1 de Mayo

La disciplina es también expresión de unidad

Oscar Sánchez Serra

No hay convocatoria de la Revolución en estos 54 años que no haya tenido el respaldo del pueblo.

En cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes. foto: Jorge Luis González

Una de las más nítidas expresiones ha sido el Primero de Mayo en la histórica Plaza de la Revolución en la capital y en cada una de las cabeceras provinciales. Júbilo, solidaridad con otros pueblos, compromiso con la Patria, con el socialismo que actualizamos y defendemos, convierten a esas jornadas en un ambiente de festividad, que en el mundo de hoy adquiere una connotación singular, pues en otras latitudes son las demandas laborales, el derecho al trabajo y a la no explotación de los obreros, los que se enseñorean sobre la fecha.

Dentro de 12 días estaremos en las plazas cubanas marchando por un socialismo próspero y sustentable, que solo sería posible alcanzarlo con orden, disciplina y exigencia. Sin esos tres atributos no lograríamos el propósito, pero tampoco distingui-ríamos a la fiesta de los trabajadores en las calles del país.

Detengámonos en la disciplina y en la Plaza de la Revolución habanera, en la cual millones de cubanos hemos patentizado el respaldo a nuestro proyecto socialista cada Primero de Mayo. Cuántas veces no hemos visto cómo al pasar frente a la tribuna ese mar de pueblo compacto, aguerrido y combativo, hay un segmento que se convierte en una cuña que no solo desluce la gigantesca fiesta al dejar un cráter, un vacío, sino que embotella la marcha, la hace lenta y la dilata innecesariamente.

Y está claro que no se trata de un acto puramente de indisciplina, todos los que vamos en el borde exterior de la avenida Paseo queremos acercarnos para ver y saludar a los líderes de nuestra Revolución, casi tocarlos con la mano, cual muestra infinita de gratitud, admiración y respaldo.

Pero en bloque, unidos, también demostramos esa fidelidad, contribuimos a la belleza y colorido de la marcha, sin que los organizadores, megáfonos en mano, se desesperen llamando al orden.

La Plaza de la Revolución volverá a ser una marea humana, la misma que se ha mantenido alta y nunca baja la guardia. Hagámosla en marcha unida, para ser consecuentes con la sentencia martiana de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.

 

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