El expresidente de EE.UU. George W. Bush, José María Aznar y Tony
Blair acudieron a la inauguración de la biblioteca que lleva el
nombre del predecesor de Barack Obama, una tradición en EE.UU.
Fueron
los máximos responsables de la guerra de Irak, cuya invasión fue
decidida en la cumbre de las islas Azores (Portugal). Diez años
después, los tres protagonistas, ya fuera de la política, se
volvieron a ver para honrar al más poderoso de ellos, el
expresidente de EE.UU. George W. Bush. José María Aznar y Tony Blair
acudieron a la inauguración de la biblioteca que lleva el nombre del
predecesor de Barack Obama, una tradición en EE.UU. con todos los
expresidentes. En la celebración, en la que también estuvo el
exprimer ministro Silvio Berlusconi, hubo un sinfín de
personalidades políticas. Pero el trío de las Azores no posó para
las cámaras.
«Dedico esta biblioteca a la fe inquebrantable en nuestro país»,
dijo Bush con los ojos llorosos al final de su discurso, en el que
sostuvo que durante sus años en el Gobierno (2001-2009), siempre se
mantuvo fiel a sus convicciones, en especial al principio de la
«libertad», y que tomó «decisiones difíciles que eran necesarias
para mantener seguro al pueblo estadounidense», en alusión a las
guerras en Irak y Afganistán.
Las decisiones difíciles de Bush, quien no vaciló en usar la
tortura para defender la «libertad», costaron la vida de centenares
de miles de civiles durante la invasión de Irak, y nadie tampoco ha
podido precisar con exactitud cuántas personas han muerto en ese
país luego de que las fuerzas de ocupación de Estados Unidos le
devolvieran a esa nación la «democracia».
De igual forma, la invasión sustentada en las falsas pruebas
hechas públicas por el trío de las Azores, además de la destrucción
de hogares y familias, afectó profundamente al patrimonio cultural e
histórico, al ser saqueado el Museo Arqueológico de Irak e
incendiada la Biblioteca Nacional de Bagdad y los Archivos.
La Biblioteca Nacional de Irak sufrió dos incendios —el 10 y el
12 de abril—, que dañaron gravemente la parte principal de la
fachada del edificio. Los saqueos e incendios dañaron
aproximadamente una cuarta parte del total de la colección de
libros, incluidos libros y periódicos únicos. El fuego consumió
hasta el 60% de los documentos de los reinos otomano y hachemí, y la
casi totalidad de los archivos gubernamentales de la época más
reciente se convirtió en humo. Prácticamente toda la colección de
mapas y fotografías quedó destruida; las cenizas y el hollín dañaron
la mayor parte de las colecciones restantes.
Los ladrones expoliaron y quemaron parcialmente las colecciones
de manuscritos de la Beit al-Hikma (la Casa de la Ciencia). El fuego
dañó gravemente la Biblioteca de Fondos Religiosos. Los
conservadores del museo pusieron a salvo la mayor parte de las
colecciones de manuscritos, a pesar de que los saqueadores robaron
más de mil y quemaron más de quinientas.
Un número sin determinar de diversas bibliotecas de Bagdad
también sufrió saqueos, entre ellas la de la Academia Iraquí de
Ciencias, la de la Universidad al-Mustansiriya y la de la Facultad
de Medicina. La biblioteca de la Facultad de Artes de la Universidad
de Bagdad quedó reducida a cenizas en su totalidad.
Fuera de Bagdad, donde la protección ofrecida por las fuerzas de
la coalición fue igualmente inexistente, se produjeron catástrofes
similares. La Biblioteca Central de la Universidad de Basora ardió,
con la pérdida de al menos el 70% de sus colecciones. Otras
bibliotecas universitarias y municipales de esa ciudad sufrieron un
destino similar. Los vándalos expoliaron la Biblioteca Central de la
Universidad de Mosul, que perdió más de un tercio de sus
colecciones.
Pero de eso, al parecer, ya nadie se acuerda.
Al acto de inauguración de la Biblioteca Presidencial George W.
Bush asistieron, además de Bush, los expresidentes Bill Clinton,
George H. W. Bush y Jimmy Carter y Barack Obama, quien afirmó sobre
su predecesor: «Conocerle es quererle porque se siente cómodo en su
piel y no finge ser lo que no es».
Bush, añadió, «es un buen hombre».