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Por el imperio de la calidad y el respeto a los
compromisos contractuales PEDRO DE LA
HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu
Una señal de alerta saltó a raíz de la publicación en nuestro
diario el pasado 28 de diciembre del reportaje titulado Muebles
Imperio cumple sus compromisos, acerca de las faenas productivas
a lo largo del año de la empresa guantanamera perteneciente a la
Unión del Mueble, hasta ese momento adscrita al Ministerio de la
Industria Ligera.
La
ingeniera Lisbet Castro, de la Asociación Económica Internacional
Arcos-BBI, señaló que es posible asimilar las producciones de la
empresa guantanamera siempre que cumplan con los máximos parámetros
de calidad.
La advertencia provenía de los directivos de la Asociación
Económica Internacional Arcos – BBI, entidad francocubana encargada
de la administración y control de ejecución de obras en la
ampliación del hotel Princesa del Mar, una de las instalaciones de
mayor relieve en el programa de desarrollo turístico de Varadero.
En una comunicación remitida a la redacción de Granma, los
responsables de la Asociación hicieron notar dos inexactitudes en lo
publicado con relación a los compromisos contraídos con la
ampliación de Princesa del Mar: la falta de completamiento de la
entrega inicialmente pactada y la insuficiente calidad de la
producción, de acuerdo con los parámetros de exigencia de un
alojamiento de cinco estrellas.
Ante tal situación, la dirección del diario decidió investigar en
el terreno —recorridos por la inversión en Varadero y la empresa
guantanamera— para esclarecer el asunto y extraer lecciones, tanto
en el orden de la necesaria objetividad que exige el ejercicio del
periodismo, como en la responsabilidad que debe prevalecer en las
relaciones entre los diversos factores involucrados en tareas
jerarquizadas en los programas de desarrollo del país.
Jornadas
de hasta 12 horas de labor desarrollaron los trabajadores para
cumplir el plan anual de producción y eso, en cierta medida, melló
la calidad.
A la altura de la publicación del reportaje inicial, debido a
atrasos acumulados en Guantánamo, ya se habían reprogramado de mutuo
acuerdo los plazos de suministro del mobiliario. El 20 de diciembre
del 2012 la entidad guantanamera y la inmobiliaria Almest,
propietaria de la inversión, firmaron en la urbe oriental un
contrato mediante el cual la primera se comprometió a entregar la
totalidad de los muebles de los 78 bungalows antes de que finalizara
el año y la de las 108 locaciones tipo villa al término de enero del
2013.
Durante los meses anteriores, tanto ambas partes como
representantes de la Asociación Económica Internacional, de la
empresa turística Gaviota y la cadena Sol Meliá —es decir, todos los
elementos implicados en la ejecución, la propiedad de la inversión y
la puesta en uso de la ampliación del hotel— habían dado seguimiento
puntual y concertado a cada uno de los pasos del proceso de
producción de los muebles en número y calidad, su transportación y
su entrega en los términos fijados.
Sin embargo, el último día del año pasado solo se había recibido
el 66 % de los muebles necesarios para habilitar los bungalows. A
esto debe añadirse que por no haberse concebido una producción
modular del mobiliario, resultaba casi imposible avanzar en la
habilitación completa de las unidades de alojamiento. Fue menester
entonces acordar nuevas fechas y extender hasta la primera quincena
de marzo del 2013 el compromiso de entrega.
Mucho más preocupante resultaron los problemas de calidad
detectados. El 12 de enero del 2013 representantes de Muebles
Imperio, Almest y la Asociación Económica Internacional realizaron
de conjunto una defectación del mobiliario recibido hasta esa fecha
en la que afloraron deficiencias en el lijado, el sellado y la
pintura, la tapicería, el ensamblaje de tableros y los ajustes de
gavetas y puertas. Hubo que trasladar desde Guantánamo hasta la
Península de Hicacos una brigada para que acometiera la reparación y
la corrección de las deficiencias.
