La
piel tiene memoria y el efecto del Sol sobre ella es acumulativo,
afirma la doctora Pilar María Acuña Aguilarte, especialista en
Medicina General Integral y Dermatología y señala que la mayor parte
de la exposición a la radiación solar a lo largo de la vida habrá
ocurrido antes de los 18 años de edad.
La profesora Acuña, miembro del Grupo Nacional de Puericultura
del Ministerio de Salud Pública, dirige el proyecto Fotoeducación,
que tiene como objetivo fundamental la elevación del saber en salud
sobre los efectos beneficiosos y perjudiciales de las radiaciones
solares sobre el organismo humano.
El incremento mundial del cáncer de piel y otras afecciones
relacionadas con las radiaciones ultravioletas (UV) ha sido
reconocido por los expertos de la Organización Mundial de la Salud,
quienes han hecho un llamado a trazar estrategias de prevención, y
entre las recomendaciones hacen énfasis para que no se exponga a las
radiaciones UV, de forma directa, a los niños menores de un año.
Por su parte la Academia Americana de Pediatría establece, en su
política ante las radiaciones UV, que los niños menores de 6 meses
no deben recibir radiaciones solares directas.
En cuanto al melanoma, la forma más temible de cáncer cutáneo, se
ha comprobado un aumento del riesgo en personas que durante la
infancia han tenido una exposición elevada.
En Cuba hay evidencias de un incremento progresivo del cáncer de
piel en todas las edades, que ocupa en la actualidad el segundo
lugar en incidencia por localizaciones.
Llamativamente, subraya la especialista, esta situación también
se reporta en la población de 15 a 19 años de edad, donde igualmente
ocupa el segundo lugar. Además, existe un incremento en los reportes
sobre daño actínico crónico (también conocido como fotodaño) desde
la edad pediátrica, condición predisponente al cáncer de piel.
No resulta ocioso consignar que la susceptibilidad de cada
persona está en dependencia de su fototipo cutáneo que se clasifica
del I al VI, según la sensibilidad al Sol.
El fototipo I incluye a personas de piel muy blanca, pecosas,
pelirrojos o rubios, ojos claros; el II piel blanca, pelo y ojos
claros; el III piel blanca, pelo y ojos oscuros; el IV piel morena
clara; el V piel morena oscura, y el VI piel negra. Los fototipos
bajos (I y II) son más susceptibles al daño solar, que va
disminuyendo según se eleva el número del fototipo.
Para tomar el Sol se recomiendan, como "horarios ideales" antes
de las 10:00 a.m. o después de las 4:00 p.m., y el tiempo máximo de
exposición aconsejable variará según el fototipo cutáneo y la edad.
Cuando se produce enrojecimiento de la piel como consecuencia de
esta exposición, ya se ha sufrido una sobredosis de radiaciones
solares.
Por ello es esencial dirigir la educación en las medidas de
fotoprotección a toda la familia. Recordar a niños y adolescentes
cuando caminen en espacios abiertos que busquen áreas protegidas del
Sol, como la sombra de árboles y edificaciones; el uso de prendas de
vestir para actividades al aire libre que cubran la mayor superficie
de la piel posible y que no presenten espacios entre las fibras que
permitan el paso libre de las radiaciones.
También es recomendable el uso de gorras, viseras y sombreros de
alas anchas para una protección adecuada; el uso de gafas de sol que
cubran adecuadamente los laterales de los ojos, con filtros de
protección ocular.
En nuestro país se ha evidenciado que la cobertura nubosa ha
decrecido en la mayor parte del territorio nacional y se han
incrementado las radiaciones UV en los últimos años.
Una comisión de expertos viene trabajando en la elaboración de un
cuerpo de recomendaciones actualizadas, basadas en evidencias
científicas, que puedan ser empleadas para la fotoprotección de
niños y adolescentes cubanos.