ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El doctor Sergio Rodríguez, incansable científico cubano. Foto: Freddy Pérez Cabrera

Santo Domingo, Villa Clara.–Buscar financiamiento para adquirir las miles de toneladas de maíz, trigo o soya, que cada año debe importar el país para elaborar los piensos demandados para la cría de animales, se ha convertido en un verdadero dilema en medio del bloqueo de EE. UU. contra Cuba y nuestros problemas económicos.

Para tener una idea del significado que tiene para nuestra economía esa elevada factura, baste decir que solo de maíz deben adquirirse cerca de 800 000 toneladas anuales; mientras que el volumen del trigo a comprar supera las 500 000, una pesada carga que merece ser aligerada a partir de la búsqueda de alternativas capaces de suplir parte de esas importaciones procedentes de mercados foráneos.

Recientemente reconocido con el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Agrícolas de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, Sergio Rodríguez Morales se manifiesta convencido de que, a pesar de los serios retos que hoy enfrenta Cuba, existen infinidad de variantes para no depender tanto de las importaciones de esos productos, parte de los cuales pudiera sustituirse a partir del fomento de cultivos tropicales como la yuca y el boniato, entre otros.

En busca de sus sabios consejos y las respuestas a esas interrogantes, Granma fue al encuentro de quien fuera calificado por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel, como un científico con las botas en el fango, quien desde la dirección del Inivit y del Grupo Nacional de Viandas procura soluciones al dilema de continuar trayendo de afuera lo que necesitamos para crecer y desarrollarnos, o producir aquí todo cuanto sea posible.

–A partir de su experiencia, ¿puede el país prescindir de las cuantiosas importaciones de las materias primas empleadas en la fabricación de piensos?

–No en su totalidad, pero lo que sí está claro es que podemos ahorrar millones de dólares en su adquisición, si logramos desplegar y multiplicar todas las potencialidades creadas por la ciencia cubana para producir aquí otros cultivos y plantas como la yuca, el boniato, la malanga y la thitonia, entre otras, capaces de generar alimentos que pueden incorporarse a la dieta de los animales.

–¿Cuál es la experiencia del centro que usted dirige en ese tema?

–Llevamos muchos años en la investigación de esos cultivos tropicales, que además de favorecer la alimentación de las personas, pueden incorporarse a la nutrición animal, idea aprendida de Fidel, quien en sus dos visitas al centro abordó el asunto con profundidad.

«En ese sentido, donde más hemos avanzado es en el tema de la yuca como complemento en la nutrición de los cerdos, aunque también tenemos una vasta experiencia en otros cultivos como el boniato y la malanga, los más empleados con ese fin.

«La yuca resulta un cultivo muy noble, que en el mundo entero ha tenido un gran crecimiento, solo superado por el maíz, a partir de sus potencialidades para sustituir el trigo en más de cien producciones, además de su efectividad como alimento animal. Fíjate si es así, que en la actualidad el almidón de yuca ha triplicado su precio en el mercado mundial».  

–¿Qué recomienda a quienes deseen incorporar ese cultivo en sus áreas con tal propósito?

–Primero, utilizar una semilla de calidad, preferentemente de las variedades Inivit y 93-4 o Inivit y 2013, las que pueden generar un rendimiento de 15 o más toneladas de yuca por hectárea, además de facilitar la extracción de unas cien toneladas de masa verde con 21 % de proteína en igual cantidad de terreno, a razón de tres cortes en el año. Esos clones también son mucho más resistentes a los vientos y a las pudriciones por hongos.

«Para lograr esos resultados, es preciso no sobrepasar las 10 000 plantas por hectárea, porque ese tubérculo necesita espacio para poder ramificar y desarrollarse a plenitud».

–¿De qué modo resulta más beneficioso para los animales, procesada como yogur o de manera natural?

–Resulta mucho mejor molida, porque le aporta más al animal, debido a que en el proceso de la fermentación, que debe durar 15 días o más, los microorganismos toman el carbono y fabrican cadenas de azúcares y con el nitrógeno elaboran cadenas proteicas.

–¿Es cierto que la yuca puede cultivarse sin usar productos químicos?

–Es así. Resulta uno de los cultivos que en Cuba no necesita de pesticida alguno para el control de plagas y enfermedades, porque los centros científicos han logrado crear medios biológicos muy efectivos, capaces de cumplir esa función, lo cual, también es una ventaja.

–¿Y en el caso del boniato?

–Aunque no tiene las bondades de la yuca, no debe ser desechado porque también puede aportar unas 40 toneladas de masa verde con un 18 % de proteínas por hectárea, si se le dan dos cortes, además del carbohidrato que contiene ese tubérculo. La desventaja es que, por ser menos rústico que la yuca, tiene el riesgo de que en condiciones de secano sea más atacado por el Tetuán.

–Otros experimentos vinculados a la alimentación animal...

–Estamos introduciendo una variedad de malanga, la Alocacea, que hoy se experimenta en Placetas, la cual puede generar más de cien toneladas de masa verde por hectárea, una cifra no despreciable; mientras otros centros científicos tratan de fomentar el uso de nuevas fuentes proteicas como la thitonia, el king grass, la moringa y la morera, entre otros.

«Asimismo, laboramos en la mecanización, porque nos damos cuenta de que en la medida en que crezcan los rendimientos no se podrán cosechar esos productos a mano. En ese sentido, ya en el Inivit tenemos algunas máquinas capaces de recolectar más de cien quintales de yuca o boniato por jornada».

–Algunos productores se quejan de la carencia de semillas de calidad...

–A raíz del paso del huracán Irma y otros fenómenos que nos afectaron, es cierto que faltaron, mas esa situación ha cambiado para bien y hoy podemos decir que tenemos mayor disponibilidad, lo cual no quiere decir que sea un tema resuelto. Para lograrlo debemos continuar consolidando la integración entre los principales centros científicos y las universidades, además del encadenamiento productivo.

–¿La búsqueda de estas alternativas, significa que se abandona el cultivo del maíz?

–Para nada. Existen programas concretos para seguir desarrollando ese grano, aunque no es menos cierto que el trópico para el maíz resulta muy agresivo y los rendimientos no suelen ser muy altos.

–¿Y la soya?

–Hasta ahora no hemos tenido mucho éxito a gran escala, aunque algunos campesinos sí han logrado buenas cosechas en áreas más pequeñas. La clave está en buscar la variedad idónea para cada época del año.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Armando dijo:

1

24 de febrero de 2020

10:38:34


No se menciona el agua como elemento importante. Sería útil que amplíen sobre esto. ¿Cuáles son los requerimientos de agua de la Yuca para esos rendimientos? Me parece que es un factor limitante.