Los artículos señalados en la reflexión de ayer, 14
de febrero, fueron escritos en los últimos dos o tres días.
Hace más de dos semanas, el 27 de enero de 2008, la
publicación digital Tom Dispatch reprodujo un artículo,
traducido para Rebelión por Germán Leyens: La crisis de la
deuda es la mayor amenaza para Estados Unidos, de Chalmers
Johnson. Este autor norteamericano no ha sido previamente
distinguido con el Nobel, como Joseph Stiglitz, prestigioso y
reconocido economista y escritor, o el propio Milton Friedman,
inspirador del neoliberalismo que condujo a muchos países por ese
desastroso camino, incluido Estados Unidos.
Friedman fue el más activo defensor del liberalismo
económico opuesto a cualquier regulación gubernamental. Sus ideas
nutrieron a Margaret Thatcher, y a Ronald Reagan. Miembro activo del
Partido Republicano, asesoró a Richard Nixon, Ronald Reagan y
Augusto Pinochet, de siniestra historia. Murió en noviembre de 2006
a los 94 años. Escribió numerosas obras, entre ellas Capitalismo
y Libertad.
Cuando hablo del artículo de Chalmers Johnson, me
atengo estrictamente a los argumentos irrebatibles utilizados por
él. Empleo el método de seleccionar textualmente párrafos
esenciales.
"Al llegar 2008, el propio Estados Unidos se
encuentra en la posición anómala de no poder pagar por sus propios
altos niveles de vida o su derrochador, exageradamente grande,
establishment militar. Su gobierno ni siquiera trata de reducir
los ruinosos gastos de mantener enormes ejércitos permanentes,
reemplazar equipos que han sido destruidos o gastados en siete años
de guerra, o de preparar una guerra en el espacio exterior contra
adversarios desconocidos. En su lugar, el gobierno de Bush posterga
esos costos para que sean pagados —o repudiados— por futuras
generaciones. Esta irresponsabilidad fiscal ha sido disfrazada
usando numerosas artimañas financieras manipuladoras —como llevar a
países más pobres a que nos presten sumas sin precedentes—, pero
viene rápidamente el momento del ajuste de cuentas.
"Ha habido tres amplios aspectos en nuestra crisis
de la deuda. Primero, en este año fiscal 2008 estamos gastando
cantidades demenciales de dinero en proyectos de ‘defensa’ que no
tienen que ver con la seguridad nacional de Estados Unidos.
Simultáneamente, mantenemos los impuestos sobre los ingresos de los
segmentos más ricos de la población estadounidense a niveles
sorprendentemente bajos.
"En segundo lugar, seguimos creyendo que podemos
compensar la erosión acelerada de nuestra base manufacturera y
nuestra pérdida de puestos de trabajo a países extranjeros mediante
masivos gastos militares¼ "
"Tercero, en nuestra devoción por el militarismo,
dejamos de invertir en nuestra infraestructura social y otros
requerimientos para la salud a largo plazo de nuestro país¼
"
"Nuestro sistema de educación pública se ha
deteriorado de modo alarmante. No hemos asegurado la atención
sanitaria de todos nuestros ciudadanos y hemos desatendido nuestra
responsabilidad como el contaminador número uno del mundo. Lo que es
más importante: hemos perdido nuestra competitividad como
fabricantes para necesidades civiles —un uso infinitamente más
eficiente de recursos escasos que la fabricación de armas¼
"
"Es virtualmente imposible exagerar el despilfarro
que constituyen los gastos de nuestro gobierno en las fuerzas
armadas. Los gastos planificados por el Departamento de Defensa para
el año fiscal 2008 son mayores que todos los demás presupuestos
militares combinados. El presupuesto suplementario para pagar por
las actuales guerras en Iraq y Afganistán es en sí mayor que los
presupuestos militares combinados de Rusia y China. Los gastos
relacionados con la defensa para el año fiscal 2008 excederán el
millón de millones de dólares por primera vez en la historia, y
Estados Unidos se ha convertido en el mayor vendedor por sí solo de
armas y municiones a otras naciones en la Tierra¼
"
"Las cifras publicadas por el Servicio de Referencia
del Congreso y la Oficina del Presupuesto del Congreso no coinciden
las unas con las otras¼ "
"Hay numerosas razones para esta prestidigitación
presupuestaria —incluyendo un deseo de mantener el secreto por parte
del Presidente, del Secretario de Defensa, y del complejo
militar-industrial—, pero el motivo principal es que miembros del
Congreso, que se benefician enormemente de los puestos de trabajo en
la defensa y de proyectos oportunistas para congraciarse con el
electorado en sus distritos, tienen un interés político en el apoyo
al Departamento de Defensa¼ "
"Por ejemplo, 23.400 millones de dólares para el
Departamento de Energía van al desarrollo y mantenimiento de ojivas
nucleares; y 25.300 millones de dólares en el presupuesto del
Departamento de Estado son gastados en ayuda militar al extranjero¼
"
"El Departamento de Asuntos de Veteranos recibe
actualmente por lo menos 75.700 millones de dólares, 50 por ciento
de los cuales van para la atención a largo plazo de los
terriblemente heridos entre los por lo menos 28.870 soldados heridos
hasta ahora en Iraq y 1.708 en Afganistán.
