26
de Junio de 2001 CONSPIRACION EN MIAMI
Escándalo de espías para salvar a la FNCA
El agente "especial" del
FBI Héctor Pesquera, ayudó a liberar a varios terroristas que preparaban un atentado
durante la Cumbre Iberoamericana de Isla Margarita y en pago lo trasladaron a Florida para
dirigir la conjura contra los cinco cubanos acusados de espías
POR JEAN-GUY ALLARD especial para Granma
Internacional
Cuando la Guardacosta norteamericana
interceptó el yate La Esperanza, en las aguas limítrofes de Puerto Rico, un día de
octubre de 1997, se sospechaba que la embarcación transportaba drogas. En vez de
narcóticos, los agentes que subieron a bordo se encontraron con un arsenal.

Héctor Pesquera.
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Entre los objetos descubiertos en un
compartimiento secreto cubierto por una alfombra se encontraban siete cajas de municiones,
uniformes militares, seis radios, un teléfono-satélite, lentes de visión nocturna, dos
fusiles de asalto de un valor de más de 7 000 dólares cada uno y capaces de
alcanzar objetivos a más de una milla de distancia.
A bordo de la nave, uno de los cuatro
tripulantes, visiblemente asustado, grita a los oficiales: "¡Estas armas son mías!
Los otros no saben nada de esto. Yo mismo las he puesto ahí. ¡Son armas para asesinar a
Fidel Castro!" Una afirmación luego reforzada por los datos de navegación del barco
que se dirigía hacia la isla venezolana de Margarita donde, efectivamente, Fidel Castro
iba a asistir, días más tarde, a la anual Cumbre Iberoamericana. Para este largo
recorrido, el potente yate de 47 pies estaba equipado con tanques especiales que
contenían 2 000 galones de combustible adicionales.
La declaración del tripulante, el miamense
Angel Alfonso Alemán, cualquiera que fuese su objetivo, llevó a los guardacostas a
desencadenar el debido proceso judicial, teniendo en cuenta la peligrosidad del material
encontrado, la gravedad y las implicaciones de la declaración "espontánea" del
sospechoso.
La investigación pronto iba a dirigirse,
directamente, hacia la más importante organización de emigrados cubano-americanos, la
Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), con lazos políticos extremadamente fuertes,
desde su creación bajo Ronald Reagan, con cada Presidente norteamericano y cada dirigente
importante tanto de los Republicanos como de los Demócratas.
Los 4 ocupantes del barco, tal como fueron
identificados en el momento de su arresto, eran Angel Alfonso Alemán, 57 años de edad,
gerente de una firma textil de Union City, New Jersey; Francisco Córdova, 50 años,
pescador comercial de Maratón; Angel M. Hernández Rojo, 64 años, negociante de madera
de Miami, y Juan Bautista Márquez, 61 años, marinero jubilado de Miami.
Aquí aparece en la historia Héctor
Pesquera, "agente especial" y jefe del FBI de Puerto Rico.
El hombre es el agente del FBI perfecto,
como se ve en las telenovelas norteamericanas. Bien parecido, siempre elegante, da a la
policía federal la imagen de incorruptibilidad que ésta quiere darse.
Ante la prensa, Pesquera, al comentar las
denegaciones de los sospechosos, tiene una frase lista para los titulares. "¡Nadie
sale a pescar con municiones de calibre 50!", afirma el veterano investigador que
nunca pierde una oportunidad de mostrarse ante las cámaras. Promete que habrá, sin
dudas, varias acusaciones llevadas ante los tribunales en el momento que se terminara el
trabajo policíaco. Pero añade que "puede ocurrir que haya implicaciones de
política exterior" y que entonces... "no descarta nada"...
En otras palabras, Pesquera, oliendo
perfectamente lo político del caso, a la vez salva el show mediático e indica que está
en espera de orientaciones de "arriba".
CUANDO TODO CONDUCE A LA FNCA
Pero pronto la investigación revela
que Francisco "Pepe" Hernández, 61 años, el propio presidente de la FNCA, es
dueño de uno de los potentes fusiles encontrados a bordo de La Esperanza. El personaje es
el más conocido líder contrarrevolucionario de Miami, desde la muerte del fundador de la
FNCA, Jorge Más Canosa.
