ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

No son pocos los diletantes que, desde las redes sociales, nos pronostican el mejor de los mundos con el retorno del capitalismo a Cuba.

Su lógica es simple: la liberalización de la economía que, sin importar su costo político y social, más temprano que tarde pondrá a Cuba al nivel del mundo desarrollado.

Un análisis más serio señala las grandes paradojas del mundo, por ahora globalizado y «sujeto a reglas», y su realidad. Entre las más significativas pueden señalarse las siguientes:

  • El descomunal crecimiento de la riqueza acompañado de la marginación de cada vez mayores capas de la población dentro de los países.
  • Países y regiones convertidos en tributarios de los más «desarrollados».
  • Fabulosas cantidades de dinero circulando, aunque concentrado cada vez en menos países… y en menos manos.
  • Movimientos de capitales que, sin patria, sin bandera y aun sin dueños identificados, y en busca de ganancias especulativas, son capaces de hacer tambalear la economía de cualquier país del mundo.
  • Aceleración del proceso de concentración de capitales, esta vez a escala planetaria, con la aparición de las megafusiones, esto es, fusiones y absorciones entre las mayores empresas mundiales, hasta hacerlas más poderosas que muchos Estados nacionales, incluso que regiones y continentes enteros.
  • Preferencia de las inversiones de capital especulativo sobre el productivo.
  • Derroche y despilfarro, por lo menos, subconsumo en los más.
  • Contaminación y destrucción acelerada del medioambiente, desaparición de miles de especies como resultado de la destrucción de su hábitat y desastre ecológico en ciernes, solo comparable al que hiciera desaparecer a los dinosaurios del planeta, quizá como preludio de nuestra extinción como especie.

Lo anteriormente señalado apenas son botones de muestra, pues se trata de una relación muy incompleta de las contradicciones propias de un proceso sin retorno, al menos en los estrechos marcos del sistema que, según nos indicara, con su agudeza característica, Eduardo Galeano, «en otros tiempos se llamaba capitalismo y ahora luce el nombre artístico de economía de mercado», enmarcado todo ello en la pugna entre un viejo orden exclusivo y autodestructivo que se resiste a ser sustituido, y uno nuevo que no acaba de nacer.

El sistema es exclusivo porque toda la información disponible (incluyendo la de EE. UU., paradigma del sistema, y aun la ue y su «estado de bienestar») indica cómo se ha producido, en los ahora renombrados «países emergentes», una redistribución del ingreso que excluye cada vez más a los trabajadores.

Es exclusivo, además, porque los trabajadores desplazados pasan a formar parte del llamado sector informal de la economía que, por ejemplo, en América Latina, representan más del 50 % del total, y que no tienen, además, como regla, acceso a los sistemas de producción modernos, ni a los de educación, salud y seguridad social, lo que los condena a una vida indigna y sin posibilidades de ascenso en la escala social.

En lo que a los asalariados respecta, y salvo excepciones, la situación no es mucho mejor.

Basta solo señalar el dilema al que repetidamente deben enfrentarse: el miedo al empleo y el trabajo formal, con cada vez menos garantías, o el horror a la marginación definitiva de ese trabajo formal.

Resultaría aquí casi innecesario mencionar los efectos que el dilema planteado tiene sobre las condiciones de trabajo y su intensidad, aunque sí es necesario remitir a los lectores a los planteos teóricos de Carlos Marx con respecto a las funciones de lo que él llamó Ejército Industrial de Reserva, y su efecto depresivo sobre los salarios.

Solo que el sistema, además de exclusivo, es marginador, porque la transferencia total de riquezas de los países de la llamada Periferia hacia los del Centro se ha más que quintuplicado en los últimos decenios, al mismo tiempo que el pago por el servicio de la deuda se ha multiplicado, lo que ha hecho del tan anhelado desarrollo, en los países periféricos, una quimera.

Al mismo tiempo (importante para el sistema) reduce la condición de consumidores de lo que se produce en el Centro e incide por ello en la reproducción del sistema en su conjunto.

Se trata de que el carácter exclusivo, y en buena medida precisamente por él, el capitalismo, en tanto que sistema productor de mercancías, necesita de quienes las consuman y, en la misma medida en que se reducen los consumidores, se reducen las posibilidades de reproducción del sistema mismo.

Y los consumidores se reducen, en términos absolutos y/o relativos, por partida doble: porque disminuyen los consumidores en los distintos países, por el abaratamiento del trabajo y la exclusión de trabajadores, y porque se reducen las posibilidades de crecimiento económico en los países tributarios del sistema.

Junto con lo anterior, los logros de la ciencia y la técnica contemporáneos (de la biotecnología, la cibernética… la llamada «cuarta revolución industrial»), que reducen extraordinariamente los tiempos de trabajo y que, por ello, deberían beneficiar al hombre, reduciendo su actividad laboral, lo que hacen es someterlo aún más en las condiciones del capitalismo.