"Otros 46.400 millones de dólares son destinados al
Departamento de Seguridad Interior; 1.900 millones de dólares del
Departamento de Justicia para las actividades paramilitares del FBI,
38.500 millones de dólares para el Departamento del Tesoro
destinados al Fondo de Retiro de las Fuerzas Armadas; 7.600 millones
para las actividades relacionadas con las fuerzas armadas de la
NASA; y bastante más de 200.000 millones en intereses por pasados
desembolsos financiados con deudas. Esto lleva los gastos de Estados
Unidos para su establishment militar durante el actual año fiscal
(2008), calculados de modo conservador, a por lo menos 1,1 millón de
millones de dólares.
"Semejantes gastos no son sólo obscenos desde el
punto de vista moral, sino que son insostenibles desde el punto de
vista fiscal. Numerosos neoconservadores y estadounidenses
patrióticos mal informados creen que, incluso si nuestro presupuesto
de defensa es inmenso, nos lo podemos permitir porque somos el país
más rico de la Tierra¼ Esa declaración ya
carece de valor. La entidad política más rica del mundo, según el
Libro mundial de datos, de la CIA, es la Unión Europea. El PIB
de la Unión Europea en 2006 fue calculado como ligeramente superior
al de Estados Unidos. El PIB en 2006 de China fue sólo ligeramente
inferior al de Estados Unidos, y Japón fue el cuarto país más rico
del mundo.
"Una comparación más convincente, que revela hasta
qué punto nos va peor, puede ser encontrada en las ‘cuentas
corrientes’ de varias naciones. La cuenta corriente mide el
superávit comercial neto o déficit de un país, más los pagos
internacionales de intereses, royalties, dividendos, capital de
ganancias, ayuda extranjera, y otros ingresos. Para que Japón
fabrique algo, debe importar todas las materias primas necesarias.
Después de hacer ese increíble gasto, todavía logra un superávit
comercial de 88.000 millones de dólares por año con Estados Unidos y
goza del segundo balance de cuenta corriente del mundo por su
tamaño. China es el número uno. Estados Unidos es el número 163 —el
último de la lista, peor que países como Australia y el Reino Unido,
que también tienen grandes déficit comerciales. Su déficit de cuenta
corriente en 2006 fue de 811.500 millones de dólares; el segundo
peor fue el de España con 106.400 millones de dólares. Esto es lo
que es insostenible¼ "
"Nuestros excesivos gastos militares no se
desarrollaron sólo en unos pocos años. Lo han hecho durante mucho
tiempo siguiendo una ideología superficialmente plausible y ahora
comienzan a hacer estragos. La llamo ‘keynesianismo militar’.