También determinan los investigadores que
José Antonio "Toñín'' Llama, 66 años de edad, miembro del Comité Ejecutivo de la
FNCA, es dueño del yate.
Descubren finalmente que Alfredo Otero, 62
años, otro activista del grupo contrarrevolucionario, estaba encargado de las
comunicaciones de la criminal operación.
El colmo surge semanas después, en enero de
1998, cuando uno de los cuatro tripulantes de La Esperanza, Juan Bautista Márquez, libre
bajo fianza, es arrestado de nuevo... para ser acusado por la Drug Enforcement Agency por
la importación en EE.UU. de 365 kilogramos de cocaína, de conspiración para la
importación de 2 000 kilogramos y de lavado de dinero.
Por supuesto, todas las personas
involucradas niegan su culpabilidad a través de sus abogados, quienes multiplican las
acrobacias judiciales y las declaraciones para "demostrar" la inocencia de sus
clientes. Salvo Alfonso, quien trata de justificarse a través de sus relaciones... Con
mucho orgullo enseña a la prensa sus fotos con el presidente Clinton, con el senador
Robert Torricelli, con Jorge Más Canosa... y con Félix Rodríguez, el famoso ladrón del
Watergate, agente de la CIA, figura de primer plano del escándalo de la narco-contra en
Centroamérica y colaborador del architerrorista Luis Posada Carriles.
En el medio del concierto de protestas de
inocencia hiperactivamente dirigido por Ninoska Pérez-Castellón, entonces jefa de
Propaganda de la camarilla, el abogado mafioso de Alfonso afirma con vehemencia la
inocencia de su cliente con argumentos sorprendentes. ¡Si la CIA ha intentado cantidad de
veces asesinar a Fidel Castro, cómo se podrá acusar a un pobre "inocente",
como Alfonso, de haber intentado lo mismo!
Mientras tanto, la mafia mueve a su gente en
todos los sentidos: a fuerza de protestas, declaraciones teatrales y campañas de engaño,
poco a poco, el caso de La Esperanza naufraga misteriosamente en las aguas revueltas del
aparato judicial norteamericano. Poco a poco... se disuelve con la ayuda complaciente de
Héctor Pesquera, quien, de manera evidente, ha recibido luz verde para sacar urgentemente
a los conspiradores de La Esperanza del pantano donde se han metido.
Detalle interesante: por pura casualidad, el
abogado mafioso de Alfonso se nombra Ricardo Pesquera. Es el primo del agente especial
Héctor Pesquera.
Y mientras termina de hundirse
lamentablemente la causa, el agente especial Héctor Pesquera ¡quien celebrara la
liberación definitiva de los sospechosos, junto a los jueces y los criminales, con una
misa y una fiesta! recibe una oportuna recompensa.
Louis Freeh, el jefe del cuerpo policíaco,
lo manda... a Miami, también de Jefe, con el título de Special Agent in Charge (SAC),
para la Florida del Sur. ¡Qué más pueden soñar sus amistades del cartel de Hialeah!
UN "ESCANDALO" MAS QUE
BIENVENIDO
Héctor Pesquera es nombrado el 2 de
septiembre.
El 14, los medios floridanos difunden una
espectacular noticia. Por primera vez desde que surgió la Revolución Cubana ¡es
decir en 39 años! una "red" de "espías castristas" es
desmantelada con el arresto de varios de sus miembros.
Conferencia de prensa en los
"headquarters" del FBI. Héctor Pesquera está radiante.
Este día del show mediático, Pesquera es a
la vez Special Agent in Charge y vocero político. Estamos en la República
bananera de Miami y él lo sabe. Puede ahora permitirse cualquier cosa.
Por supuesto, se atribuye el crédito de la
"espectacular operación" aunque acaba de llegar bajo el protectorado de la
mafia anticubana.
Proclama que "estamos"
investigando el grupo desde 1995 observe la fecha y que el arresto "es un
golpe significativo al Gobierno de Cuba", y añadió que "los esfuerzos de
espionaje de Castro están derrotados".
