¨Al odio debemos oponerle el amor a Cuba, el amor a
nuestro pueblo, el amor a Fidel (…) Ese amor debe reflejarse y se
reflejará en más amor entre nosotros. No importan las limitaciones.
Nuestro amor crecerá y seremos más fuertes.¨
Las palabras de Fernando González LLort demuestran
la valía de nuestros cinco héroes. Su heroísmo no sólo lo apreciamos
por el sacrificio y lealtad al pueblo cubano y su revolución, sino
además por su humanismo.
Sólo una causa justa, un ideal preclaro y un corazón
inmenso es capaz de oponer a la injusticia y la indignidad de un
sistema, su noble amor.
Al igual que sus hermanos de lucha, Fernando ha sido
víctima de un proceso judicial manipulado y parcial que conllevó a
una sanción fruto de violaciones del propio sistema legal
norteamericano y de los principios sobre los que se ha sustentado.
La injusticia de este caso tiene varias aristas que rebasan al
propio proceso penal y a la selección de una sede improcedente
porque "cuando se trata de Cuba, Miami es un lugar imposible para
hacer justicia¨.
La injusticia va más allá del confinamiento
solitario al que se le sometió sin que haya existido ninguna razón,
en cuanto a su conducta, que justificara tal decisión.
La injusticia se extiende a la dilación innecesaria
del Gobierno de Estados Unidos para la entrega de los permisos de
entrada a territorio estadounidense a los familiares para poder
visitar a Fernando, después de oponerse a la solicitud de visas
humanitarias, lo cual obviamente agilizaba el trámite o a la
negación de concesión de visa múltiple; así como la omisión inicial
de Magalys y Rosa Aurora de la lista de visitantes de la cárcel.
En fin, no se trata de hechos asilados, es la
situación de incertidumbre y violencia contra Fernando González
LLort y sus familiares un conjunto de acciones sistemáticas reflejo
de la posición anticubana desmedida e irracional del Gobierno de los
Estados Unidos que se prolonga hasta el presente.
La desestimación de la Corte Suprema de Estados
Unidos de revisar el caso de nuestros cinco compañeros, injustamente
encarcelados en ese país, es una prueba más de la hipocresía del
sistema de justicia norteamericano.
Hoy alzo mi voz por una madre que es víctima de
violencia reiterada y múltiple, pero que no será doblegada, porque
también le sobran fuerzas y coraje para luchar. Valores que
trasmitió a un joven que fue capaz de cumplir una misión
internacionalista en la República Popular de Angola como soldado
luchando contra el racismo, contra el apartheid, contra el
colonialismo y en definitiva por la libertad y los más nobles
ideales de la humanidad. Valores que se agigantan en su lucha contra
el terrorismo desarrollado por la mafia cubano americana, desde los
Estados Unidos.
Su solidaridad y generosidad se manifestó
recientemente cuando a la pregunta de su madre Magalys, sobre los
años pendientes en prisión sólo tuvo una respuesta:"Mami lo mío no
cuenta, el que me preocupa es Gerardo. ¿Hasta dónde llegará la
injusticia con Gerardo?
Hoy alzo mi voz por una familia que la
irracionalidad de una posición contra Cuba la ha privado de la
posibilidad de concebir hijos. Puede que el caso de Fernando y Rosa
Aurora no sea único, pero como afirmara el propio Fernando, en carta
a su ¨flaca¨ como llama cariñosamente a Rosa Aurora, ¨lo que le
confiere singularidad a nuestro dolor es que la situación y la
realidad a la que nos obligan a adaptarnos las provocan una
injusticia colosal.¨ La separación impuesta a esta pareja las indujo
a transformar su visión de familia y conformarla a la de una familia
sin hijos. Pero Rosa Aurora y Fernando saben que su amor, como lo ha
hecho hasta ahora, superará todas las pruebas, y cogidos de las
manos, un día cercano, contemplarán el mar y se susurrarán bellas
palabras, algunas ya dichas y otras que han nacido de este amor puro
y maduro, puesto a prueba durante estos años. Como dice Fernando el
¨futuro nos pertenece y disfrutaremos lo que nos han robado.¨
Hoy levanto la voz para que cese la incertidumbre de
Magalys al no saber cuándo podrá, libre de visas, permisos, rejas y
guardias, acariciar las mejillas de su hijo y compartir los abrazos
y besos pendientes de tantos años. Para que su corazón, que tanta
fortaleza ha demostrado, palpite feliz sin la zozobra permanente que
causa la no escucha de una verdad tan nítida: su hijo es inocente,
porque dedicar la vida a la defensa de la supervivencia de todos los
cubanos y de los propios norteamericanos no es un delito, es una
virtud, es un acto de heroísmo.
Magalys y Rosa Aurora piden al actual presidente de
los Estados Unidos Barack Obama que escuche su reclamo que es el de
las madres, esposas, hermanas y mujeres de todo el mundo que
confiamos en la fuerza de la verdad y de los valores humanos
universales.
MUCHAS GRACIAS
La Habana, 22 de junio de 2009.