Dentro de las expresiones musicales (y filosóficas, filantrópicas, utópicas, románticas y más) en Cuba está la Nueva Trova. No voy a detenerme a narrar un proceso único y mucho menos en el que aún sus protagonistas escriben y reflexionan en torno a ello; más bien quiero sumarme, pero también hacer notar la importancia del sentido común y debatir en cuanto a los olvidos y lastres que increíblemente martirizan a esa zona de la canción llamada también inteligente.
La Nueva Trova no solo nucleó a importantes músicos, sino que intelectuales de grandísima valía acompañaron en días luminosos y bohemias encendidas a quienes con guitarra y canciones querían cambiar el mundo. Luis Rogelio Nogueras –Wichy–, Guillermo Rodríguez Rivera y su hermano Alipio, Víctor Casaus, Constante –Rapi– Diego, Sigfredo Ariel, Bladimir Zamora y muchos otros, forjaron, desde sus hondas perspectivas literarias, una demoledora fuerza junto a los trovadores, casi sin precedentes.
Pero, ¿dónde se accede a todo ese torrente cultural reciente y actual? ¿Dónde y cómo se puede disfrutar de tardes y noches «trovadictas» en la capital o en el país? En muy contados espacios, lo sabemos. Así, nuevas y peligrosas tendencias del mercantilismo de la música han incidido en un retroceso sobre esta permanencia, y a no ser por peñas de unos pocos trovadores y trovadoras, se ha casi estrangulado una necesaria aportación al pensamiento musical del país.
A su vez, muy pocos programas de la Televisión Cubana se dedican hoy a referenciar la obra de los fundadores de la Nueva Trova, como una suerte de exorcismo o segregación musical, o como si la creatividad de aquellos estuviera sentenciada a un pasado que algunos quieren sepultar definitivamente.
El hecho de filiación política de la Nueva Trova desde entonces y hasta hoy, no puede ni debe verse como un freno a la divulgación de canciones de quienes actualmente no piensan igual, inclusive, acusar de manipulación política la recontextualización de sus fundadores, es juego peligroso. En todo caso, el real error no estriba en revisitarlos, sino en la insuficiente visibilidad que posee hoy la Nueva Trova promocionalmente, vinculada –y crucificada– por algunos a una ideología confrontante, cuando ha sabido desempeñarse en la conformación de un abarcador abanico temático que incluye a la Revolución, pero también, a los sentimientos, a la diversidad sexual, a los flagelos sociales, a la emigración…
El afán reduccionista de algunos con la Nueva Trova no puede ganarle al deseo de vivir de un género endógeno desde toda lectura posible, ni deben mutilarse espacios ni debates que antes poseía. ¿Por qué disfrutar de ella solo los días patrios o fúnebres? ¿Acaso es el legado que corresponde? Lamentable que en México, España o Argentina, muchos conozcan más a nuestros trovadores cuando aquí no se promueven como debieran.
El colonialismo también tiene sutilezas y, como dice un buen amigo, también las revoluciones de colores. No caigamos en la trampa de aquella manzana envenenada y podrida, pero que era bella por fuera.
COMENTAR
alida maria cortes dijo:
1
9 de septiembre de 2020
20:57:19
salvador asero Respondió:
11 de septiembre de 2020
16:07:37
Miguel Roura dijo:
2
10 de septiembre de 2020
19:35:50
Dieudome dijo:
3
11 de septiembre de 2020
08:11:13
salvador asero dijo:
4
11 de septiembre de 2020
16:00:02
Responder comentario