Y el mediático policía desencadena la gran
cacería de brujas: "Hemos hecho esto para llamar la atención del público",
afirma, solicitando llamadas de denuncia de los "sospechosos".
En las radios de la histeria anticubana, los
llamamientos para denunciar a su vecino potencialmente "espía" son difundidos
de manera intensa. Ninoska Pérez-Castellón encabeza la campaña con un fanatismo
ejemplar.
En su programa radial de WQBA-1140 AM, los
denunciadores llaman con frenesí para participar en el nuevo juego de sociedad de esta
ciudad ya algo despistada.
La FNCA, olvidándose con mucho gusto del
asunto de La Esperanza, invita a los políticos a provocar una gran investigación sobre
la infiltración de "agentes de Castro" en la Florida del Sur y sopla sobre las
llamas de la histeria anticubana.
Se habla públicamente de "unos"
600 agentes de la Isla infiltrados en todas las esferas de la sociedad miamense no
cuesta nada lanzar números y la Federación mafiosa está demasiado satisfecha de poder
hundir en la nueva campaña de demagogia ultraderechista sus graves problemas de imagen.
PERMISO PARA MAFIAR
Toda la tropa terrorista interpreta
lógicamente la nueva situación como un permiso para mafiar. Del Alfa 66 de
Nazario Sargent a los Comandos F-4 de Rodolfo Frómeta, cada uno conspira con alegría,
para organizar nuevas operaciones contra Cuba o, simplemente, para practicar su actividad
privilegiada: la recolección de fondos.
Desde el architerrorista Orlando Bosch hasta
sus engendros, José Basulto, de Hermanos al Rescate, y Ramón Saúl Sánchez, del
Movimiento Democracia, cada uno está abierto a nuevos negocios "patrióticos".
A pesar de que las aventuras terroristas de
muchos de aquellos grupúsculos fanatizados cubano-americanos son más dirigidas al
consumo miamense y son parte del marketing de interminables campañas de levantamiento de
fondos, algunas se concretizan.
Todo Miami recuerda la ola de atentados
llevados a cabo en La Habana en el curso de 1997 por Luis Posada Carriles, gracias a unos
cuantos mercenarios centroamericanos que depositaban bombas en los lobby de hoteles, a
cambio de unos miles de dólares por cada explosión. Y todo Miami también recuerda cómo
Posada, en una entrevista otorgada al New York Times, confesó haber realizado esa
y otras operaciones bajo la dirección de la FNCA es decir, las mismas gentes
apoyadas públicamente por Héctor Pesquera.
Y mientras los cinco patriotas arrestados
por Pesquera comparecerán y luego enfrentarán a la justicia orientada de la jueza
mafiosa Joan Lenard, cuatro de los terroristas objeto de la atención de la red de
vigilancia cubana, prepararán un atentado espectacular.
El mismo Luis Posada Carriles, el terrorista
más peligroso del hemisferio por el número y la gravedad de sus crímenes, Pedro Remón,
Guillermo Novo y Antonio Jiménez estos tres últimos radicados permanentemente en
Miami compran explosivos y materiales para intentar asesinar en Panamá, en medio de
la Cumbre Iberoamericana del 2000, al Jefe de la Revolución Cubana.
Todos tienen lazos con la FNCA y sus
subsidiarias.
El plan terrorista, de un cinismo
monstruoso, prevé hacer estallar una potente bomba en el medio de una multitudinaria
asamblea de estudiantes panameños a quienes Fidel debe dirigirse en la Universidad.
UNA POLITICA DE LA CASA
Por supuesto, Héctor Pesquera, quien se
exhibe públicamente al lado de personajes fichados como terroristas por su propia
organización, evita absolutamente toda intervención de su gente en aquellas actividades.
En otras palabras, cuando el FBI y las
varias agencias de seguridad del Gobierno norteamericano gastan miles de millones de
dólares para monitorear á los terroristas que amenazan a los EE.UU., confraternizan con
estos que fueron entrenados por la CIA para actuar en América contra Cuba.
Primero, porque se trata de una política de
la casa.
