Como una muestra irrefutable de su decisión pacífica, Japón inició de manera adelantada el evento con un gesto en lo que ha llamado los Juegos de la Reconstrucción.
El partido femenino de softbol ganado por las anfitrionas a las australianas, 8 por 1, tuvo por merecido escenario la ciudad de Fukushima, la zona donde 11 años atrás golpeó el gran terremoto que dejó a su paso miles de muertes y cuantiosos daños materiales. Japón no olvida su historia, igualmente siempre tiene presente en las bellamente reconstruidas Hiroshima y Nagasaki, los genocidios allí cometidos.
El ir y venir de atletas, el anuncio de que Neymar pudiera convertirse nuevamente en el castigador de Alemania en el primer y próximo partido del fútbol, al recodar que el 20 de agosto de 2016, en la disputa por la medalla de oro en el estadio Maracaná, los derrotara marcándoles un gol de penalti, ya van dándole sabor de sana competencia al clásico.
Y entre otros destacados: el tenista serbio Novak Yokovic, la llegada Messi y Eto´o, la también argentina Paula Pareto, campeona olímpica en judo (60 kg) con quien tuvieron la deferencia los japoneses de invitarla a llegar como primera deportista de su país a la sede.
Mientras los atletas siguen arribando, se mantienen las cuestiones relacionadas con las distintas comidas a las que deben adaptarse, pese al interés de los organizadores por satisfacer todos los gustos.
En medio del fuerte rebrote de la pandemia, Japón también garantiza la seguridad en todas las áreas del evento. Han creado el ambiente propicio a pesar de que no tendrán público en las gradas, solo un sistema que lo imitará.
No es este el único rebrote de pandemia que soporta el mundo, un escenario donde los Juegos Olímpicos relucen por su mensaje de amistad, solidaridad y convivencia, independientemente de las creencias religiosas, políticas y sociales de los miles de jóvenes que se reunirán por dos semanas al margen de este mundo guerrerista y con tendencias hegemónicas.
A Cuba, en el peor momento de la pandemia, con su pueblo luchando contra las 243 medidas dejadas por Trump y mantenidas por Biden, 50 de ellas arreciando la escasez de materiales para paliar la enfermedad, no pudieron frustrarle que nuestros 69 atletas compartan sus alegrías, sueños, victorias y lleven el mensaje de paz, armonía y amor entre todos, como símbolo de los millones de cubanos que, exaltados y alegres por sus triunfos, probarán que aún en las peores condiciones se puede luchar por un mundo mejor.