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7 de Julio del 2003

LOS ESPOSOS ROSENBERG Y LOS CINCO

Víctimas pasadas y presentes del fascismo americano

POR LILLIAM RIERA —de Granma Internacional—

CON 50 años de distancia uno de otro, los juicios de los esposos Rosenberg y de cinco cubanos actualmente presos en Estados Unidos, tienen un denominador común: ambos fueron procesos fraudulentos y manipulados en nombre de una misma política imperial.

Por eso a Michael no le es ajeno el caso de Los Cinco: "Son inocentes. Trataron de ayudar al pueblo de EE.UU. contra actos de terrorismo en su propio suelo, y es importante que se sepa que no hicieron nada en contra del Gobierno norteamericano", afirmó recientemente a un diario cubano el mayor de los hijos de los Rosenberg.

Huérfanos con diez y seis años, respectivamente, Michael y su hermano Robert fueron condenados a crecer con un apellido ajeno: Meeropol. El asesinato de sus padres y los acontecimientos de ese período marcaron sus conciencias de forma indeleble.

Entrevistado por Juventud Rebelde, Michael destacó la necesidad de que el pueblo norteamericano "comprenda que (Los Cinco) brindaron datos de gente (terroristas) que operaban desde Miami", porque "su acción era proteger no sólo a los EE.UU."

Profesor de Economía en el Oeste de Massachusetts, el primogénito de los Rosenberg considera que fue fácil condenar a los cinco cubanos —quienes cumplen largas e injustas penas en diversas cárceles norteamericanas— "porque de alguna manera ayudaban a Cuba y aquí escuchar esa palabra: ‘Cuba’, es como declararse enemigo potencial de EE.UU."

Al conocer que a la pequeña Ivette, ciudadana norteamericana de cinco años, hija de René González, uno de Los Cinco, se le priva de su derecho de poder visitarlo en la cárcel, no vaciló en calificar de "inhumano" tal proceder.

¿Habrá pasado por la memoria de Michael cómo él y su hermano fueron también víctimas de la acusación que sobre sus padres pendía? Los nombres de Ethel y Julius igualmente "eran considerados sinónimos de traidores".

Sin embargo, en el Artículo III, sección 3 de la Constitución de EE.UU. se señala que la traición "consistirá solamente en librar una guerra contra el país o en unirse a sus enemigos, proporcionándoles ayuda y confort" y se destaca asimismo que "ninguna persona será condenada por traición salvo mediante el testimonio de dos testigos del mismo acto hostil, o mediante la confesión de ello en una corte abierta".

Michael destacó durante su conversación con JR que en el proceso seguido a su padres "los jueces no fueron imparciales e independientes", sino que "se portaron como miembros del equipo para la acusación".

Un día antes de ser electrocutada, Ethel, en carta a su abogado, afirma valientemente: "Somos las primeras víctimas del fascismo americano". Al cabo de 50 años, ese fascismo ha cobrado innumerables víctimas, entre las que hoy están Los Cinco cubanos.

En aquel entonces, en EE.UU. se vivía una "exaltación extrema de patriotismo no meditado" y lo que constituye patriotismo "está cargado políticamente", dice Robert en un artículo de abril de este año, en la revista Peacework.

Abogado y director del Fondo Rosenberg para los Niños, organización fundada por él y dedicada a prestar ayuda a los hijos de los presos políticos, recuerda que "la gente tenía miedo de un holocausto nuclear, y estaban convencidos de que los rusos tirarían la bomba atómica sobre nosotros", además de que "un promedio de mil soldados norteamericanos moría mensualmente en Corea. Todo esto se combinó para justificar lo que les pasó a mis padres".

Michael, por su parte, reconoce también el importante papel que desempeñaron los medios de comunicación como aliados de "un plan contra nuestros padres".

Apunta que "tanto en la prensa como en discursos, en la radio y otros medios los tildaban de traidores. Ese fue el ‘crimen público’ por el cual la gente creyó que habían sido condenados".

Según confiesa al diario de la juventud cubana, sus verdades son muchas, pero cuando interpreta el caso de sus padres, "la más importante es que el Gobierno (de EE.UU.) los sentenció por un crimen que no cometieron".

En declaraciones para Claridad, de Puerto Rico, Robert advierte que "ahora no tenemos la guerra en Corea. Sin embargo, tenemos la guerra en Afganistán, en Iraq... y quién sabe dónde será la próxima".

"En lugar de J. Edgar Hoover —dice—, hoy tenemos a John Ashcroft. En lugar de las famosas leyes McCarran y Smith, hoy tenemos el Acta Patriótica y el Acta Patriótica II". Pero, "lo que más miedo da es el modo en que movilizan el apoyo popular aterrorizando a la propia gente".

En Peacework alerta sobre cómo, tras la farsa electoral de noviembre del 2000, cobra aliento "la nueva era maccarthysta", cuyo clímax se alcanza con los ataques del 11 de septiembre, "que le facilitaron a la administración Bush la excusa que necesitaba para manipular el temor público e imponer su autoritaria agenda al pueblo norteamericano".

"Es una realidad desafortunada que el año 2003 se parece mucho a lo ocurrido en 1953", dice Robert. "En muchos aspectos la guerra en contra del terrorismo ha reemplazado a la Guerra Fría".

También en muchos aspectos, Los Cinco están entre las actuales víctimas del fascismo americano.

El hijo menor de los Rosenberg no puede concebir hoy día acto más patriótico "que organizar la resistencia contra el aventurerismo militar, el racismo y el ataque a nuestros derechos".

 

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