Dije ayer que, mientras Bush hablaba en el Congreso,
McCain recibía homenajes en el restaurante Versailles de La Pequeña
Habana.
Allí residieron y se instalaron con sus familias la
mayoría de los más enconados enemigos de la Revolución Cubana, que
fueron los batistianos, los grandes terratenientes, casatenientes y
millonarios que tiranizaron y saquearon a nuestro pueblo. El
gobierno de Estados Unidos los ha utilizado a su antojo para
organizar a invasores y terroristas que a lo largo de casi 50 años
ensangrentaron a nuestro país. A aquel flujo se sumaron después
emigrantes ilegales, la Ley de Ajuste Cubano y el brutal bloqueo
impuesto al pueblo de Cuba.
Es increíble que a estas alturas el candidato
republicano, con honores de héroe, se convierta en instrumento de
esa mafia. Nadie que se estime a sí mismo comete tan grave falta de
ética.
Los representantes Ileana Ros-Lehtinen, Mario y
Lincoln Díaz- Balart, el senador, igualmente de origen cubano, Mel
Martínez, el gobernador Charles Christ y el senador independiente
Joseph Lieberman, se han convertido en puntales del candidato para
tratar de ganar la Florida y en sus asesores principales para la
política en América Latina.
¿Qué podrán esperar los latinoamericanos de tales
consejeros?
Ros-Lehtinen caracterizó a McCain como "fuerte en
defensa nacional" y "también comprende la amenaza que significa el
régimen de Castro".
McCain tuvo participación destacada en una audiencia
que realizó el 21 de mayo del 2002 sobre Cuba en el Subcomité de
Asuntos de Consumo, Comercio Exterior y Turismo, del Comité de
Ciencia y Transportación, en la que reiteró que nuestro país
constituye una amenaza para Estados Unidos por su capacidad de
producir armas biológicas, lo que James Carter demostró era
ridículo.
Sobre medidas propuestas para flexibilizar los
viajes a Cuba, McCain, en octubre de 2003, presentó una moción para
interrumpir el debate en torno a estos tópicos.
Se destaca la gestión realizada en marzo de 2005
para presentar un proyecto legislativo bajo el título "Ley para el
impulso de la democracia 2005", que autoriza financiamiento,
refuerza la subversión, establece nuevas estructuras y propone
mecanismos adicionales de presión contra Cuba.
En alusión a las avionetas piratas derribadas el 24
de febrero de 1996, declaró: "Si yo fuera Presidente de Estados
Unidos, ordenaría una investigación del derribo de esos valientes
que fueron asesinados bajo órdenes de Fidel y Raúl Castro, y los
enjuiciaría".
En otra de sus caprichosas declaraciones expresó que
"cuando hubiera libertad en Cuba, le gustaría enfrentarse a los
cubanos que torturaron a algunos de sus compañeros durante la guerra
de Viet nam". ¡Qué coraje el del obsesivo candidato!
Vayamos a la esencia de su pensamiento.
¿Qué educación política recibió? Ninguna. Se le
instruyó como piloto de guerra a partir de las aptitudes físicas
para manejar un avión de ataque. ¿Qué predominaba en él? La
tradición familiar y sus fuertes motivaciones políticas.
En sus memorias afirma: "Mi padre llegó al alto
mando cuando el comunismo había reemplazado al fascismo como la
amenaza dominante a la seguridad norteamericana. Lo odió ferozmente
y se dedicó a su aniquilamiento. Él creyó que estábamos bloqueados
sin escape en una lucha —vida o muerte— con los soviéticos. Uno u
otro lado acabaría por alcanzar la victoria total y el poderío naval
resultaría crucial para el resultado. Él era categórico sobre este
asunto."