En opinión de la ingeniera Lisbet Castro, especialista de la
Asociación Económica Internacional, este cúmulo de problemas podía
evitarse si existiera un riguroso sistema de control de la calidad
en la entidad productora guantanamera.
MUEBLES IMPERIO TIENE LA PALABRA
Nadie lo dude. El colectivo de trabajadores de Muebles Imperio ha
hecho de la vergüenza un estandarte para la consecución de sus metas
productivas. En menos de ocho años han convertido una entidad
descapitalizada y desarticulada en una empresa con futuro. Pero
estos nuevos horizontes deben sustentarse a partir de la conjunción
de esfuerzos con resultados y calidad, porque los daños que provocan
los incumplimientos son costosos.
Si bien cabe aplaudir la asunción del compromiso contractual del
mobiliario para la ampliación del hotel Princesa del Mar —tal como
lo han hecho con otras inversiones del programa de desarrollo
turístico— bajo la premisa de la necesidad de sustituir
importaciones, la responsabilidad con su cumplimiento debió tomar en
cuenta las posibilidades reales de materialización.
Enrique Delgado, director de la empresa, fue autocrítico en su
encuentro con el redactor de Granma:
"Honestamente, nuestro talón de Aquiles pasa por no haber
terminado la implementación de un sistema de certificación de la
calidad que de manera integral de respuesta a cada uno de los pasos
del proceso productivo en función de los requerimientos específicos
de cada pedido. Por mucho que nos propongamos corregir el tiro sobre
la marcha, siempre existirán fisuras hasta que el sistema no sea
eficiente y conscientemente asumido por cada uno de los eslabones de
nuestra empresa.
"En el caso de Princesa del Mar no valen justificaciones.
Podríamos aducir que la madera que encontramos en el mercado
nacional no era de la más apropiada para el lijado perfecto, o que
afrontamos determinados problemas con los prototipos, pero esos son
asuntos que nos competen a nosotros y nada tienen que ver con los
inversionistas. Incluso los costos derivados del traslado a Varadero
de la brigada de reparación constituyen una responsabilidad material
nuestra, compartida por todos nuestros directivos. En pocas
palabras, sobrevaloramos nuestra capacidad real de cumplimiento".
Llamamos la atención sobre otros dos aspectos que inciden
negativamente sobre la calidad de las entregas: la presión para
cumplir con los plazos pactados conllevó a implementar jornadas
maratónicas, y el embalaje de los muebles para su traslado de
Guantánamo a Varadero en los equipos de transporte contratados con
la división Almest Compras Nacionales. Sobre lo primero, Delgado
admite que una adecuada planificación en los cronogramas ejecutivos
desterrará definitivamente esa funesta práctica, y en cuanto a los
embalajes comentó que deben hallarse soluciones para que los muebles
no sufran con el traqueteo de la transportación.
Pero lo más importante para el equipo de dirección de Muebles
Imperio, como dijo su directivo principal, es "sacar experiencias,
no dejarnos llevar por el entusiasmo y ser mucho más rigurosos y
exigentes con nosotros mismos y con el cumplimiento de los contratos
al pie de la letra".
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Informar, alertar, ser objetivos
Desde el punto de vista
periodístico también estamos en la obligación de extraer
lecciones. Nuestro corresponsal en Guantánamo cometió un grave
error. En el caso que nos ocupa, el periodismo debe cotejar
diversas fuentes y no reflejar únicamente el criterio de una
sola de las partes, por demás con un carácter excesivamente
triunfalista. La integralidad de nuestro ejercicio transita
inevitablemente por articular información, indagación,
objetividad e intencionalidad.
Promover y alentar el
análisis de las misiones relacionadas con la sustitución de
importaciones constituye una de las prioridades del periodismo
de hoy, abocado a dar cobertura al proceso de implementación de
los Lineamientos Económicos y Sociales aprobados por el VI
Congreso del Partido.
La prensa se desacredita
cuando no actuamos de manera fidedigna en correspondencia con el
ejercicio de la responsabilidad social. |
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