Pequeña en cuanto al personal, pero grande por los notables aportes que le han merecido reconocimiento nacional e internacional, la hoy denominada Unidad Técnica de Ozono (mantiene su sigla inicial: OTOZ) festeja el aniversario 30 de su creación, el 16 de septiembre de 1995.
Adscrita al Centro de la Información y Desarrollo de la Energía (Cubaenergía), perteneciente a la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, la entidad asume en la actualidad nuevos desafíos en su permanente contribución a la protección de la capa de ozono.
Con el propósito de conocer sobre el quehacer de la institución en sus tres décadas de labor y los retos que enfrentará en adelante, Granma conversó con el doctor Nelson Espinosa Pena, director de la OTOZ desde los primeros meses de la fundación del centro, hasta el presente.
–¿Qué sucesos antecedieron el surgimiento de la OTOZ?
–En marzo de 1985, más de 20 países firmaron en Austria el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, primer acuerdo internacional enfocado en promover las investigaciones, la cooperación, el intercambio de información y las negociaciones multilaterales, para enfrentar lo que ya se presagiaba como un significativo desafío ambiental mundial: el deterioro progresivo de la capa de ozono, que protege a la Tierra de las dañinas radiaciones ultravioletas del Sol.
«Dos años y medio después, el 16 de septiembre de 1987, los gobiernos de 46 países suscribieron en Canadá el Protocolo de Montreal, dirigido a la eliminación gradual de las sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO), en particular los clorofluorocarbonos (CFC) y halones, promoviendo el desarrollo e introducción de nuevas tecnologías libres de esos compuestos.
«Cuba ratificó ambos instrumentos internacionales en 1992, decisión que implicó asumir los compromisos que establecían para la reducción gradual de las SAO, en los plazos establecidos.
«Para ello, fue necesario crear una entidad dedicada por entero a sentar las bases organizativas, científicas y legislativas que posibilitaran trabajar hacia el logro de tan complejo objetivo, además de promover la capacitación. Así, el 16 de septiembre de 1995, y en medio del periodo especial, surgió la Oficina Técnica de Ozono.
–¿Cuáles son los principales resultados del país en la protección de la capa de ozono?
–Debo decir en primer lugar que, como signataria del Convenio de Viena, el Protocolo de Montreal y sus cinco enmiendas, nuestro país cumple con rigor las responsabilidades contraídas para la eliminación progresiva de las sao.
«Bajo el liderazgo de la OTOZ, en el transcurso de estos 30 años han sido ejecutados 78 proyectos internacionales de colaboración, con el Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Agencias del Sistema de Naciones Unidas, la Unión Europea y los gobiernos de Canadá, Alemania y otros países.
«Ello propició erradicar, de manera total, el uso de los cfc en la refrigeración doméstica y comercial, en los equipos de aire acondicionado y en la fabricación de aerosoles de uso médico e industrial.
«Imposible no mencionar el aporte de la Revolución Energética al resultado enunciado. Con este programa, en apenas tres años se cambiaron cerca de tres millones de refrigeradores que utilizaban gas r-12, destructor de la capa de ozono.
«Fue eliminado, asimismo, el uso de halones en los extintores de incendios, mientras el bromuro de metilo dejó de emplearse en la fumigación de almacenes, silos, cultivos protegidos, viveros, semilleros de tabaco e instalaciones de la industria molinera. Otro aporte consistió en erradicar el tetracloruro de carbono en los laboratorios.
«Resulta ineludible, además, mencionar la reconversión tecnológica realizada en cinco empresas que fabrican espumas rígidas de poliuretano para la producción de paneles aislantes con fines diversos. El aporte fundamental consistió en la completa sustitución del gas refrigerante r-141b, sustancia muy dañina para el llamado escudo de la vida.
«No menos significativo es la destrucción de 4 100 kilogramos de sao, en la planta de tecnología japonesa instalada con ese fin en la fábrica de cemento Siguaney, en Sancti Spíritus.
«De acuerdo con lo estipulado por la Enmienda de Kigali –que entró en vigor el 1ro. de enero de 2019 y amplió el alcance del Protocolo de Montreal en la protección del clima mundial, al añadir los hidrofluorocarbonos (HFC) a la lista de sustancias controladas–, Cuba trabaja actualmente en la implementación de su Programa Nacional de Reducción y Eliminación de esos gases de efecto invernadero, para el periodo 2024-2045.
«Tiene entre sus ejes principales, la búsqueda de alternativas a los HFC que no solo tengan un bajo potencial de calentamiento atmosférico, sino, también, mayor eficiencia energética y sostenibilidad. Prevé, de igual modo, la capacitación para los trabajadores de los sectores de la refrigeración, aire acondicionado y espumas aislantes».
Según aseveró el doctor Nelson Espinosa, por los resultados en la protección de la capa de ozono y la contribución a la mitigación de los efectos del cambio climático, el Protocolo de Montreal está considerado el acuerdo internacional más exitoso implementado en la esfera ambiental, y cuenta con el respaldo de 198 Estados.
Ponderó la profesionalidad y la entrega del pequeño colectivo de trabajadores de la OTOZ, en la cual «todos saben lo que tienen que hacer y multiplican por diez el esfuerzo que van a realizar para lograr las metas propuestas.
«En lo personal, siento mucha motivación al ver lo alcanzado en estas tres décadas, tantos impactos logrados que, para los escépticos, eran quimeras inalcanzables. No puedo pasar por alto el reconocimiento a los especialistas nuestros en cada delegación provincial del Citma».
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