"En 1965, choques violentos entre facciones
beligerantes, una de las cuales se creía que era un frente
comunista, habían puesto a la República Dominicana al borde de la
guerra civil. El Presidente Johnson ordenó a mi padre comandar el
asalto anfibio en la Operación Steel Pike 1, la invasión y ocupación
de la nación caribeña. Dicha operación era controversial. Los
críticos la juzgaron, con razón, como una intervención ilegal en los
asuntos de una nación soberana. Mi padre, como era común en él,
estaba impertérrito ante la oposición interna.
"‘Algunos condenaron la intervención por
injustificada’, observó, ‘pero los comunistas estaban listos para
intervenir y hacerse cargo. Puede ser que la gente no te ame por ser
fuerte cuando tienes que serlo, pero te respetan por ello y aprenden
a comportarse de acuerdo a esa actitud’.
"Su nombramiento posterior en las Naciones Unidas,
fue considerado por la armada como un punto final y se consideraba
su última misión. Era un Almirante de tres estrellas y las
perspectivas de una cuarta estrella eran remotas. Dos años después
le ordenaron marchar a Londres para asumir el mando de las fuerzas
navales de Estados Unidos en Europa. La cuarta estrella vino con
este nombramiento. Antes de un año le dieron el mando de todas las
fuerzas de Estados Unidos en el Pacífico, el mayor mando operacional
militar del mundo."
Regresando McCain en su viaje de entrenamiento como
cadete, pasó por el territorio ocupado de Guantánamo.
"Guantánamo en esos días antes de Castro era un
lugar salvaje. Todos fuimos a tierra y nos dirigimos inmediatamente
a las enormes tiendas de campaña que se habían instalado en la base
como bares temporales, en las que se servía grandes cantidades de
cerveza fuerte cubana y ponches de ron incluso más potentes a los
que manifestaran sed y no pudieran ni pagarse el trago más barato."
"Me sentía orgulloso de graduarme de la Academia
Naval. Pero en ese momento, la emoción que sentí más profundamente
fue la de alivio. Ya me habían aceptado en Pensacola para un
entrenamiento de vuelo. En aquellos días, solo había que aprobar el
examen físico para calificar para el entrenamiento de vuelo, y
estaba ansioso por hacerme a la vida de un despreocupado aviador de
la Marina."
"En octubre de 1962, estaba justamente regresando a
la base naval de Norfolk después de completar un despliegue en el
Mediterráneo a bordo del Enterprise.
Mi escuadrón levantó vuelo del Enterprise y regresó
a la Estación Aérea Naval Oceana mientras la nave entraba a Norfolk."
"Pocos días después de nuestro regreso, recibimos de
improviso órdenes de volar de regreso al portaaviones. Nuestros
superiores explicaron la insólita orden informándonos que un huracán
se dirigía hacia nosotros."
"Todos nuestros aviones remontaron vuelo de vuelta
al portaaviones en el curso de veinticuatro horas y nos dirigimos
mar afuera. Además de nuestros A-1, el Enterprise tenía aviones de
ataque de largo alcance, a los que típicamente les son dificultosos
el despegue y el aterrizaje. Nos embarcamos en nuestro misterioso
despliegue sin ellos."
"Nuestro jefe aéreo se dirigió a un representante
del escuadrón y le dijo que no teníamos tiempo para esperar por
todos sus aviones para aterrizar; algunos de ellos tendrían que
regresar a su base.
"Yo estaba bastante desconcertado con la aparente
urgencia de nuestra misión —nos habíamos movido precipitadamente en
un día, dejando atrás algunos de nuestros aviones; el escuadrón de
la Marina había recibido la orden de unirse a nosotros con el
combustible suficiente para aterrizar o hacer un amarizaje. El
misterio se resolvió cuando poco tiempo después todos los pilotos se
reunieron en el salón multipropósito del Enterprise para escuchar la
transmisión de un mensaje del Presidente Kennedy informando a la
nación que los soviéticos estaban basificando misiles nucleares en
Cuba."
Se estaba refiriendo esta vez a la conocida Crisis
de Octubre de 1962, hace más de 45 años, que dejó en él deseos
latentes de atacar a nuestro país.