Es la determinación de mantener una economía de guerra permanente y
de tratar a la producción militar como si fuera un producto
económico ordinario, aunque no haga ninguna contribución ni a la
producción ni al consumo¼
"La Gran Depresión de los años treinta había sido
superada sólo por el auge de la producción de guerra de la Segunda
Guerra Mundial¼
"Con este concepto, los estrategas estadounidenses
comenzaron a crear una masiva industria de municiones, tanto para
contrarrestar el poder militar de la Unión Soviética —que exageraron
consistentemente— como para mantener el pleno empleo y prevenir un
posible retorno de la Depresión. El resultado fue que, bajo el
liderazgo del Pentágono, se crearon industrias enteramente nuevas
para fabricar grandes aviones, submarinos a propulsión nuclear,
ojivas nucleares, misiles balísticos intercontinentales, y satélites
de vigilancia y de comunicaciones. Esto llevó a aquello contra lo
que advirtió el presidente Eisenhower en su discurso de despedida
del 6 de febrero de 1961: ‘La conjunción de un inmenso
establishment militar y de una gran industria de armamentos es
nueva en la experiencia estadounidense’ —es decir, el complejo
militar-industrial.
"En 1990, el valor de las armas, del equipamiento, y
de las fábricas dedicadas al Departamento de Defensa representaba un
83 por ciento del valor de todas las fábricas y equipos en la
manufactura estadounidense¼ "
"La dependencia de Estados Unidos del
keynesianismo militar ha progresado a pesar de que la Unión
Soviética ya no existe..."
"La devoción al keynesianismo militar es, de
hecho, una forma de lento suicidio económico¼
"
"El historiador Thomas E. Woods, Jr., observa que,
durante los años cincuenta y sesenta, entre un tercio y dos tercios
de todo el talento de investigación estadounidense fueron desviados
hacia el sector militar¼
"Entre los años cuarenta y 1996, Estados Unidos
gastó por lo menos 5,8 millones de millones de dólares en el
desarrollo, ensayo, y construcción de bombas nucleares. En 1967, el
año pico del arsenal nuclear, Estados Unidos poseía unas 32.500
bombas atómicas y de hidrógeno movedizas¼
"
"Las armas nucleares no fueron sólo el arma secreta
de Estados Unidos sino su arma económica secreta. En 2006, todavía
teníamos 9.960 (de las más modernas). Actualmente no hay un uso
juicioso para ellas, mientras que los millones de millones que
fueron gastados en las mismas podrían haber sido utilizados para
solucionar los problemas de seguridad social y atención sanitaria,
educación de calidad y acceso a la educación a todos, para no hablar
de la retención de puestos de trabajo altamente calificados dentro
de la economía estadounidense¼ "
"Nuestro breve ejercicio como la ‘única
superpotencia’ del mundo llegó a su fin.
"¼ Actualmente ya no
somos el principal país prestamista del mundo. En los hechos somos
ahora el mayor país deudor del mundo, y seguimos ejerciendo
influencia sólo sobre la base de proezas militares.
"Parte del daño causado no podrá ser rectificado
jamás.
"Hay algunos pasos que este país tiene que dar
urgentemente. Incluyen que se revoquen los recortes de impuestos de
Bush para los ricos de 2001 y 2003, que comencemos a liquidar
nuestro imperio global de más de 800 bases militares, que eliminemos
del presupuesto de defensa todos los proyectos que no estén
relacionados con la seguridad nacional de Estados Unidos y que
cesemos de utilizar el presupuesto de defensa como un programa
keynesiano de creación de empleos. Si lo hacemos tendremos una
posibilidad de librarnos por un pelo. Si no lo hacemos, enfrentamos
la probable insolvencia nacional y una larga depresión."
En una consulta en Internet sobre la obra de Johnson,
ya la respuesta está diseñada para él. ¿Qué expresa? Algo que
explico en muy apretada síntesis:
"Johnson está argumentando que Estados Unidos es su
propio peor enemigo. ‘Más temprano que tarde, asegura él, la
arrogancia de Estados Unidos provocará su caída’. El libro de
Johnson está formado en gran medida por capítulos autónomos acerca
de un número de temas vagamente relacionados.
