27 de Junio de 2002 IRREGULARIDADES PROCESALES
Show en la corte
El testigo de la Fiscalía, el
connotado terrorista José Basulto, tuvo que reconocer ante el interrogatorio de la
Defensa sus actividades terroristas contra Cuba y en tales circunstancias, presa de
violencia, arremetió contra el abogado defensor, al que acusó de agente de la
Inteligencia cubana.
Arnaldo Iglesias, miembro de Hermanos al Rescate, compareció el primero de
febrero como testigo del derribo de las avionetas, a quien la Fiscalía, evidentemente,
preparó para sensibilizar al Jurado con un testimonio muy emocional que, incluso, la
prensa calificó como el momento más emotivo del juicio; aunque su testimonio estuvo
ampliamente limitado por las objeciones de la Defensa.
Al producirse el contrainterrogatorio a
Arnaldo Iglesias, durante el cual el abogado McKenna fue particularmente contundente, se
logró a la vista de todos que el testigo se contradijera en sus declaraciones y
reconociera que el día del incidente iban a probar unas municiones. Ello permitió que la
Defensa se preguntara y preguntara a la Corte para qué un grupo supuestamente humanitario
necesitaba algo así. Una llamada que posteriormente hizo la abogada de Hermanos al
Rescate a El Nuevo Herald, tratando de aclarar para qué supuestamente pretendían
utilizar esos artefactos explosivos, pone de manifiesto cuán débil y poco convincente
fue la declaración de Iglesias.
Sin embargo, queremos subrayar que durante
el contra interrogatorio a Iglesias, McKenna evidenció las mentiras expresadas por este,
utilizando la recopilación que exhibió, de todas sus declaraciones a la radio y la
prensa cuando se autotitulaba vocero de Hermanos al Rescate, ante lo cual el testigo se
limitó a expresar que no recordaba nada sobre aquellas.
En la continuidad del interrogatorio de la
Defensa al testigo, en determinados momentos, le presentaban un ejemplar de prensa con
fotos suyas y una entrevista, limitándose a decir que la foto era suya pero no recordaba
la pregunta, situación ridículamente evasiva que fue reiterando ante cada pregunta y
cada documento.
Pero el colmo de lo que debió afectar la
credibilidad del testigo se produjo cuando la Defensa tuvo que llamar la atención de la
Jueza sobre las maniobras ilegales que el testigo realizaba durante su testimonio
(consultaba unos apuntes en la palma de la mano, que enmendaban respuestas anteriores,
aparentemente por solicitud de la Fiscalía). Cuando la Jueza le pidió que le mostrara la
mano, Iglesias, que había salido un momento, planteó que se las había lavado.
El testigo de la Fiscalía, el connotado
terrorista José Basulto, jefe de Hermanos al Rescate, tuvo que reconocer ante el
interrogatorio de la Defensa sus actividades terroristas contra Cuba y en tales
circunstancias, presa de violencia, arremetió contra el abogado defensor, al que acusó
de agente de la Inteligencia cubana.
OTRAS MANIPULACIONES
Otra de las manipulaciones de los medios de
prueba se verificaron en la no apreciación y falta de atención a los testimonios
ofrecidos por expertos o peritos norteamericanos, personalidades y ex funcionarios del
gobierno norteamericano, como Eugene Caroll, Richard Nuccio, Charles Smith, Cecilia
Capestany, o Edward Atkinson, este último testificó que Cuba no constituía un peligro
para Estados Unidos, pero que necesitaba tener "ojos y oídos en la Florida"
para alertar de una posible invasión.
Asimismo, se obstaculizó y se vició la
práctica de la prueba testifical de testigos de la defensa que habían hecho sus
deposiciones en Cuba, y en relación con los cuales, de modo inexplicable, desapareció el
sonido de sus voces en los correspondientes videos.
Como ejemplo de esos testimonios de peritos
o testigos de la misma Fiscalía que fueron ignorados, podemos mencionar la situación
evidente del perito experto en aviación Charles Leonard, quien ya había sido usado en el
juicio civil seguido contra Cuba por el derribo de las avionetas, quien durante el
contrainterrogatorio de la Defensa, admitió las repetidas violaciones al espacio aéreo
cubano por parte de Hermanos al Rescate.
Leonard reconoció y declaró también que
la mencionada organización había sido advertida en varias ocasiones sobre los riesgos de
volar en la zona norte de la Isla, de sobrevuelo restringido; y reconoció que las
autoridades cubanas se habían quejado repetidamente sobre las violaciones de su espacio
aéreo. Señaló, igualmente, que era de esperar algún tipo de medida, si hubieran hecho
algo similar en Miami.
En ese sentido, el 6 de marzo, al comenzar
la presentación de su caso por la Defensa de Gerardo Hernández, cuya primera etapa se
dedicó a enfrentar el cargo de conspiración para cometer asesinato, al recogérsele
testimonio del Almirante retirado Eugene Carroll, este testificó sobre las advertencias
que había recibido en Cuba acerca de las provocaciones de Hermanos al Rescate y la
posible fuerte respuesta de nuestro país; así como el traslado que él había hecho de
estos mensajes al Departamento de Estado y al Pentágono. También restó importancia al
calibre de los supuestos secretos que pudieran haber obtenido los acusados en las
instalaciones militares norteamericanas.
A una pregunta del Fiscal de si un país
está autorizado a derribar a un avión en aguas internacionales, el testigo respondió
que si hay persecución y sale de las aguas territoriales aún así se puede derribar.
Una de las testigos de la FAA
(Administración Federal de Aviación) presentó copias de documentos que mandó al
Departamento de Estado donde se planteaba que había que tomar medidas o se iba a terminar
en una tragedia. También uno de estos funcionarios, Charles Smith, reconoció haber
advertido personalmente a Basulto de que podía ser derribado si continuaba sus acciones
provocadoras.
Con el testimonio del ex funcionario Richard
Nuccio, quedó patentizado que Cuba tenía que enviar a Estados Unidos, hombres que
vigilaran los planes contra su pueblo, como elemental cuestión de defensa nacional.
Nuccio reconoció que el Gobierno cubano
debía estar realmente convencido de que tanto Basulto como Saúl Sánchez tenían planes
de acciones terroristas contra la Isla a partir de sus antecedentes de acciones violentas,
los cuales admitió conocer. También dijo de la existencia de funcionarios dentro del
Gobierno que advertían a los cabecillas contrarrevolucionarios sobre posibles medidas que
podían tomar en su contra, y las acciones que podían adoptar para evitarlas.
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