"El Enterprise, navegando a toda velocidad impulsado
por energía nuclear, fue el primer portaaviones norteamericano en
llegar a las aguas frente a Cuba. Durante casi cinco días, los
pilotos del Enterprise creímos que entraríamos en acción. Nunca
antes habíamos combatido, y a pesar de la confrontación mundial que
presagiaba un golpe contra Cuba, estábamos preparados y ansiosos de
ejecutar nuestra primera misión de vuelo. La atmósfera a bordo de la
nave era bastante tensa, pero no exageradamente. Por supuesto, en
nuestro fuero interno estábamos muy excitados, pero mantuvimos
nuestra compostura e imitamos la imagen típica de un lacónico,
reservado y audaz norteamericano en guerra."
"Después de cinco días la tensión aflojó, cuando se
hizo evidente que la crisis se resolvería de forma pacífica. No nos
decepcionó no haber logrado nuestra primera experiencia de combate,
pero se abrieron nuestros apetitos y avivaron nuestras fantasías.
Anticipamos con avidez la ocasión de hacer lo que estábamos
entrenados para hacer, y descubrir, al fin, si éramos lo bastante
valientes para realizar la tarea."
Narra más adelante el accidente que se produjo en el
portaaviones nuclear Forrestal cuando se encontraba en el
Golfo de Tonkín. Ciento treinta y cuatro jóvenes norteamericanos,
muchos con 18 y 19 años, murieron en un enorme esfuerzo por salvar
la nave. El portaaviones, lleno de perforaciones por las bombas que
estallaron, tuvo que viajar a Estados Unidos para ser reconstruido.
Habría que revisar lo que entonces se publicó y el enfoque sobre el
tema.
McCain pasa después a otro portaaviones de tipo
convencional en los mismos mares, con idéntico objetivo. Cada una de
las autodefiniciones del autor deben observarse.
"El 30 de septiembre de 1967, me reporté al
Oriskany y grupo VA-136, que era un escuadrón de ataque de A-4 y
respondía al sobrenombre de ‘Los Santos’. Durante los tres años que
duró la Operación Trueno Rodante —campaña de bombardeo al norte de
Viet nam que comenzó en 1965—, ningún piloto de portaaviones vivió
más acción o sufrió más pérdidas que los del Oriskany. Cuando
la administración Johnson dio por concluida la Operación Trueno
Rodante, en 1968, treinta y ocho de sus pilotos habían sido muertos
o capturados. Se habían perdido sesenta aviones, incluyendo
veintinueve del modelo A-4. ‘Los Santos’ sufrieron la más alta tasa
de bajas. En 1967, un tercio de los pilotos del escuadrón fue muerto
o capturado. Cada uno de los quince A-4 que pertenecían
originalmente a este grupo había sido destruido. Nosotros gozábamos
de una reputación por nuestra agresividad y por el éxito que
alcanzábamos en nuestras misiones. En los meses que antecedieron mi
llegada al escuadrón, ‘Los Santos’ habían destruido todos los
puentes de la ciudad portuaria de Haiphong."
"Al igual que todos los pilotos de combate, nosotros
mostrábamos una indiferencia casi macabra hacia la muerte, que
encubría una gran tristeza en el escuadrón y que se hacía más
profunda a medida que aumentaba nuestra lista de bajas.
"Volábamos hacia nuestro próximo ataque con la
determinación de hacer el mayor daño posible.
"Yo estaba a punto de lanzar mis bombas cuando la
alarma del avión sonó.
"Sabía que me habían dado. Mi A-4, que volaba a una
velocidad cercana a las 550 millas por hora, se precipitó
violentamente a tierra haciendo giros en espiral."
"Reaccioné automáticamente en el momento luego del
impacto, y vi que mi avión había perdido un ala. Comuniqué mi
situación por radio y activé la palanca de expulsión de emergencia
del asiento."