"’El tiempo para evitar la bancarrota financiera y
moral es corto’. Más tarde, llega a la conclusión siguiente:
‘Estamos al borde de perder la democracia en aras de mantener
nuestro imperio’. Las obras de Johnson son descritas como
‘polémicas’... Mientras que muchos de nosotros nos hemos vuelto
insensibles ante las atrocidades de la Casa Blanca, la indignación
de Johnson con la Administración —sus memorandos de la tortura, su
desprecio por la libre información pública, su burla de los tratados
establecidos— es vívida. Esto puede deberse a sus antecedentes
conservadores: teniente de la Marina en la década de los 50, asesor
de la CIA de 1967 a 1973 y defensor por mucho tiempo de la guerra de
Viet Nam, Johnson sólo se horrorizó tardíamente del militarismo e
intervencionismo norteamericano. Ahora escribe como si quisiera
recuperar el tiempo perdido. La contribución más sobresaliente de
Johnson al debate acerca del imperio norteamericano es su
documentación de la vasta red de bases militares de Estados Unidos
en el extranjero¼
"’Hace muchos años se podía trazar la expansión del
imperialismo por medio del conteo de colonias’, escribe Chalmers
Johnson en Némesis: los últimos días de la república
estadounidense. ‘La versión norteamericana de la colonia es la
base militar¼ ’
"Némesis es un libro acerca del poder duro. Al
equiparar a las lejanas bases de Estados Unidos con las guarniciones
de Roma, Johnson postula que las cosas no han cambiado mucho desde
los días de César y Octavio. Pero con las armas nucleares
desperdigadas entre las grandes potencias y las menores, el poderío
militar sólo puede lograr la destrucción mutua¼
Nuestras tropas están asediadas."
"Cada uno de los eruditos capítulos de Johnson
enseña tanto como perturba. Pero su jeremiada subyacente acerca de
la muerte de la democracia, carece de fuerza analítica. Johnson mira
de manera incrédula a ‘los que creen que la estructura de gobierno
en el Washington de hoy tiene algún parecido con el esbozado en la
Constitución de 1787’.
"Tal pesimismo parece exagerado. La República ha
sobrevivido a Richard Nixon y a Edgar J. Hoover, y la democracia, a
pesar de los golpes recibidos, sobrevivirá también a Bush."
Los argumentos para responder concretamente al
artículo suscrito por Johnson el 27 de enero requieren algo más que
una declaración de fe en la democracia y la libertad. Johnson no
inventó la Aritmética, que hasta un alumno de sexto grado conoce;
tampoco la inventó el gran poeta chileno Pablo Neruda, también
Premio Nobel. Estuvo muy cerca de no obtener un título
universitario: constantemente preguntaba —narra su biógrafo— cuánto
era 8 por 5; nunca se acordaba de que era 40.
Hace varios meses, analizando cuidadosamente más de
400 páginas de la traducción de las memorias de Alan Greenspan,
quien fuera 16 años Presidente de la Reserva Federal de Estados
Unidos, La era de la turbulencia —sobre la que prometí
escribir algunas reflexiones y es ya agua pasada—, aprendí a conocer
el secreto de sus enormes inquietudes: lo que comienza a suceder en
la actualidad. En esencia, comprendía con claridad las
consecuencias, terribles para el sistema, de imprimir billetes y
gastar sin límites.
Deliberadamente no enfrenté a ninguno de los
candidatos de ambos partidos al delicadísimo tema del cambio
climático para no perturbar ilusiones y sueños. La publicidad nada
incide en las leyes físicas y biológicas. Estas son menos
comprensibles y más complicadas.
Expresé hace meses la seguridad de que el que más
conocía sobre el tema del cambio climático y contaba con más
popularidad no aspiraría a ser candidato a la Presidencia. Ya lo
había sido y le arrebataron la victoria mediante escandaloso fraude.
Comprendía los riesgos de la naturaleza y de la política. Es obvio
que me refiero a Albert Gore. Es un buen termómetro. Hay que
preguntarle cada día cómo durmió. Sus respuestas serán sin duda
útiles para la desesperada comunidad científica; esta desea que la
especie sobreviva.
En la próxima reflexión abordaré un tema de interés
para muchos compatriotas, pero no lo adelantaré.
Pido perdón a los lectores por el tiempo y el
espacio que ocupé durante cinco días con El Candidato Republicano.