrío de madera, ilustra el directivo.
Sin embargo, las cifras distan sobremanera de lo que se hubiera obtenido en ese tiempo con la fabricación de cabañas. Teniendo en cuenta que el precio de cada módulo de 40 metros cuadrados es de 19 592 pesos (de ellos, 8 737 en CUC), en apenas dos semanas de trabajo, la industria habría obtenido más ingresos que los percibidos de enero a mayo, por elaborar artículos de carpintería y aserrar madera.
La decisión de ir explotando el equipamiento en producciones menores, crea el peligro de que surjan nuevas roturas que impidan retomar el rumbo inicial de la planta, cuando por fin se resuelva el problema de la cuchilla.
Al respecto, el director del Área Protegida comenta que junto a las gestiones para sustituir la cuchilla dañada, en la actualidad se prevé la importación de otras piezas de repuesto, y también la construcción de un secadero natural para la madera.
Los reiterados tropiezos de esta industria, que a tres años de su inauguración sigue sin cumplir el objetivo por el que fue levantada, abren la interrogante de si, por fin esta vez, se logrará estabilizar la producción. Mil Cumbres es otro ejemplo palpable de las consecuencias de las inversiones mal aseguradas, lo cual se resume en dinero perdido. Es evidencia clara de la improvisación, superficialidad, y carencia de integralidad que tantas veces ha criticado la dirección del país; un ejemplo incómodo del cual debemos aprender.



















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Carlos Díaz dijo:
1
20 de junio de 2014
04:16:40
Ulises Bell Santos dijo:
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20 de junio de 2014
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manuel reyes dijo:
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20 de junio de 2014
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Enier Maceo dijo:
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20 de junio de 2014
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Jge dijo:
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capitalinadeapie dijo:
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Andres dijo:
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Erick H. Darias dijo:
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Alexander dijo:
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orestes l. oViedo dijo:
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Jorge Figueredo Jorge dijo:
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20 de junio de 2014
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Joel dijo:
18
23 de junio de 2014
16:49:27
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