El
25 de mayo de 1963, líderes de 32 países africanos abrían una nueva
página en la historia del continente negro, con la firma en Addis
Abeba, Etiopía, de la Carta de Organización para la Unidad Africana
(OUA), que luego dio paso a la Unión Africana (UA).
Había llegado la hora de la descolonización y las naciones más
empobrecidas del planeta buscaban para sí un camino propio. El
documento fundador insistía en el reto de alcanzar una genuina
independencia, que erradicara toda forma de explotación y
humillación racial.
Siguiendo esa línea, en la década de los ochenta la OUA impulsó
el Plan de Acción de Lagos en busca de un desarrollo endógeno. Once
años más tarde, mediante el Tratado de Aluba, la organización se
trazó la meta de erigir instituciones como el Banco Central
Africano, la Unión Monetaria, la Corte de Justicia y, en particular,
el Parlamento Panafricano.
Este último ente legislativo se concretó en el 2004, con el fin
de consensuar criterios respecto a temas determinantes de la agenda
política regional e internacional.
En el 2002, la OUA fue sustituida formalmente por la Unión
Africana, que desde entonces ha guiado los esfuerzos de los países
que la conforman por crecer desde el punto de vista económico e
industrial y buscar una forma más justa de repartir los codiciados
recursos naturales del continente entre los más de mil millones de
africanos.
La UA está integrada en la actualidad por 53 países miembros
plenos y tiene como Estado Observador a Haití. Madagascar afronta
una suspensión temporal del mecanismo por causa de la crisis
política que sufre desde el 2009, al igual que Guinea Bissau y
República Centroafricana, debido a los golpes de Estado del 2012 y
el 2013, respectivamente. En tanto, Marruecos renunció a su escaño
cuando la organización acogió en 1984 a la República Árabe Saharaui
Democrática.
Esta organización ha jugado un papel clave en la resolución de
conflictos nacionales y en la promoción del estado del derecho en
todo el continente. Ha trabajado, además, por cumplir el sueño
compartido por próceres como Julius Nyerere, Patricio Lumumba, Jomo
Kenyatta, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral y Agostinho Neto: que la voz
de África se escuche en el mundo.
No obstante, para algunos especialistas todavía quedan aristas
por pulir desde el punto de vista de la integración.
El doctor Reinaldo Sánchez Porro, profesor de la Universidad de
La Habana, comentó a Granma que "en muchos casos hay voluntad
política de lograr una mayor integración, pero falta
complementariedad económica, al tratarse mayoritariamente de
economías agroexportadoras de cultivos comerciales y materias primas
que —aparte de los productores de petróleo— concurren en mercados
similares, una herencia de las estructuras coloniales que solo
Sudáfrica, con su mayor desarrollo industrial, está en capacidad de
reconvertir como nuevo centro, según las reglas de la economía de
mercado que es la que rige".
Si bien durante su medio siglo de existencia, la UA pudo revertir
en buena medida la triste realidad que padecía el continente en los
años sesenta y setenta (cuando se independizaron la mayor parte de
las naciones africanas), aún le queda por hacer en cuanto a
educación, salud y otros temas sociales e infraestructurales.
Lamentablemente, las epidemias, hambrunas y enfrentamientos
étnico-religiosos continúan siendo imágenes recurrentes cuando se
piensa en África. Incluso el terrorismo se cierne sobre la región
como una nueva amenaza, sobre todo en la zona del Sahel.
Tampoco la dominación extranjera es un mero fantasma. Hoy, varios
líderes políticos coinciden en afirmar cuánta presión ejercen
organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su
recetario neoliberal.
"En la actualidad, nos enfrentamos al fenómeno de la
globalización, que determina el orden económico mundial y ha
convertido al planeta en una aldea en la que ‘los socios’ están en
desigualdad de condiciones", aseguró a esta reportera el secretario
general del gobernante Frente Patriótico de Zambia, Wynter Kabimba,
durante una reciente visita a Cuba.
El también Ministro de Justicia enfatizó en que lo ideal para
África sería "reconstruir ese orden económico imperante para que
gane en justicia social".
Los pueblos africanos aún son víctimas de la expoliación de
recursos como el agua, el petróleo y el uranio, entre otros
minerales. "Hoy vivimos en un mundo caracterizado por la injusticia,
donde las naciones poderosas tienen la potestad de decidir cómo
acceder a los recursos naturales de los países menos desarrollados y
el precio que van a pagar por ellos. Un mundo donde los ricos son
cada vez más ricos y los pobres, más pobres", lamentó Kabimba.
Pero la UA africana está consciente de sus desafíos y se proyecta
hacia la búsqueda de estrategias y soluciones comunes en su XXI
Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno, que se celebrará en la capital
etíope durante este fin de semana.
Cuba y África, hermanadas por la
historia