Tan solo unas horas nos separan de otro aniversario
de aquel histórico discurso en que el compañero Fidel nos convocara
para esta batalla difícil, larga, ordenada y precisa para traer a la
patria a nuestros cinco héroes, con la absoluta convicción en su
regreso expresada en aquella frase que ha devenido en símbolo de
esta lucha: "SOLO LES DIGO UNA COSA: VOLVERAN"
¿Qué nos motiva hoy? La Corte Suprema de Estados
Unidos anunció el pasado 15 de junio, siguiendo ciega y fielmente la
petición fiscal, su decisión de no revisar el caso de nuestros Cinco
compañeros. Todo ello, como afirmara la Presidencia de la Asamblea
Nacional cubana, a pesar de los sólidos argumentos esgrimidos por
los abogados de la defensa ante las evidentes y múltiples
violaciones legales cometidas durante todo el proceso, y
desconociendo el universal respaldo a esta petición, expresado en
una cifra sin precedentes de documentos de "amigos de la Corte",
entre ellos, como ya se ha dicho, de 10 premios Nobel, centenares de
parlamentarios, numerosas organizaciones de juristas internacionales
y norteamericanos, de organizaciones de Derechos Humanos y de
destacadas personalidades políticas y académicas.
La Corte al rechazar el caso, ha ignorado el reclamo
de la Humanidad y su obligación de hacer justicia, ha desestimado un
grupo de elementos que le habrían permitido actuar honorablemente y
hacer justicia. No pretendemos examinar exhaustivamente, desde el
punto de vista técnico, todos y cada uno de los aspectos que
matizaron el proceso, sólo pincelar algunos elementos esenciales que
por sí solos constituyen causa suficiente para la revisión del caso.
Resulta ilustrativo que desde el 27 de mayo de 2005
el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas declaró arbitraria la detención
de Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón
Labañino y René González e instó al Gobierno de Estados Unidos a
adoptar de inmediato las medidas necesarias para solucionar esta
situación; debiendo significarse que esta decisión constituye el
primer cuestionamiento de ese Grupo sobre un juicio celebrado en
Estados Unidos.
El tema de la sede judicial deviene en pieza
primordial del pronunciamiento al reconocerse que "el juicio no tuvo
lugar en un clima de objetividad e imparcialidad tal como es
requerido". La solicitud del cambio de sede para la celebración del
juicio había sido planteada por los abogados defensores desde la
primera semana de febrero del 2002, con abundantes argumentos para
respaldar la petición, moción que fuera denegada de plano. Con esa
posición se violaban la quinta y sexta Enmiendas de la Constitución
norteamericana, que exigen la celebración del juicio ante un jurado
imparcial y desprejuiciado, postulando además el derecho de los
acusados a un cambio de jurisdicción cuando el Distrito no satisfaga
las garantías básicas para un juicio justo e imparcial.
Igualmente, sostiene el Grupo de Trabajo que los
abogados de la defensa tuvieron un acceso muy limitado a la
evidencia al ser clasificado el proceso por el Gobierno
norteamericano como "de seguridad nacional", lo que "socavó el
necesario balance entre la fiscalía y la defensa y afectó
negativamente su capacidad para presentar evidencia contraria". Así
como que el hecho de haberlos "mantenido en confinamiento solitario
durante 17 meses" determinó que "la comunicación con sus abogados,
el acceso a la evidencia y, por consiguiente, las posibilidades de
contar con una defensa adecuada se vieran debilitadas". Supuestos
todos que ponen de manifiesto una franca violación del consagrado
derecho al debido proceso.
La Corte Suprema obvió además la unánime decisión
del Panel de 3 jueces que en el propio año 2005 declaró sobre la
nulidad del juicio celebrado en Miami; ignoró en el cargo 3 de
conspiración para cometer asesinato, el lógico cuestionamiento de la
propia Fiscalía ante la falta de evidencias sobre tal acusación, lo
cual consideraba "un obstáculo insuperable". También en cuanto al
cargo de conspiración para obtener información de seguridad
nacional, se reconoce en la resentencia la carencia de los elementos
que tipifican esta figura al no tratarse de información secreta, ni
extremadamente protegida con la cual se proporcionara alguna
superioridad. Aspectos en los que se apoyó la jueza Kravitch para en
18 páginas argumentar su opinión disidente. Tampoco llamó la
atención de la Corte el criterio de otro de los jueces que insistió
en que el caso debía ser analizado en el Supremo por el tema de la
sede.
