ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Setenta años han pasado desde que aquel domingo 6 de abril de 1952, frente al busto del Apóstol de Cuba José Martí, se inhumara la Carta Magna, acción simbólica en la que tomaron parte muchos estudiantes revolucionarios, como José Antonio Echeverría, Juan Pedro Carbó, Álvaro Barba, Raúl Castro, Armando Hart y Manolo Carbonell, además de cientos de ciudadanos.

Foto: Archivo

En la tarde de ese día, en silencio y en un ambiente tenso, pero sereno, el estudiantado de la la FEU avanzó por la calle San Lázaro, desde la Universidad y hasta el Rincón Martiano —hoy Museo Fragua Martiana—, para «enterrar» allí la Constitución, a fin de «revivirla» ante la estatua de José Martí.

El domingo 6, en horas de la tarde, en el más absoluto silencio y en un ambiente tenso, pero sereno, el estudiantado avanzó por la calle San Lázaro, desde la Universidad y hasta el Rincón Martiano —hoy Museo Fragua Martiana—, para "enterrar" allí la Constitución, a fin de "revivirla" ante la estatua de José Martí.

¿Cómo nació esta idea? En las primeras horas del 10 de marzo de 1952, cuando ya se conocía en la Universidad de La Habana que Batista había dado un golpe de Estado y ante la necesidad de dar una respuesta política acorde con el suceso, la FEU acordó realizar una campaña de movilización popular en apoyo a la Carta Magna violada por el golpe militar.

Jura de la Constitución fue el nombre que recibió esta acción, consistente en abrir libros para que el pueblo depositara sus firmas de respaldo.

El miércoles 2 de abril empezó el simbólico velorio de la Constitución de 1940. Un ejemplar de la Constitución de 1940 yacía dentro de un ataud, en el centro de la escalinata, acompañado de coronas florales testigos de la condolencia pública. Una guardia de estudiantes escoltaba el féretro.

Luego de la exhibición del cadáver constitucional —como un subrayado enérgico de protesta cívica contra los gobernantes acusados de haber escalado el poder pasando sobre el texto venerable—, los dirigentes estudiantiles organizaron una peregrinación. El día 6 se produjo el entierro.

La Constitución de 1940 tenía un espíritu progresista, legado de las luchas revolucionarias de la década del 30. Su texto es el resultado histórico del proceso forjado desde los tiempos de Mella y el Directorio Estudiantil y la acción revolucionaria de Antonio Guiteras.

Es por ello que en sus artículos se reconoce el derecho de los obreros a la huelga y el trabajo como un derecho inalienable del hombre; en tanto, proscribió la discriminación racial, por motivo de sexo o color. Asimismo, esta nueva Carta Magna se pronunció por la educación general y gratuita, por la salud pública al alcance de todos y, además, declaró el sufragio universal, igualitario y secreto. Sin embargo, muchas de sus preceptivas quedaron para posteriores leyes que nunca llegaron a promulgarse, lo que hizo de ella una Constitución frustrada, llena de expectativas y esperanzas incumplidas, como hemos publicado otras veces en Granma.

El golpe de Estado de 1952 fue ejemplo de esa inoperatividad constitucional, pues aun cuando las elecciones estaban convocadas para el 1ro. de junio de ese año, el exgeneral Fulgencio Batista, contando con el apoyo de un grupo de oficiales de las fuerzas armadas y con el beneplácito del imperialismo, se introdujo en Columbia y rompió la frágil e indefensa estructura constitucional entonces existente.

Raúl Castro en el entierro de la Constitución de 1940 Foto: Archivo de Granma
Entierro simbólico de la Constitución de 1940 en la Fragua Martiana, el 6 de abril de 1952 Foto: Archivo de Granma
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