En un artículo publicado en el Miami
Herald, unas semanas antes de la llegada de Pesquera, se reconoce abiertamente la
política oficiosa acerca de los terroristas anticubanos. Bajo el título "Las
conspiraciones antiCastro raramente llevan a la cárcel en los EE.UU., el periodista Juan
O. Tamayo reporta las palabras de un fiscal federal senior, quien confirma que
"desde hace mucho tiempo" hay una política de "recoger información y de
desmovilizar esta gente, de desmantelar más que de arrestar". El mismo alto oficial
del sistema judicial confiesa luego: "La política está concebida para proteger a
los informantes y evitar demandas que tengan pocas posibilidades de éxito debido a los
jurados simpatizantes de los exiliados antiCastro y de la debilidad de las leyes de EE.UU.
que prohiben actos de violencia contra gobiernos extranjeros".
En realidad, la presencia de Héctor
Pesquera, Special Agent in Charge de la oficina regional de Miami, en eventos
convocados por la FNCA y en otros grupos mafiosos de Miami con historia terrorista,
indica, sin lugar a dudas, más allá de la tolerancia, una complicidad.
Así que no se persigue a los terroristas
anticubanos, pero sí a los patriotas que tratan de contrarrestar sus planes criminales.
Los, primeros porque los jurados son demasiado simpatizantes hacia ellos. Y los segundos,
porque se sabe con anterioridad que frente a estos mismos jurados parcializados, van a ser
condenados. ¡Así es la justicia del Imperio!
La conspiración asesina de Posada
Carriles en Panamá fue finalmente descubierta y denunciada a las autoridades panameñas,
al principio mismo de la Cumbre, por las autoridades cubanas, evitándose una masacre de
increíbles proporciones.
¡Y los cuatro terroristas fueron
detenidos!.
SANTIAGO ALVAREZ, EN SOCORRO
Inmediatamente, por supuesto, las radios
terroristas de Miami, entre las cuales
Radio Mambí WAQI-AM (710) y La Poderosa
WWFE-AM (670), desencadenan una campaña de recolección de fondos para ayudar a los
cuatro criminales, sin el menor perjuicio hacia el carácter terrorista de su
conspiración.
El principal organizador de la campaña es
Santiago Alvarez. Un empresario con amplio historial de actividades violentas.
Más tarde, mientras se desarrolla
ruidosamente el juicio de los cinco patriotas, en abril del 2001, las tropas del
Ministerio cubano del Interior arrestan a tres residentes del condado de Miami-Dade,
quienes desembarcaron clandestinamente armados con fusiles de asalto AK-47, un fusil M-3
con silenciador y tres pistolas semiautomáticas Makarov. Los individuos interceptados son
Ihosvani Suris, Santiago Padrón y Máximo Padrera.
La televisión cubana, unas semanas
después, en su Mesa Redonda, tenía una sorpresa para los televidentes: un video en el
cual se veía a Ihosyani Suris, mientras estaba detenido, conversando por teléfono con su
jefe en Miami... Santiago Alvarez.
Al terrorista miamense, protegido por el FBI
de Héctor Pesquera, Suris preguntó si debía seguir con el proyecto de provocar una
explosión en el cabaret Tropicana, de La Habana, tal como Alvarez se lo había orientado.
Alvarez, sin saber que su mercenario estaba detenido, lo alentó a proseguir con el
criminal proyecto.
Por supuesto, a pesar de la difusión de
esta confesión pública, Santiago Alvarez no tuvo que contestar, de ninguna manera, la
menor pregunta de los hombres del agente especial Pesquera.
UN JUICIO EN EL MEDIO DE LA FAUNA
TERRORISTA
Y es en medio del reino de esta fauna
terrorista, completamente hostil a los acusados, que se realiza el juicio de los Cinco
Patriotas, Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y
Fernando González.
En violación de la VI Enmienda de la
Constitución de los Estados Unidos.
En esta ciudad, la más retrógrada de
EE.UU., donde ocurrieron, antes y después del arresto, el secuestro del niño Elián
González, la decisión de los organizadores de los premios Grammy de abandonar a Miami
por falta de seguridad, y numerosos actos de violencia.
