Este 12 de septiembre del 2010, se cumplen 12 años del injusto
encierro en prisiones norteamericanas de Gerardo Hernández Nordelo,
Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando
González Llort y René González Sehwerert.
Desde su arresto y durante todo el largo y amañado proceso
judicial, en el cual se les impusieron desmesuradas condenas,
incluyendo cadena perpetua para dos de ellos y dos cadenas perpetuas
para otro, estos Cinco cubanos han enfrentado los mayores obstáculos
para ejercer sus derechos y han sido sometidos a crueles castigos,
incluyendo largos periodos de confinamiento solitario y la
prohibición de recibir visitas por parte de sus esposas en los casos
de Gerardo y René.
Durante estos años nuestro pueblo, junto a sus familiares, hemos
denunciado esta injusticia y luchado por su liberación, convencidos
de su inocencia, pues su única, pero importante misión en ese país
fue monitorear los grupos terroristas que durante más de 50 años han
actuado impunemente contra Cuba. Nada de lo que hicieron puso en
riesgo jamás la seguridad de Estados Unidos. Eso lo saben muy bien
las autoridades norteamericanas y fue reconocido incluso durante el
juicio por la propia Fiscalía y por altos jefes militares de ese
país.
Si se quisiera una sola razón para demostrar toda la injusticia y
el revanchismo contenidos en este caso, más allá de su probada
inocencia, bastaría mencionar que durante las últimas décadas
ninguna otra persona en ese país, a la que se le haya acusado y
comprobado la práctica de espionaje, incluso vinculadas a acciones
armadas violentas contra Estados Unidos, ha recibido tan altas
condenas, en ningún caso cadena perpetua, y muchos de los
sancionados ya han sido liberados.
Al cabo de 12 años, cuando tras la negativa de la Corte Suprema a
revisar los casos, se han agotado todas las posibilidades en el
orden legal, la situación de estos cinco hermanos nuestros sigue
siendo en extremo difícil; mientras a tres de ellos les modificaron
ligeramente sus condenas, Gerardo Hernández sigue cumpliendo, en
condiciones de máxima seguridad, sus dos cadenas perpetuas más
quince años.
Al referirse a la necesidad de la solidaridad para alcanzar la
justicia, el destacado jurista norteamericano Leonard Weinglass, uno
de los abogados defensores de los Cinco, afirmaba: "Lo peor que
puede pasarle a alguien dentro del sistema de justicia
norteamericano es estar solo. La solidaridad es necesaria no para
intimidar a la corte, sino para indicar que el mundo está vigilando
y que la ley debe cumplirse".
Estamos seguros que la lucha por su liberación, a la cual se han
sumado pueblos, organizaciones sociales, políticas y de
profesionales, gobiernos y parlamentos de todo el mundo, en gesto de
singular solidaridad con esta justa causa, seguirá creciendo.
Hoy es más necesario que nunca exigir a la Administración de
Estados Unidos que ponga fin a esta injusticia y libere ya a estos
Cinco cubanos.
Asamblea Nacional del Poder Popular