"Choqué con parte del avión, rompiéndome mi brazo
izquierdo, mi brazo derecho en tres partes y mi rodilla derecha.
Quedé inconsciente por un breve instante debido a la fuerza de la
expulsión. Algunos testigos afirman que mi paracaídas apenas se
abrió momentos antes de caer en las aguas poco profundas del Lago
Truc Bach. Toqué tierra en medio del lago, en el centro de la
ciudad, a plena luz del día."
"Mi padre no era muy dado en cuanto a pelear guerras
con medidas a medias. Él consideraba la auto-contención como una
admirable cualidad humana, pero cuando se pelean guerras el creía en
tomar todas las medidas necesarias para traer el conflicto a una
conclusión rápida y exitosa. La guerra de Viet nam no fue rápida ni
exitosa y sé que esto lo frustró bastante."
"En un discurso que pronunció después que se retiró,
expresó que ‘dos decisiones deplorables’ habían condenado a los
Estados Unidos a fracasar en Viet nam: "La primera fue la decisión
pública para prohibir a las tropas estadounidenses entrar en el
norte de Viet nam y derrotar al enemigo en su propio suelo...
La segunda fue... prohibir el bombardeo de Hanoi y Haiphong
hasta las dos últimas semanas del conflicto...".
"Estas dos decisiones se combinaron para permitirle
a Hanoi adoptar cualquier estrategia que quisiera, sabiendo que
virtualmente no habría represalias, ni contraataque".
"Cuando los vietnamitas del norte lanzaron una
ofensiva de primera importancia en diciembre de 1971, en un momento
en que las fuerzas de Estados Unidos en Vietnam habían sido
reducidas a 69 000 hombres, el Presidente Nixon finalmente le indicó
a mi padre minar Haiphong y otros puertos del norte de manera
inmediata. La Administración Nixon prescindió mucho de la
microdirección de la guerra que le había prestado tan mal servicio a
la Administración de Johnson, particularmente las absurdas
restricciones de objetivos impuestas a los pilotos de los
bombarderos estadounidenses".
"Las relaciones entre los comandantes militares y
sus superiores civiles mejoraron cuando el Presidente Nixon y el
Secretario de Defensa Melvin Laird asumieron el cargo. La nueva
administración evidentemente estaba más interesada y apoyaba los
puntos de vista de los generales y almirantes que llevaban a cabo la
guerra. Mi padre tenía una buena relación con ambos, Nixon y Laird,
así como con Henry Kissinger, el Consejero de Seguridad Nacional del
Presidente".
No oculta sus sentimientos cuando habla de las
víctimas de los bombardeos. Sus palabras destilan profundo odio.
"En abril de 1972 nuestra situación mejoró mucho
más, cuando el Presidente Nixon reinició el bombardeo de Viet nam
del Norte y bajo las órdenes de mi padre empezaron a caer sobre
Hanoi las primeras bombas desde marzo de 1968. La Operación
Linebacker, como se llamó a esa campaña, trajo a los B-52 a la
guerra, con su enorme carga de bombas".
"La angustia que habíamos sufrido antes de 1972 se
empeoró por el miedo que teníamos de que Estados Unidos no estuviera
preparado para hacer lo que era necesario para dar término a la
guerra de un modo razonablemente rápido. No podíamos divisar en el
horizonte el día que la guerra iba a terminar. Aunque usted haya
apoyado la guerra o se haya opuesto a ella —conocí varios presos que
defendían la última posición— nadie creyó que la guerra debió haber
sido llevada a cabo del modo en que lo hizo la administración
Johnson".
"Los B-52 aterrorizaron Hanoi durante once noches.
Venían oleada tras oleada. Durante el día, mientras los bombarderos
estratégicos eran reamunicionados y reabastecidos de combustible,
otros aviones iban al asalto. Los vietnamitas comprendieron."
"Nuestros oficiales superiores sabiendo que este
momento era inminente, nos habían advertido que no mostráramos
ninguna emoción cuando el acuerdo se hiciera público."