Un juicio totalmente politizado cuya
conclusión fue orientada, claramente, por las autoridades del más alto nivel, en un
momento en que la nueva Administración presidida por George W. Bush, infiltrada y
chantajeada por la mafia anticubana, obedecía ciegamente a sus menores deseos.
Con pruebas manipuladas bajo la ley de
procedimiento de la información clasificada, objeciones constantes a las solicitudes de
la Defensa, una jueza claramente hostil, testigos manipulados e intimidados por la
Fiscalía y los medios de prensa, el juicio se desarrolló como una farsa teatral, una vez
más para consumo mediático, a fin de calmar las angustias de la camarilla mafiosa.
Que los cinco patriotas hayan realizado en
Miami, al riesgo de sus vidas, un trabajo heroico para contrarrestar planes criminales de
terroristas..., aunque éstos sean fichados como tal en los propios archivos del estado
norteamericano, no interesaba en nada la jueza Lenard. Lo dijo claramente y descartó
rotundamente el argumento que Cuba tiene el derecho de defenderse de las pandillas que
desarrollan en su contra actos de violencia.
Ni a la Jueza, ni a la Fiscalía, ni a la
Policía, ni a las autoridades superiores del país le convenían que se hiciera la
demostración de la total tolerancia, particularmente en Miami, del terrorismo anticubano,
fenómeno que justifica la actividad heroica de los Cinco Patriotas.
Lo único que interesaba a Joan Lenard
fueron las "demostraciones" enteramente fabricadas de que dos de los acusados
estuviesen vinculados al derribo de dos avionetas de Hermanos al Rescate, ocurrido el 24
de febrero de 1996, y la búsqueda de información secreta de carácter militar
supuestamente llevada a cabo por uno de ellos.
El conjunto del proceso ha constituido un
claro respaldo a los grupos terroristas anticubanos que operan en Miami y a la camarilla
mafiosa que atenta legitimizar sus actividades.
En junio, después del veredicto de la jueza
Lenard, Héctor Pesquera, en conferencia de prensa, hizo una teatral declaración
dirigiéndose a las autoridades cubanas: "Mandar a sus agentes a los Estados Unidos
para realizar operaciones de inteligencia contra los ciudadanos de este país no será
tolerado".
Pero en respuesta a una pregunta de un
periodista, se negó a indicar si perseguiría a los autores de los atentados de La Habana
con el mismo rigor.
Meses más tarde, la revista New Times
pregunta a Pesquera y al fiscal Guy Lewis si consideran que los atentados en La Habana son
actos de terrorismo.
Ambos se niegan a contestar.
Los cabecillas terroristas han celebrado
públicamente la condena de los Cinco Patriotas; la FNCA hizo hasta un acto para felicitar
al FBI por su "labor" en contra de los Cinco. En este evento aparecieron,
además del Special Agent in Charge Pesquera, el entonces jefe de la policía de
Miami, Raúl Martínez, y Joe García, director de la FNCA.
Cuando surge el incidente de Puerto Rico, en
agosto de 1997, suenan sospechosos los comentarios "espontáneos" de Pesquera.
Plantea que "puede ocurrir que haya implicaciones de política exterior" y que
entonces... "no descarta nada"...
En septiembre de 1998, ocurre lo mismo en
las horas que siguen al arresto de la "red de espías".
Y esta vez, desde mucho más alto en el
aparato gubernamental.
James P. Rubin, vocero nada menos que del
Departamento de Estado, en un comentario sobre el asunto, se siente obligado a denegar
alegaciones según las cuales la operación fue realizada con el único propósito de
satisfacer a los cubano-americanos después del incidente de Puerto Rico.
"No hay base para tal alegación",
declaró.
Una vez completado el juicio y dadas las
sentencias, queda bien claro que, tanto las "implicaciones políticas"
sospechadas por Pesquera como las alegaciones "desmentidas" por Rubin son las
puntas de un gigantesco iceberg de complicidades y de corrupción.
Y el agente especial Pesquera sólo
constituye una cara visible de una peligrosísima conspiración
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