12
de
diciembre de 2004
Gran operativo político de
venganza contra Cuba
Afirma a Granma Ricardo
Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del
Poder Popular
DEISY
FRANCIS Mexidor
Francis_mexidor@granma.cip.cu
No
hay escenario nacional o internacional en el cual no aborde el
caso de los Cinco antiterroristas cubanos, prisioneros desde
el 12 de septiembre de 1998 en cárceles de Estados Unidos.
Así lo ha hecho Ricardo Alarcón de Quesada,
presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, durante
todos estos años en los cuales se ha dedicado a explicar,
promover, informar y luchar, junto a nuestro pueblo, por la
liberación de Fernando González, Antonio Guerrero, Ramón
Labañino, René González y Gerardo Hernández, condenados
injustamente en una corte de Miami.
En diálogo con Granma dedicó algunas
reflexiones sobre este caso, a propósito de cumplirse entre el
12 y el 27 de diciembre el sexto aniversario de las sentencias
dictadas contra los Cinco.
—Últimamente usted ha insistido en el caso de
algunos individuos que han sido juzgados en Estados Unidos por
espionaje contrastando con el hecho de los Cinco.
Posiblemente aparecerán más casos, voy a
referirme a uno que es muy ilustrativo y del cual hemos
hablado. Es del mes de junio de este año 2007. Se trata del
señor Aragoncillo, una persona al parecer de origen filipino.
Fue un oficial del FBI, asignado a las oficinas del
vicepresidente Richard Cheney. Trabajaba en la Casa Blanca.
Incluso, estuvo vinculado desde antes a la mansión ejecutiva,
en tiempos en que el vicepresidente era Albert Gore. De esa
oficina él se apoderó por lo menos, según el acta del
tribunal, de 733 documentos secretos, o sea, no se trata de
conspiración para cometer espionaje, eso es espionaje puro.
Al salir de la Casa Blanca pasa a trabajar con
el FBI en New Jersey, es cuando descubren el hecho y llevan a
Aragoncillo a juicio, lo juzgan y lo condenan a 10 años de
prisión.
Diez años de prisión por espionaje real,
sustantivo, mientras que a los Cinco por la llamada
conspiración para cometer espionaje, sin haberse apoderado de
un papelito, sin haber sido acusados de ese delito, habiendo
desfilado ante el tribunal una larga lista de altas
personalidades norteamericanas que dijeron "aquí no hay nada
de espionaje", la Fiscalía logró convencer al jurado de Miami
y fueron condenados a injustas y severísimas sentencias que
suman de conjunto cuatro cadenas perpetuas más 75 años de
cárcel.
Eso se explica porque el jurado en esa ciudad
de Florida estaba amedrentado, y en medio de un ambiente
completamente hostil hacia nuestros compañeros se montó la
farsa.
¡En junio del 2007, ahora, con todas las leyes
represivas en Estados Unidos, con todo este ambiente contra
los extranjeros... ,
a un señor que realmente estuvo espiando durante un buen
tiempo y no en cualquier lugar sino desde la Casa Blanca la
pena que le han impuesto son 10 años, además, aclararon que
los puede reducir por buena conducta!
Por tanto, la primera cosa que salta a la
vista es la arbitrariedad, la falta de equidad en el caso de
los Cinco cubanos. Les impusieron sentencias que no solo son
desmesuradas, sino que son absurdas. Todo el proceso del
juicio de los Cinco fue un gran operativo político,
propagandístico de venganza contra Cuba y para favorecer, para
aupar a la mafia miamense. Es la única justificación.
—Las autoridades estadounidenses le han
denegado por octava ocasión a Olga Salanueva y a Adriana Pérez
la visa para ir a visitar a sus esposos René González y
Gerardo Hernández, respectivamente.
Todo es una completa arbitrariedad respecto a
las visas para que los familiares puedan visitar a los Cinco.
Ha sido no solo arbitrario, sino también violatorio de las
normas internacionales y norteamericanas y es parte de lo que
el gobierno de Estados Unidos ha hecho, por una parte para
castigar a los Cinco y por otra para tratar de doblegarlos.
Toda persona recluida en una prisión tiene el
derecho a recibir visitas de sus familiares e incluso de otras
personas. En nuestro caso, se trata de una situación hasta
cierto punto especial, porque los presos están en un país y
los familiares en otro. Cuando Estados Unidos se enfrenta a
esa circunstancia, incluso con casos más problemáticos los ha
resuelto.
Por ejemplo, recuérdese a Zacarías Mozawi, de
origen marroquí, nacido en Francia. Fue arrestado, encausado y
condenado en Estados Unidos según se dice por ser uno de los
participantes en los atentados del 11 de septiembre del 2001.
Según la acusación, él iba a pilotar uno de los aviones el
11-S.
Su madre, una señora marroquí, residente en
Francia, pidió una visa para poder ir a EE.UU. y estar con su
hijo, visitarlo. A ella se le dio una visa sin limitaciones
por razones humanitarias y se trata de alguien que ellos
presentan como el único sobreviviente del comando que atacó
las Torres Gemelas, en Nueva York.
El otro caso es el de Johnny Walker, quien fue
capturado en Afganistán cuando empezó la guerra de Estados
Unidos contra ese país. Ese joven estaba vistiendo el uniforme
de los talibanes, armado y luchando contra las fuerzas
norteamericanas. Lo capturaron. Por ser norteamericano no lo
recluyeron en la base naval de Guantánamo —territorio
ilegalmente ocupado por EE.UU. en Cuba—. Lo llevaron a su
nación de origen, lo juzgaron allá y está cumpliendo una
sentencia en algún lugar de California.
A la hora de dictar la sentencia parece que
hubo un arreglo entre el gobierno y este hombre, y entre los
acuerdos se llegó a uno: que cumpliera la sentencia cerca de
donde vive su familia en San Francisco, para facilitarle que
tenga la posibilidad de ser visitado y que la familia lo haga
sin mayores contratiempos. Lo cual es correcto. No lo critico.
Compara eso con la situación de las compañeras
nuestras. Son unos trámites que implican procesos que demoran
meses: la Sección de Intereses te da una cita, vas allí, dan
unas planillas, las llenan y se les entregan al cónsul
nteamericano, te vas y esperas ¼
Una espera que puede ser de meses a que te llamen y te digan
sí o no. En la práctica eso significa que cuando más han ido
una vez al año —las que han podido viajar—, pues en el caso de
Adriana y Olga la situación es peor, porque nunca han podido
encontrarse con sus esposos.
A Adriana le otorgaron en una ocasión la visa,
pero fue más cruel, porque pudo volar hasta Houston y desde
allí la retornaron a Cuba, no pudo entrar a Estados Unidos.
También a Olga le dieron la visa en una ocasión y después se
la revocaron. A partir de ese momento han sido negativas tras
negativas. Son ocho ocasiones consecutivas ya en las que les
dicen "No".
—En todo este contexto, ¿qué papel puede
desempeñar la solidaridad?
Yo creo que es muy importante que en la medida
en que crezca el conocimiento del caso, que la gente se
pronuncie en el mundo entero, de alguna forma podremos saltar
la muralla de silencio que rodea a Estados Unidos en relación
con este tema. Por eso la solidaridad es tan importante.
Si los norteamericanos supieran la mitad de la
verdad nada más, un pedacito de esa verdad, se darían cuenta
de que están gobernados por una mafia terrorista que mientras
encarcela a luchadores contra el terrorismo por otro lado
sostiene, ampara, protege a grupos terroristas activos, que
están actuando ahora. No es historia pasada.
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