ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El doctor Luis Alberto Montero permanece vinculado a la Universidad de La Habana desde hace 60 años. Foto: Ismael Batista Ramírez

El Profesor Titular y actual Decano de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana (uh), doctor Luis Alberto Montero Cabrera, mucho les agradece a sus padres haberle inculcado desde pequeño la temprana inclinación hacia el saber.

«Mi madre era ama de casa, pero siempre nos inspiró a estudiar y superarnos cada vez más. Lo digo en plural porque así fue también con mi hermana. De profesión ingeniero eléctrico, mi padre fue clave en despertarme el interés por la ciencia, en particular hacia la física práctica de la mecánica, la termodinámica y la electricidad».

Merecedor de cinco premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba, el profesor Montero Cabrera reveló a Granma que cuando terminó la enseñanza media superior en el Instituto Preuniversitario de La Habana, optó por estudiar Licenciatura en Química en la uh, motivado por la influencia de un profesor de esa asignatura que a la vez cursaba la carrera, y las informaciones que nos llegaban referidas al propósito de la entonces Unión Soviética, de dar un salto a la «quimización» de la sociedad.

«Si bien mi padre me veía ingeniero eléctrico como él y dedicado a la refrigeración, no creo haberlo defraudado con aquella decisión, pues de una forma u otra, siempre fui su contraparte científica en nuestras conversaciones».

Egresado en 1968 como el graduado más integral de la entonces Facultad de Ciencias de la capitalina casa de altos estudios, desde tres años antes el doctor Luis Alberto Montero quedó vinculado para siempre con la uh, desarrollando una larga trayectoria de más de 60 años, dedicados a la docencia, a la investigación y a la política científica en Cuba.

En el campo de la ciencia, su quehacer se centró, fundamentalmente, en la química computacional y teórica, con aplicaciones pioneras de la química cuántica, la inteligencia artificial, la espectroscopia uv-Vis y la programación de computadoras para la modelación de objetos y procesos nanoscópicos en Biología, Medicina y Ciencia de los Materiales.

«La vida me llevó a modelar las sustancias en computadoras, comprobando y a veces adelantando al laboratorio. Así, por ejemplo, diseñamos nuevas sustancias y calculamos sus propiedades esperadas más importantes, para demostrar en qué procesos pueden ser de utilidad y probarlas después.

«Más allá de lograr aportes teóricos de valor, la química computacional brinda la posibilidad de reemplazar algunas pruebas de laboratorio que pueden ser costosas, con modelos informáticos más baratos».

Director del Laboratorio de Química Computacional y Teórica de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana de 1986 a 2024, así como del Centro Virtual de Bioinformática de la uh desde 2001 hasta el presente, presidió también el Consejo Científico de la uh durante 17 años, y fue asesor de Política de Investigación Científica de los ministerios de Educación y de Educación Superior.

«Nunca he estado separado del trabajo investigativo y docente que hago aquí, desde que impartí mis primeras clases como alumno ayudante, en noviembre de 1965, ni de los extraordinarios valores y símbolos que encierra este emblemático recinto de la enseñanza superior en Cuba.

«La combinación de formar científicos por medio de la docencia y crear conocimientos con la investigación, demanda mucho esfuerzo y trabajo. Pero ambas aristas se complementan de forma muy armónica y las recompensas son enormes en cuanto a valores humanos y realización personal», aseveró.

Participante en condición de invitado al Consejo Nacional de Innovación, el reconocido científico señaló que se trabaja para lograr un vínculo natural y armónico entre la Universidad y el sector empresarial, a fin de facilitar la rápida generalización de muchos resultados de las investigaciones de la uh, aún sin aplicar.

A mi juicio, enfatizó, la principal causa de esa asignatura pendiente radica en las formas de gestión de la producción de valor, prevalecientes en el país.

«Muchas fueron las pinceladas creativas que Fidel aportó a nuestro modelo de sociedad. Ello hizo posible la creación de un formidable movimiento científico en una nación pequeña y de pocos recursos, dentro de un sistema de gestión económica centralizada, rígida y no competitiva, similar al implementado durante años en la antigua Unión Soviética.

«Si no hubiera sido por el líder de la Revolución, jamás hubiéramos tenido nuestra pujante industria biotecnológica dentro de ese esquema. Realmente, son pocos los casos en los que hemos podido construir una conexión capaz de convertir, también, el saber en valor económico.

Consultado sobre la Ley de Ciencia, actualmente en discusión, la consideró vital para establecer principios éticos y lineamientos fundamentales, que permitan el desarrollo científico en las complejas condiciones del presente.

«En mi opinión, resulta necesaria como parte de un sistema nuevo que combine lo mejor de la gestión económica socialista exitosa, con las particularidades nuestras. Igualmente, debería servir de guía conceptual para combinar de manera adecuada la competencia y la colaboración en la ciencia cubana».

La competencia es la manifestación más evidente de las verdades dialécticas que explican el progreso, mientras la colaboración es un rasgo humano decisivo en una sociedad justa y solidaria, enfatizó.

«Una novedad es la presencia explícita de la educación superior en condición de componente decisivo del potencial científico de la nación y que no excluye a ningún actor público, ni privado.

«El éxito de la Ley dependerá, en lo esencial, de la capacidad funcional de la economía cubana».

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