Ocho siglos después Mongolia celebra cada 11-13 de julio su
fiesta nacional, llamada el Festival de Naadam, que recupera la
memoria del imperio de Gengis Khan. Se trata de las fiestas más
importantes para los mongoles, tres días de competición deportiva en
la que se reproducen las pruebas que en tiempos del héroe mongol
evaluaban las habilidades de los soldados de su temible ejército. En
la plaza de Sukhbataar, el festival empieza con un desfile de
soldados portando las nueve cruces mongolas, que representan las
nueve tribus unificadas por el Gran Khan. Llegados al Estadio
Nacional, los participantes dan inicio a las referidas pruebas, que
combinan las habilidades propias de los soldados mongoles del
imperio: lucha, carreras de caballos, tiro con arco y lanzamiento de
taba. Las pruebas que más respeto merecen entre los mongoles son las
carreras de caballo y el tiro con arco, que representan los
elementos que hicieron del ejército mongol el más temible: la doma
del caballo y el arco combinado.
En la referida plaza de Sukhbataar se erige una estatua de Gengis
Khan ante el edificio del Parlamento. La efigie del Gran Khan se
reproduce en otros múltiples lugares de la capital y de las zonas
rurales de Mongolia, evidenciando la importancia que reviste su
memoria en el país. Algunas de ellas son realmente imponentes, con
unas dimensiones a la medida del recuerdo que se tiene del guerrero:
buen ejemplo de ello es la estatua de Gengis Khan de Khentii, que
con 40 metros de altura es la estatua ecuestre más grande del mundo.
También cerca de Ulán Bator, la capital, su rostro se perfila en la
roca de una montaña. La nómina es larga.
Este intento de recuperar su figura con tanta vehemencia es algo
nuevo. En los últimos veinte años Mongolia ha ido en busca de su
propia identidad, una vez superado el dominio y la influencia de
China y Rusia. Gengis Khan es un buen punto de referencia para
recuperar esa identidad mongola, y su imagen y su nombre se han
reproducido hasta la saciedad en numerosas marcas de tabaco, de
vodka, de refrescos y demás. El aeropuerto y la universidad de Ulán
Bator también han tomado su nombre, todo ello acompañado de ese
esfuerzo por levantar su imagen en estatuas y monumentos.
Buen ejemplo de todo ello es la construcción del mausoleo de
Gengis Khan en la región autónoma china Mongolia Interior. Se trata
de un edificio no muy grande, erigido en 1956 y reconstruido en
1970, de tipo cenotafio (ataúd sin cuerpo) donde, sin embargo, el
recuerdo del gran líder pesa mucho. De hecho, hasta la región no
solo acuden diariamente centenares de turistas atraídos por la
curiosidad, sino que miles de mongoles celebran periódicamente sus
rituales de adoración y veneración al Gran Khan, con una puesta en
escena realmente impactante recogida en preciosas instantáneas.
Curiosamente, el ritual lo lleva a cabo un descendiente de una de
las 500 familias de Dalhut que le sirvieron. Se trata todo ello de
un doble esfuerzo del gobierno central Mongol, una gran inversión
económica llevada a cabo en el 2005 para dotar el mausoleo de
objetos personales del Khan y en organizar el espectáculo ritual.
Si el mausoleo es cenotafio es porque el cuerpo de Gengis Khan
aún no se ha localizado. Sin embargo, a partir del 2004 los
científicos empezaron a preocuparse por localizar la tumba del gran
líder mongol. Se sabe que este murió tras caerse de su caballo en
1227, pero antes había ordenado que lo enterraran en un lugar
desconocido sin ornamento funerario para no ser localizado. Eso
convierte su tumba en uno de los restos arqueológicos más deseados
por la comunidad científica. En el 2004 científicos norteamericanos,
franceses, ingleses y mongoles iban tras su pista, después de
centenares de intentos fallidos de encontrarla. Cuatro años más
tarde, científicos de la Universidad de California aseguraron que
podían encontrar la tumba gracias a unas tecnologías de
visualización avanzada.
Ello da muestra del interés que despierta aún Gengis Khan también
fuera de las fronteras mongolas. A veces, ese interés toma formas
excéntricas bastante curiosas, como demuestra el viaje que completó
el australiano Tim Cope en el 2004: un total de diez mil kilómetros
a caballo desde Mongolia hasta Hungría, reproduciendo el viaje de
las conquistas del gran Khan por las estepas euroasiáticas.
La estatua ecuestre de Genghis Khan, tiene una altura de 40
metros y está situada en la orilla del río Tuul en Tsonjin Boldog,
54 kilómetros al este de la capital de Mongolia, Ulán Bator, donde
según la leyenda, se encontró un látigo de oro. La estatua señala
hacia su lugar de nacimiento, al este, y reposa sobre un pedestal
que es a la vez centro de visitas, con 36 columnas que representan
los 36 khanes, de Genghis Khan a Ligdan. Fue diseñado por el
escultor D. Erdenebileg, ejecutado por el arquitecto J. Enkhjargal y
erigido en el 2008.
Los visitantes pueden acceder hasta la cabeza del caballo a
través de su pecho y el cuello, para disfrutar de una vista
panorámica. El área de la estatua principal estará rodeado por 200
Ger o campamentos de yurtas, diseñados y organizados como se
disponían originariamente, en el siglo XIII. El costo del complejo
ascendió a 4,1 millones, abonados por la Oficina Genco Tour, una
empresa de Mongolia.
El museo cuenta con exposiciones adjuntas, relativas a la Edad
del Bronce y Xiongnu de Mongolia, que muestran utensilios de uso
cotidiano, tales como hebillas de cinturones, cuchillos, animales
sagrados y una segunda exposición relativa al periodo del Gran Khan
en los siglos XIII y XIV, que exhibe antiguas herramientas,
orfebrería e, incluso, cruces y rosarios nestorianos. Junto al museo
se encuentra un centro turístico y de recreo, que cubre 212
hectáreas. (Eurasianhub)