Cuba en la historia Olímpica (I)
ENRIQUE MONTESINOS
Cuba era una colonia de España cuando Pierre de Fredy, pedagogo
francés más conocido como el Barón de Coubertin, convenció a los
participantes en el Congreso Internacional de Educación Física, en la
Sorbona parisina (6 de junio de 1894) de aprobar su célebre idea de
reanudar los Juegos Olímpicos después de más de 1 500 años.
El
legendario esgrimista Ramón Fonst fue la sensación en las lides
olímpicas de París 1900 y San Luis 1904.
Y la Isla continuaba siendo territorio español —aunque con nuestros
patriotas derramando su sangre por la independencia—, cuando en la
primavera de 1896 en Atenas, Grecia, se concretó el resurgimiento de
aquellas competencias deportivas de la antigüedad, con vigencia
comprobada en Olimpia de más de un milenio, desde el año 776 antes de
nuestra era hasta el 393 de la actual, cuando fueron abolidas por el
emperador Teodosio I, el Grande.
Se explica así la ausencia cubana en Atenas el 6 de abril de 1896, al
inaugurarse los I Juegos de la Era Moderna, con 311 atletas de 10 países
europeos, más Estados Unidos, Chile y Australia.
ORO EN PARÍS PARA FONST
En
otra gráfica de la época puede observarse al menudo Félix El Andarín
Carvajal con el número 3, a la izquierda, entre el grupo de maratonistas
foráneos, en su mayoría griegos, presentes en 1904 para correr los 42 km
y 195 m.
Promotor de la creación del Comité Olímpico Internacional (COI),
Coubertin fue su segundo presidente, en un largo periodo desde 1896
hasta 1925, por lo que resultó lógica la celebración de los II Juegos en
París, en el 1900, cuando se produjo la primera asistencia de Cuba como
nación independiente de España, aunque bajo la Enmienda Platt impuesta
por Estados Unidos.
Creció la participación general hasta 1 330 atletas de 22 países,
pero solo nos representó José Ramón Fonst, prodigio de la esgrima, quien
con solo 17 años de edad estudiaba y entrenaba el arte del ataque y la
defensa en la propia capital gala.
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Dos estelares de la velocidad, Rafael Fortún, múltiple
titular panamericano y centrocaribeño, y José Pepe
Barrientos, capaz de cronometrar 10.2 en la década de los
años 20, no tuvieron éxito en sus presentaciones olímpicas.
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Como era magistral en la espada, protagonizó el hito de convertirse
en el primer campeón olímpico de América Latina, a lo que adicionó una
presea de plata en la misma modalidad, pero con la participación de los
profesores, de manera que Cuba se ubicó en el duodécimo lugar de la
tabla final de medallas.
FONST Y CARVAJAL
Una nueva epopeya del legendario Fonst, junto con la singularísima
participación de Félix Carvajal, el Andarín, signaron la segunda
intervención cubana, en los III Juegos Olímpicos de San Luis 1904,
Estados Unidos.
Continuó la espontaneidad en la participación, pues hubo una colecta
popular realizada por el cartero Carvajal para sufragar el costo del
pasaje, en tanto Fonst y varios amigos esgrimistas de alcurnia —entre
ellos los estadounidenses Charles Tatham y Albertson Van Zo Post,
quienes compitieron por Cuba— acudieron por sus propios medios a dicha
cita, en la que disminuyó la concurrencia a 651 atletas de 12 países.
SUI GÉNERIS TERCER LUGAR
Fonst repitió su corona olímpica en espada, a la vez que conquistó el
florete, y su compatriota Manuel Dionisio Díaz fue el amo en sable, para
un inédito dominio absoluto de las tres armas, a lo que se unió un
cuarto cetro en la modalidad de bastón acreditado por Van Zo Post.
Otras dos plateadas (Tatham, espada y Van Zo Post, florete), más tres
bronceadas (Tatham, florete, y Van Zo Post, espada y sable) redondearon
la superioridad neta de dichos esgrimistas, suficiente para situar a
Cuba nada menos que en un sui géneris tercer lugar en la tabla general
de medallas, en aquellos momentos iniciales de reducida participación
olímpica.
Y las estadísticas oficiales no consideraron una quinta presea de oro
de Fonst, Díaz y Van Zo Post en florete por equipos, pues solo tuvieron
de rival a un denominado equipo internacional, en cuyo trío inclusive
figuró Tatham.
Por su parte, con unas botas altas y pantalones recortados poco antes
de la arrancada, participó en la prueba de maratón el pequeño Félix
El Andarín Carvajal, cartero de profesión, quien ocupó el meritorio
cuarto lugar entre los 14 fondistas que finalizaron el agotador
recorrido, en su mayoría locales y griegos.
BARRIENTOS, FORTÚN Y...
Ese hito no tuvo ninguna continuidad, pues le siguió un primer
periodo oscuro de veinte años, sin representación en los IV Juegos de
Londres 1908 (Gran Bretaña), en los V de Estocolmo 1912 (Suecia), ni en
los VII, de Amberes 1920 (Bélgica), además de no celebrarse antes los de
1916 (VI), a causa de la I Guerra Mundial.
Los VIII, en París 1924, contaron con la asistencia de 10 atletas, la
mayoría esgrimistas, más José Ramón Fonst, con 41 años de edad, no pudo
convertir en realidad las esperanzas de medalla, independientemente de
que continuó brillando insólitamente en los podios de los Juegos Centro-
caribeños nada menos que hasta los 55 años, en Panamá 1938.
En los IX Juegos de Amsterdan 1928 (Holanda), no obstante haberse
instituido en 1926 el Comité Olímpico Cubano (COC), solo acudió el
velocista José Pepe Barrientos, quien pese a haber igualado el
récord mundial de 10.2 en La Habana, la fortuna le dio la espalda en la
sede olímpica y fue eliminado de primero en los 100 metros planos.
Otras dos décadas brumosas llegaron con el distanciamiento cubano de
los X Juegos Los Ángeles 1932 (Estados Unidos) y los XI de Berlín 1936
(Alemania), añadiéndose la suspensión de las citas correspondientes a
1940 y 1944 debido a la II Guerra Mundial desatada por el fascismo
alemán.
PLATEADA EN VELAS
Restablecida la paz, en los XIV Juegos de Londres 1948, Cuba acudió
con 55 deportistas, entre ellos el primer equipo: masculino de
baloncesto. El ciclista Reynaldo Paseiro y el bólido Rafael Fortún,
brillantes en el entorno regional y continental, no pudieron realizarse
en ese contexto, y tampoco el básquet, con José Llanusa, Mario Quintero
y Fabio Ruiz entre sus jugadores, posteriormente distinguidos
trabajadores del movimiento deportivo nacional.
Fue en una modalidad de la elite de la sociedad por entonces, la de
velas, clase star, donde padre e hijo, con el mismo nombre de Carlos de
Cárdenas, lograron una valiosa medalla de plata.
EL SUI GÉNERIS MEDALLERO
DE 1904 |
País |
O |
P |
B |
1. Estados Unidos |
78
|
82 |
79 |
2. Alemania |
4 |
4 |
5 |
3. CUBA |
4 |
2 |
3 |
4. Canadá |
4 |
1 |
1 |
5. Hungría |
2 |
1 |
1 |
6. Gran
Bretaña |
1 |
1 |
0 |
Equipo mixto |
1 |
1 |
0 |
8. Grecia |
1 |
0 |
1 |
Suiza |
1 |
0 |
1 |
10. Austria |
0 |
0 |
1 |
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4 de julio |