Los inviernos ya son significativamente más cálidos y cortos que
hace 30 años. Los patrones de temperaturas y de vida vegetal se
trasladaron más de 700 kilómetros al norte, según una nueva
investigación.
Mientras, el hielo del norte se retira y no volverá por un
milenio, a causa de las emisiones de carbono producto de la quema de
combustibles fósiles, señalan expertos.
Para el 2091, el norte del planeta tendrá estaciones,
temperaturas y posiblemente vegetación comparable a las halladas hoy
entre los 20 y 25 grados de latitud, señaló Ranga Myneni, del
Departamento de Tierra y Ambiente de la Universidad de Boston.
"Si no reducimos las emisiones de carbono, el Ártico sueco podría
pasar a parecerse más al sur de Francia para fines de siglo", alertó
Myneni, coautor del estudio, en diálogo con IPS.
Canadá, el norte de Eurasia y el Ártico se calientan más rápido
que cualquier otra parte del mundo a consecuencia de la pérdida de
nieve y hielo, señaló.
Dentro de 90 años, Alaska o la isla Baffin, en el Ártico, podrían
tener estaciones y temperaturas comparables con las que hoy se
presentan en el nororiental estado estadounidense de Oregon (entre 6
y 27 grados).
Myneni es miembro de un equipo internacional de 21 expertos de
siete países que utilizaron información satelital en el terreno para
medir los cambios en las temperaturas y en la vegetación durante las
cuatro estaciones entre la frontera canadiense-estadounidense y el
océano Ártico.
Los investigadores concluyeron que las temperaturas en las
tierras del norte se incrementaron a diferente ritmo durante las
cuatro estaciones en los últimos 30 años. El invierno fue la
estación que se calentó más, seguido por la primavera.
"Estamos cambiando la estacionalidad... el norte se hace más
parecido al sur, perdiendo los fuertes contrastes entre las cuatro
estaciones", dijo Myneni.
Una clara señal es que el Ártico se vuelve cada vez más verde.
Los tipos de plantas que no podían sobrevivir más al norte de la
latitud 57 ahora se encuentran en la latitud 64.
Este cambio es "fácilmente visible en el terreno, debido a la
creciente abundancia de arbustos altos y árboles en varios lugares
en el Ártico circumpolar", dijo otro coautor del estudio, Terry
Callaghan, de la Real Academia Sueca de Ciencias y de la británica
Universidad de Sheffield.
Los cambios afectarán a muchas especies, sobre todo considerando
los enormes números de aves y animales que migran al norte para
alimentarse en el breve verano.
"La forma de vida de muchos organismos en la Tierra está
estrechamente relacionada con los cambios estacionales en las
temperaturas y en la disponibilidad de alimentos", explicó Scott
Goetz, subdirector y científico principal del estadounidense Woods
Hole Research Center.
"Pensemos en la migración de las aves al Ártico en el verano y la
hibernación de los osos en el invierno: cualquier alteración
significativa de las temperaturas y de la vegetación estacional
probablemente impacte la vida, no solo en el norte, sino en otros
lugares en forma que aún desconocemos", añadió Goetz en una
declaración.
Además, en el Ártico hay millones de kilómetros cuadrados de
permafrost (hielo permanente) con una vasta cantidad de carbono
congelado. El recalentamiento del Ártico liberará parte de este
carbono, provocando a su vez un mayor calentamiento del planeta por
cientos de años, alerta el estudio.
En las últimas semanas, imágenes satelitales del océano Ártico
revelaron grandes fracturas en los hielos marinos producidas durante
la parte más fría del invierno.
El hielo marino normalmente no comienza a quebrarse al menos
hasta abril. La fractura de mediados de febrero fue grande e
inusual, dijo a IPS el experto en zonas heladas Mark Serreze,
director del Centro Nacional de Nieve y Hielos.
El derretimiento del hielo marino el pasado verano boreal fue 80
% mayor que el de los veranos de los últimos 30 años o más. Este
invierno, la mayor parte del hielo en el Ártico es más delgado, lo
que lo vuelve más fácil de fracturarse y derretirse apenas llegue el
verano.
Las consecuencias de este cambio a escala planetaria apenas
comienzan a ser comprendidas.
Por ejemplo, el colapso del hielo marino el año pasado amplificó
el poder destructivo de la tormenta Sandy, señalaron investigadores
la semana pasada en la revista Oceanography.
La severa pérdida de hielo marino en el Ártico parece haber
afectado las corrientes de aire, como informó previamente IPS.
Eso ayudó a Sandy a adquirir poder y dar un impulso hacia el
oeste, en lugar de disiparse hacia el noreste, como ocurre con la
mayoría de los huracanes de octubre, dicen investigadores en el
estudio: Superstorm Sandy: A Series of Unfortunate Events?
(Supertormenta Sandy: ¿Una serie de eventos desafortunados?).
Pero no solo el hielo marino se derrite, sino también los
glaciares de Canadá. Poco estudiadas hasta ahora, esas masas de
hielo en la superficie terrestre canadiense equivalen en volumen a
un tercio de las que se encuentran en la Antártida y en Groenlandia.
Pero, para fines de este siglo, el 20 % de los glaciares
canadienses se habrán derretido, aumentando el nivel del mar 3,5
centímetros.
Considerando que los océanos cubren el 71 % del planeta, se trata
de una cantidad enorme de hielo que se convertirá en agua.
"Creemos que la pérdida de masa es irreversible en el futuro
cercano", alertaron investigadores holandeses y estadounidenses en
la revista Geophysical Research Letters. (IPS)