MÉXICO, 27 de marzo (PL). — La
actriz María Rojo y el músico Carlos Santana denunciaron hoy los
móviles económicos de Estados Unidos y Gran Bretaña en su guerra
contra Iraq, y se suman así a una ola de intelectuales que han
repudiado la agresión.
La artista mexicana subrayó el
peligro que se cierne sobre el planeta, y en especial sobre los
países petroleros, porque detrás del conflicto, sostuvo, se
yerguen intereses económicos.
En términos similares se pronunció
su compatriota, el guitarrista y compositor mexicano Carlos Santana,
laureado con varios Grammy, quien ubicó las reservas petroleras
como el móvil de las potencias anglófonas en el país árabe.
De esta forma, crecen las voces de
los creadores mexicanos que repudian la guerra, cuando ya el
célebre escritor Carlos Fuentes, autor de La muerte de Artemio
Cruz, aplazó su participación en un seminario en la Universidad de
Brown, Estados Unidos, como protesta por la conflagración armada.
La víspera fue difundida una carta
que Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nóbel de la Paz, envió a Kofi
Annan, Secretario General de la ONU, para reclamar un juicio contra
los gobiernos de los países agresores.
En la misiva instó a establecer un
proceso legal que posibilite declarar a los presidentes de Estados
Unidos y Gran Bretaña criminales de lesa humanidad y arremetió
contra la postura de ese organismo internacional en el conflicto.
La ONU se ha abstenido de exigir a
las naciones atacantes la retirada inmediata de sus tropas, ni
envía ayuda humanitaria a los iraquíes, lamentó el intelectual, y
agregó que Estados Unidos está imponiendo al mundo una postura de
inflexión.
En Londres, Yoko Ono, viuda del
mítico músico inglés John Lennon, aseguró que si el ex Beatle
viviera, rechazaría categóricamente la actitud del primer ministro
británico, Anthony Blair, quien ha hecho pública su admiración
por el famoso cuarteto de Liverpool.
Los últimos días relevantes
intelectuales y artistas del mundo han levantado sus voces para
rechazar la injerencia militar en Iraq, y entre ellas sobresale el
ensayista, narrador y periodista uruguayo Eduardo Galeano, creador
de Las venas abiertas de América Latina (1971).
La imagen trágica de la guerra,
sostuvo, es la no transmitida. La estampa ausente, censurada estos
primeros días: los muertos, los heridos, los mutilados, las vidas
humanas, concluyó irónico.
Otro escritor latinoamericano, el
peruano Alfredo Bryce Echenique, Premio Planeta 2002, calificó de
torpe la política exterior de Estados Unidos en la ceremonia de
entrega del título Doctor Honoris Causa concedido al autor por la
Universidad de San Martín de Porres, en Lima.
En España, cuyo gobierno respalda la
escalada bélica y en donde la opinión pública la rechaza por
contundente mayoría, varios artistas han manifestado su apego al
pueblo.
Especialmente enérgicas fueron las
declaraciones de Pedro Almodóvar, quien prometió una fuerte
campaña que excluya la posibilidad de que José María Aznar, al
frente del gobierno español, sea reelegido en su cargo
próximamente.
Otras personalidades del cine y del
teatro como los actores Pilar Bardem y Juan Echanove encabezaron
recientemente una manifestación que reclamó la dimisión del
mandatario.
En línea con estas posturas, el
compositor e intérprete español Joaquín Sabina calificó de
miserables a los gobiernos que promueven la violencia.
Junto a él, Silvio Rodríguez, una
de las figuras emblemáticas de la Nueva Trova Cubana, fustigó los
aires bélicos que se imponen en el mundo, condena que también
hicieron públicas el escritor Roberto Fernández Retamar,
presidente de Casa de las Américas, el pintor Nelson Domínguez y
el músico Frank Fernández.
En el país gestor del ataque,
Estados Unidos, los artistas han aclarado que la guerra no se hace
en su nombre, tal como lo enfatizaron en la gala de entrega de los
Oscar, en la que una ola de emblemas pacifistas distinguió la
imagen de los asistentes.
La ceremonia, a pesar de presiones
para que siguiera un cauce "eminentemente artístico",
incluyó pronunciamientos como los del actor mexicano Gael García y
el realizador estadounidense Michael Moore.
El documentalista calificó al jefe
del gobierno estadounidense, George W. Bush, como presidente
ficticio, en alusión a los comicios que en el 2000 lo llevaron al
poder.