Esto aumenta, en la práctica, su tiempo de trabajo y es capaz, incluso, de engendrar enfermedades desconocidas antes, como la del «exceso de trabajo», el famoso Karoshi japonés, o el más conocido multiempleo, casi siempre conducente al no menos conocido estrés.

Los datos son elocuentes y se expresan en el aumento de las «horas extra» y, paralelamente, también en la disminución del consumo como resultado de la reducción del tiempo libre.

El egoísmo y el ansia desmedida de ganancia reducen el modelo al absurdo. La profundización de la desigual distribución del ingreso –parafraseando a Galeano en la cita anterior, en otros tiempos se llamaba explotación– restringe la capacidad de consumo de grandes masas de la población y, con ello, la propia capacidad productiva del sistema, con lo que se reduce también su capacidad de producir ganancias (el consumo de lujo y de artículos innecesarios, propio de los sectores de mayores ingresos, no puede sustituir el de los artículos de amplio consumo).

La reducción de costos, también a expensas de la protección del medioambiente, hace además peligrar nuestro propio hábitat sin que las Naciones Unidas ni ninguno de sus organismos especializados sean capaces, porque carecen de los medios para imponerlo, de detener la depredación del ecosistema.

Tiempos hubo en que al menos algunos de los teóricos del capitalismo, en sus tratados, se ocupaban no solo de garantizar las ganancias de los capitalistas, sino, además, de garantizar la vigencia del capitalismo.

Hoy, sin embargo, el futuro parece llegar solo a mañana, y la historia del capitalismo se parece cada vez más a la fábula de la rana y el escorpión que nos contara Orson Welles en su película Mister Arkadin:

La lógica indicaba al escorpión que no podía aguijonear a la rana mientras esta cruzaba el río, pues la rana moriría y él se ahogaría; sin embargo, pudo más el instinto que la lógica del escorpión, y de ello se dieron cuenta ambos cuando la primera moría del aguijonazo y el asesino moría, junto a ella, ahogado al cruzar el río.

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mario dijo:

1

7 de marzo de 2023

08:56:52


Muy buena nota ! Es asi nunca sera la solucion ,en Argentina tenes la experiencia. Saludos desde Buenos Aires

Osvaldo dijo:

2

7 de marzo de 2023

10:57:49


Hace ya 106 años de la formación del primer estado socialista dirigido por el líder revolucionario ruso, creador del Partido Comunista (bolchevique), Vladimir Ilich Ulianov, mejor conocido como Lenin, protagonista de la insurrección armada de los obreros, campesinos y soldados en octubre de 1917. Se puede decir que la construcción de la sociedad socialista lleva muy poco tiempo de existencia comparándola con la duración de las Formaciones Económicas Sociales (FES) que la antecedieron: (Comunidad Primitiva, Esclavismo, Feudalismo y Capitalismo, todas con 500 años o más). Durante su existencia la construcción de la Sociedad Socialista ha sido víctima de un feroz enfrentamiento económico, político, ideológico, por parte del sistema capitalista, con el objetivo de frenar su surgimiento y desarrollo, incrementado este enfrentamiento con los avances de las tecnologías de informática y las comunicaciones, lo cual permitió al capitalismo montar una poderosa maquinaria de desinformación subversiva e ideológica sobre las masas para desorientarlas y apártalas de las ideas socialistas. Unido a ello, también ha sido víctima la construcción del socialismo, de los errores internos propios de la interpretación subjetiva que pueda existir en cualquier proceso social en el cual intervengan los hombres. La Sociedad Socialista (Comunista), se puede considerar una FES nueva, joven y superior en el desarrollo de las fuerzas productivas, destinada a sustituir al sistema capitalista, teniendo su clase trabajadora la responsabilidad de crear conciencia para poder cumplir con su misión histórica: ¨eliminar para siempre la explotación del hombre por el hombre¨ Como dijera Fidel ¨Nada podrá detener la marcha de la Historia

VV dijo:

3

7 de marzo de 2023

11:06:34


Ni el capitalismo, ni la economía de mercado van a resolver los problemas del mundo cada vez más dividido, si esto fuera cierto no estaría la América Latina plagada de divisiones, hambre y desigualdad. Instaurar el capitalismo en Cuba, será pura explotación, pura esclavitud, somos conscientes de que tenemos que buscar alternativas sin vender este país que ha resistido tanto y luchado tanto frente al poderoso imperio.

Jose Mora dijo:

4

7 de marzo de 2023

11:25:58


Por qué hablan del medio ambiente cuando la compañía canadiense no usa los standard de minería y el pueblo de Mis se está contaminando porque no exigirle la forestación de aquellos espacio ya sin reserva de minerales extraído. El gobierno municipal puede demandar ala compañía canadiense.

Nortiz dijo:

5

7 de marzo de 2023

21:07:36


El capitalismo no es la solución a los problemas de la humanidad pero nuestro modelo tampoco lo es necesitamos tener un socialismo que sea próspero repartir miseria no es un proyecto revolucionario

Ernesto dijo:

6

10 de marzo de 2023

07:07:26


La historia de todas las sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de clases.