De buena madera

Germán Veloz Placencia

Frecuentemente a Pedro Manuel Pupo, jefe del Taller de Carpintería y Aserrío del poblado de Guatemala, en el municipio de Mayarí, le envían saludos desde los más diversos sitios de Cuba. Cuando ocurre, no pregunta al mensajero por el nombre del emisor de los parabienes. Sabe que es uno de los cientos de carpinteros que ha ayudado a formar.

Foto del autorArnoldo Rubio transmite a los alumnos de práctica la pasión por la calidad.

"Ahora mismo —explica— está de práctica laboral un grupo de alumnos que se prepararán como obreros calificados en Carpintería en Blanco y Encofrado en el politécnico Renato Guitar, situación que nos llena de alegría. Para todos aquí son como nuestros hijos, por eso los tratamos con cariño, le enseñamos todo lo que sabemos y le exigimos que aprovechen el tiempo".

Daniel Alfredo Reyes Castillo, un avispado muchacho de 16 años, adivina la interrogante. "Estoy a gusto porque gano confianza en lo que hago como ayudante de carpintero en la construcción de algunos módulos. Ya ensamblé algunas puertas y repisas".

No le admiten chapucerías. Mucho menos si trabaja con Arnoldo Rubio Batista, a quien consideran un devoto de los trabajos finos, al tiempo que domina los viejos pero útiles equipos del taller. "Yo no me permito entregar una puerta, una ventana o cualquier mueble si no tiene la terminación adecuada. Y eso se lo inculco a los muchachos que recibimos, como hicieron conmigo en los días de estudiante y al incorporarme a este centro de trabajo en 1984, tan pronto terminé el politécnico".

Mantiene la misma posición Rolando Aguabella. Llegó al taller en 1990, después de ejercer la docencia como profesor de carpintería en el Renato Guitar. Aplica los conocimientos pedagógicos para crear en los alumnos el respeto al horario laboral y al cumplimiento de las tareas asignadas. De igual modo, les exige el registro diario de las labores, porque les servirá para discutir con los profesores guías los resultados de lo aprendido en estos días.

Entre los compañeros de oficio tiene a su hijo Rolando, quien ya ganó reputación por aplicado y responsable, tanto en el trabajo como en la atención a los estudiantes. "Y para completar la lista, se me incorporó a la práctica laboral Reyneris, el otro varón que se prepara en construcción civil", dice risueño, para aclarar inmediatamente que no hará concesiones con el pupilo durante el actual periodo de aprendizaje.

Las vivencias por compartir motivan a Pedro Manuel Pupo a retomar la conversación. Para moldear la voluntad de los estudiantes, dice, basta que conversen un rato con Ernesto Limonta Gainza, el mecánico que aún jubilado sigue al tanto de las máquinas, funde con métodos caseros el metal que componen sus chumaceras y hasta obtiene hojas de sierra de pequeño tamaño a partir de las grandes que salen de servicio por quebraduras.

También les será útil escuchar de boca de cualquier otro trabajador que en octubre pasado el huracán Sandy golpeó sin compasión el taller y lo dejó sin techo, el cual restablecieron tan pronto recibieron las planchas de cinc. Fueron días para no olvidar, dedicados igualmente a poner de alta las máquinas, porque solicitaron el urgente envío de bolos de los mismos árboles derribados en la provincia por la furia de los vientos, para aserrarlos y emplear la madera en las tareas de la recuperación en los lugares donde fuera necesario.

 

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