MISSISSAUGA, Toronto.— Cuando Mijaín López se subió en la báscula un día antes de saltar al colchón por enésima ocasión y cumplió con el peso establecido (130 kg), todos los rivales de la máxima división en el estilo grecorromano cruzaron los brazos y se encomendaron a la suerte, porque solo con mucha fortuna, a veces, se puede derrumbar al luchador cubano más grande de la historia.
Pero este jueves definitivamente no era el día de la lotería para ninguno de los forzudos que salieron a la duela del Centro Deportivo de Mississauga, pues el titán de Herradura, sin despeinarse, ganó sus tres combates por superioridad, sin la sombra de un punto en contra, apoyado en su tradicional maestría y majestuoso físico.
“El peso ha sido una de las mayores dificultades que he tenido, siempre me atacan con eso, pero ahora lo pude hacer bien y la experiencia también me sirve de preparación para el Mundial de Las Vegas en septiembre”, sostuvo en la zona mixta el cinco veces titular del orbe, tras desbancar en la discusión del cetro al chileno Andrés Ayub, quien solo aguantó minuto y medio en el colchón.
El luchador del estilo clásico dedicó el triunfo al pueblo cubano, y dijo sentirse contento por su cuarta corona en Panamericanos, para muchos entendidos la última, aunque dejó entrever que hay posibilidades de un quinto cetro porque se siente en perfectas condiciones físicas, detalle que postergaría su retiro después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
“La gente daba por segura esta medalla y no podía fallar. Fue una competencia tranquila, el estadounidense Robby Smith era el rival más peligroso, pero ya conocía sus técnicas y movimientos por las participaciones en Mundiales anteriores y le gané sin problemas”, agregó el líder indiscutible de los gladiadores antillanos.
Por cierto, este jueves no se repitió el amargo episodio del miércoles y el otro representante cubano, Yasmany Lugo (98), también escaló a lo más alto del podio con una línea perfecta, coronada en la final con una soberana pegada ante el hondureño Kevin Mejía, quien no pudo reaccionar al felino despliegue del cubano.
“Salí con todo, a dar lo máximo para obtener esta medalla en mis primeros Juegos, que tiene tremendo valor. Estoy muy feliz, porque he aportado a la delegación y he cumplido con las expectativas, además de desquitarme por mis compañeros que perdieron el día anterior”, señaló el también pinareño, quien atacó a su presa y no se detuvo hasta sentenciar el duelo.
No pudo continuar por la senda dorada la experimentada de 31 años Yakelin Estornell (58), quien en el último pleito de la noche sucumbió por diferencia mínima (6-5) ante la brasileña Joice Souza, quizás un tanto perjudicada por las penalizaciones de los jueces luego de llevar una ventaja considerable.
“La medalla de oro estuvo cerca, pensaba poder ganar pero no se logró. Creo que los árbitros incidieron, pero al final esta es una experiencia más, hay que seguir pues quedan más caminos por recorrer”, sentenció la guantanamera, quien aumentó la cosecha femenina del día, iniciada con el metal bronceado de Yamilka del Valle (53).



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17 de julio de 2015
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