Destila odio hacia los vietnamitas. Estaba dispuesto
a exterminarlos a todos.
"En el momento en que llegó el fin, con la firma en
París de los acuerdos de paz, mi padre se había retirado del
servicio activo. Ya sin las restricciones de su papel como
subordinado a superiores civiles, desestimó el acuerdo. ‘En nuestra
ansiedad por salir de la guerra, firmamos un acuerdo muy malo’,
dijo."
En estos párrafos está reflejado el pensamiento más
íntimo de McCain. Lo peor se produce cuando cede a la idea de hacer
una declaración contra la guerra llevada a cabo por su país. Eso no
podía dejar de mencionarlo en su libro. ¿Cómo lo hace?
"Él (su padre) había recibido un informe de que una
transmisión propagandística grandemente editada que se pretendía
había sido hecha por mí, había sido analizada y la voz comparada con
la grabación de mi entrevista con el periodista francés. Las dos
voces fueron identificadas como la misma. En los días de angustia
justo después de mi confesión, temía que esto fuera descubierto por
mi padre.
"Después que regresé a casa, él nunca me mencionó
que sabía acerca de mi confesión y, aunque le conté al respecto,
nunca lo discutí con profundidad. Sólo hace poco supe que la cinta
que soñé haber oído a través del altoparlante en mi celda había sido
real, había sido transmitida fuera de la prisión y había sido
conocida por mi padre.
"Si hubiera sabido del momento en que mi padre había
oído mi confesión, me hubiera angustiado más de lo que se pudiera
imaginar y no me hubiera recuperado de la experiencia tan rápido
como lo hice. Pero en los años que han pasado desde ese suceso, mi
estima por mi padre y por mí mismo ha madurado. Comprendo mejor la
naturaleza del carácter fuerte.
"Mi padre fue un hombre lo suficientemente fuerte
para no juzgar demasiado duro el carácter de un hijo que había
alcanzado sus límites y descubrió que estos eran pequeños para los
estándares de los héroes idealizados que nos han inspirado cuando
niños."
No por eso lo critico. Sería despiadado e inhumano
hacerlo. No es el objetivo. Se trata ahora de la necesidad de
desenmascarar una política que no es individual, sino compartida por
muchas personas, ya que la verdad objetiva siempre será difícil de
comprender.
¿Ha pensado alguna vez McCain en los Cinco Héroes
antiterroristas cubanos que fueron encerrados en prisiones
solitarias como las que él dice detestar, obligados a comparecer
ante un jurado de La Pequeña Habana por delitos que nunca
cometieron, sancionados tres de ellos a una y hasta dos cadenas
perpetuas, y los otros dos a 19 y 15 años?
¿Conoce que las autoridades de Estados Unidos
recibieron información que pudo impedir la muerte por terrorismo de
ciudadanos norteamericanos?
¿Conoce las actividades de Posada Carriles y Orlando
Bosch, responsables de la voladura de un avión cubano de pasajeros
en pleno vuelo y la muerte de sus 73 ocupantes?
¿Por qué no les habla de eso a los cadetes de
Annapolis?
Los héroes cubanos están próximos a cumplir ya 10
años de prisión. No han asesinado ni torturado nunca a nadie. No los
acuse ahora de que estaban en Viet nam torturando a pilotos
norteamericanos.
Conozco lo declarado por usted en la escuela donde
se graduó como cadete. Le agradezco su noble deseo de no responderme
para no dignificarme. La única lamentable confusión —y no ha sido la
intención de algunas agencias que transmitieron la primera reflexión
sobre el tema— es que yo pedí pruebas. No se puede probar lo que
nunca ocurrió. Pedí ética.
Continuaré.

Fidel Castro Ruz
12 de febrero de 2008
7 y 26 p.m.
El candidato republicano
(PRIMERA PARTE)
El candidato republicano (SEGUNDA
PARTE)