Con ese remate de oro en París, cierre de una hazaña que parece no reeditable por otros mortales, Mijaín López reabre una interrogante, despejada -eso se creía- desde hace siglos. ¿Son mitos o realidad las deidades que pueblan la cima del monte olimpo?
A aquellos dioses, dueños de poderes sobrenaturales incontestables -según la leyenda-, nunca nadie ha podido verlos. Pero al dios de Herradura sí. De carne y hueso sobre el colchón, con esa técnica indescifrable, y una fuerza que a ratos ha parecido también sobrenatural y que nadie jamás pudo detener, en el camino a las ¡cinco medallas de oro en un deporte individual; ¡irrepetible hazaña¡
Sobre el colchón fue implacable y caballero a la vez; de eso pueden dar fe los 20 titanes por él vencidos de manera consecutiva en cinco de las seis olimpiadas, en las que usó sus «poderes» para agrandar la gloria de su Isla, sin humillar a sus contendientes.
Eso también lo recordará el mundo, los segundos que seguían a cada combate, cuando el vencedor -siempre Mijaín-, con abrazos, palmadas y palabras de aliento, de manera casi tierna endulzaba la derrota del adversario. Él jamás hizo leña del árbol caído; además de fortaleza, habilidad, maestría y ambición de triunfo, este hombre es humildad y respeto; esas virtudes también forman parte de su grandeza.
Mijaín con su maestría infalible sobre el colchón, negándole el equilibrio a Seung Chan Lee, el que viajó desde sub-korea en busca del máximo pergamino olímpico; aquellos brazos poderosísimos haciéndole entender a Mirzazadeh que su sueño de oro estival para Irán no pasaba de un espejismo y debería esperar otro cuatrienio.
Aquella metálica voluntad desengañó igual a Sabah Saleh Shariati y a sus seguidores azerbaiyanos: lo más alto de la lucha grecorromana en París, en los 130 kilogramos de peso tendría una sola presencia: cubana. Ni siquiera Yasmani Acosta, su compatriota, su amigo, logró empinar la bandera de Chile más alta que la de Cuba; el de Herradura se lo impidió.
Mijaín López puso a sus pies a la torre Eiffel, eclipsó la ilusión de Acosta, Shariati, Mirzazadeh y Chan Lee; hizo trizas el oscuro deseo de quienes esperaban otro desenlace, para con él atizar una anticubana hoguera propagandística.
El planeta salió encandilado del martes reciente; entre ese día y el anterior trocó su centro de rotación cuatro veces, cada una por espacio de seis minutos, cuando su órbita fue París, y su eje el astro-rey de una Isla curtida en lucha y victorias.
Abran paso, Vulcano, Zeus, Poseidón…, dioses del olimpo; inclínense respetuosos; entre ustedes ya está Mijaín López, con su color de ébano y su brillo de sol, erguido para siempre en el centro de la admiración planetaria.
COMENTAR
Guillermo del Rio dijo:
1
8 de agosto de 2024
12:43:10
Paquito dijo:
2
9 de agosto de 2024
15:16:27
Paquito dijo:
3
10 de agosto de 2024
06:51:54
Responder comentario