A estos postulados pudiéramos agregar que los amicus
presentados por parte de organizaciones norteamericanas también
piden a la Corte Suprema que revise la eliminación de
afrodescendientes del jurado. El fiscal utilizó siete de las nueve
veces que tenía derecho a pedir el cambio de algún miembro del
jurado sin dar razones para eliminar a los jurados negros. Al
parecer el pueblo estadounidense ha superado el estigma racial para
el poder político, pero en el poder judicial lo mantiene como
esquema.
Hoy quienes me han precedido en el uso de la
palabra, juristas destacadas de nuestro país, han analizado cada
caso en particular, han ido más allá de lo técnico, a lo humano. Nos
han expuesto el inmenso sufrimiento que para las familias ha
significado este proceso; la constante incertidumbre de una madre o
una esposa que no puede apoyar como quisiera porque no le otorgan la
visa, porque se les limita de manera arbitraria su derecho a la
visita mensual. Ello también constituye una infracción flagrante de
las normas constitucionales de los propios Estados Unidos,
particularmente de la VIII Enmienda Constitucional que prohíbe los
castigos crueles e inusuales; así como de principios e instrumentos
de derechos humanos de Naciones Unidas como la Convención contra la
Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, las Reglas
Mínimas del Tratamiento de los Reclusos y, al hacerlo, violan los
propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, y de la Declaración
Universal de Derechos Humanos.
Acotamos, asimismo, que los Estados Unidos de
Norteamérica son de los pocos países en el mundo y el único
desarrollado que no se ha adherido a ninguna de las dos Convenciones
de reconocimiento prácticamente universal, entiéndase la Convención
de los Derechos del Niño y la Convención sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, con lo cual
violan fundamentales derechos de las niñas, los niños y las mujeres
norteamericanas. En el caso específico de la Convención de la Mujer,
se desentiende el Estado de la protección y garantía del derecho de
sus mujeres a determinar el número y el espaciamiento de los hijos
que desean tener.
Si esto es así con la propia población
norteamericana ¿qué puede importarles entonces la paternidad deseada
y necesariamente pospuesta de Gerardo y Adriana, o de Fernando y
Rosa Aurora?
Pudiéramos seguir en una larga exposición de
términos razonables, pero lo más relevante en este momento es
preguntarnos, ¿por qué impera la arbitrariedad? ¿Qué podemos hacer?
Esta Apelación nos permitirá a las mujeres del mundo llegar a todos
los espacios de Naciones Unidas, mecanismos de comunicación y de
supervisión especial, a los cuales la Federación de Mujeres Cubanas
tiene acceso como organización con status consultivo.
Les pedimos a todas las personas con dignidad y
decoro que se unan a nuestro reclamo al elemental sentido de
justicia del Presidente Obama, que sea capaz de desprejuiciarse de
los criterios imperantes en la vida política en que se desenvuelve,
que sea algo tan simple como un ser humano. Esperemos también que su
esposa Michelle nos apoye, pues dada su condición de jurista, está
capacitada para analizar el montaje político y el peso de los
prejuicios que han contaminado este juicio; y que sea más que justa,
sensible, más que esposa de un político, una mujer, una madre. El
Sr. Obama ha tenido la posibilidad de formar una familia, ha
mostrado al mundo el respeto por ella, cuánto valora y ama a su
esposa e hijas y cómo éstas lo apoyan y siguen, puede imaginar lo
que significa truncar arbitraria y fraudulentamente tantos sueños.
Debe saber que se ha cometido una gran injusticia y que tiene la
potestad de echar por tierra tanta infamia.
Alcemos nuestras voces contra el arresto de 5
hombres que nunca debieron estar en prisión y que, a pesar de su
inocencia, aún se encuentran encarcelados en Estados Unidos,
confinados en cárceles de máxima seguridad, limitados y en algunos
casos privados del contacto con sus familias. Este no puede ser el
final. No es cuestión de esperar tranquilos, sino de ayudar a que se
abra paso la luz de la verdad.
Gerardo manifestó hace un año y reiteró
recientemente "que mientras quede una persona luchando fuera,
nosotros seguiremos resistiendo hasta que se haga justicia". En
honor a la dignidad de los 5, sigamos combatiendo; hagámoslo,
mujeres de Cuba y del Mundo, en aras de no convertirnos en testigos
mudos del dolor a que han sido sometidos las madres, las esposas,
los hijos, la familia toda que constituimos el pueblo de Cuba y los
amigos y amigas de Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio.
Continuemos esta batalla por quienes a pesar del
paso de los años con sus días y sus meses, mantienen viva la
esperanza del reencuentro.
Luchemos sin descanso para enfrentar este crimen
contra la ternura, el amor, un crimen contra ese derecho tan humano
que es la felicidad.
Hasta la Victoria,
Siempre.