Desde hace más de una década Cuba implementa diferentes acciones
dirigidas a detener la degradación de los suelos y lograr una
progresiva recuperación de tan vital recurso natural para producir
alimentos.
La lista incluye el empleo de abonos orgánicos y tecnologías de
laboreo mínimo, la siembra transversal en las pendientes, y la
colocación de barreras vivas que posibilita una mayor infiltración
del agua en el terreno.
Estas medidas aparecen contenidas en el Programa Nacional de
Conservación y Manejo de Suelos, que bajo la dirección del Instituto
de Suelos del Ministerio de la Agricultura, involucra a
especialistas, técnicos e investigadores procedentes de distintas
instituciones y organismos.
Según consideran los expertos, alrededor del 65 % de las tierras
cultivables del país presentan algún tipo de afectación por erosión,
salinidad compactación, mal drenaje, o acidez, lo cual repercute en
los bajos rendimientos agrícolas predominantes.
En ello inciden los efectos negativos ocasionados por eventos
meteorológicos extremos, como son los procesos de sequías severas y
duraderas, y las inadecuadas prácticas del hombre, entre las que
figura el uso intensivo de fertilizantes químicos, uno de los
factores influyentes en la acidificación de los suelos.