La nota de solapa de la Obra escogida de Luis Marré
(Letras Cubanas, 2012) atribuye al poeta una ternura que afloraría
de un alto afinamiento de la percepción. Es posible, aunque tal vez
se necesiten algunas precisiones.
Este compendio aglutina más de un centenar de poemas, junto con
una parte de la narrativa de Marré (Guanabacoa, 1928). Conocido
miembro de la llamada Generación de los Años Cincuenta, el autor del
memorable Los ojos en el fresco —un poemario de 1963— insufla
al estilo nombrado coloquial leves dislocaciones que provienen
muchas veces, no del léxico, sino de la prioridad concedida a los
gestos, al ambiente, a la intuición. Ni apocalíptico como algún T.
S. Eliot, ni mesiánico como algún Samuel Feijóo, Marré tiene además
un pulso eximio y juega a distanciarse de sus nostalgias con
subterfugios sosegados.
Resalta, a propósito, en esta antología una cualidad
autobiográfica que, cribada a través de la ficción, convierte en
referentes un tanto oníricos a colegas, lugares, pensamientos que
tejen una historia freática de gran intensidad. "Los únicos
recuerdos peligrosos son los de los poetas", sentencia el ruso Iván
Bunin, y buena parte de las estampas poéticas de la Obra escogida
de Luis Marré parece corroborarlo. Son breves versiones de tiempos
que otros se explican con menos gracia, de sufrimientos menos
briosos bajo otras plumas, de inspiraciones que lo son porque
alguien dio con la palabra perdida. Y deparan un placer en el que,
antes que la ternura, uno agradece la cadencia, la ironía, la
maleabilidad de ambientes como al pastel.
En tanto narrador, Luis Marré somete lo cotidiano —esa materia
equívoca— a leves presiones, ya en lo lexical, ya en el argumento,
que arrojan cuentos notables como Crónica de tres días, una
suerte de testimonio de quienes, en Playa Girón, no alcanzaron a
estar en el frente, pero ostentan el derecho a dar fe de la batalla,
contradiciendo el aforismo de Blaise Pascal. La noveleta Techo a
cuatro aguas recurre, en bloques más bien breves, a ese careo
con la nostalgia palpable en la obra de Marré, con un narrador en
primera persona que con una serenidad a ratos dolorosa estiliza el
fraseo campesino y nos aleja, página a página, de la idea de lo
bucólico.
Esta Obra escogida de Luis Marré, publicada por Letras
Cubanas en su colección Premio Nacional de Literatura, resulta,
según la nota de solapa, una gran metáfora del quehacer del poeta.
Metáfora de metáforas. Tiene sentido.