El reino de las frutas está en Cifuentes

Freddy Pérez Cabrera

A la finca de Vicente Quintana Arencibia, perteneciente al municipio de Cifuentes, en Villa Clara, bien pudiera llamársele El reino de las frutas, Jardín de frutales o cualquier otro nombre capaz de recoger la grandeza de lo que allí alcanza a comprobar cualquier visitante.

Los mameyes producidos por Vicente Quintana son famosos en Villa Clara y un poquito más allá.

Al llegar al lugar, ubicado a un costado de la carretera que conduce al poblado de Mata, uno queda impresionado por la belleza y pulcritud del sitio, donde aparecen cientos de árboles frutales, intercalados con otros cultivos afines, como viandas, hortalizas y vegetales, todo muy bien atendido y organizado.

Lo primero que impresiona a la vista son las dimensiones de los mameyes obtenidos por Vicente, la mayoría de los cuales se acerca o sobrepasa las cinco libras, resultado de la calidad de los injertos realizados por el propio productor.

Junto a esa fruta, aparecen inmensos campos de mango de diferentes clases, frutabomba, aguacate, anón, limón, guayaba y coco, entre otras plantas, las cuales el pasado año le permitieron entregar de manera directa a la industria y a acopio unas 400 toneladas, sin contar los granos, viandas y otros productos cosechados, además del fomento de la cría de animales.

Con esos logros nadie se atrevería a creerle a Vicente que es un guajiro improvisado, como prefiere llamarse. "A ese pedazo de tierra llegué en el 2000 cuando ´apretó el zapato´. A principios solo traté de fomentar el cultivo de la guayaba enana por la vía del esqueje. Luego, al acercarme a la ciencia y la técnica, en especial a la agroecología, surgió la motivación por otros cultivos", explica el labriego.

"Cuando comencé en esta faena, mi familia decía que si yo estaba loco. Sin embargo, persistí y poco a poco fueron llegando los resultados. Después solicité más tierra hasta llegar a las 13,42 hectáreas, lo cual me propició extenderme en otros sembrados. Así fui creciendo en mi economía y en los conocimientos de la agricultura", asegura Quintana, un antiguo chofer del central Unidad Proletaria.

Acerca de su apego a la ciencia expresa: "hay que ser muy bruto para no darse cuenta de que si uno quiere triunfar en la agricultura debe indagar en las mejores experiencias, por eso he buscado asesoramiento de los compañeros del INIVIT, de la Universidad Central y de todo aquel que tenga alguna una idea novedosa", sentencia el guajiro.

En ese sentido, en la finca de Quintana impera el concepto de la diversificación agrícola, lo cual le ha permitido un mejor aprovechamiento de la superficie cultivable, además de un uso óptimo de los sistemas de riego y fertilizantes entregados por el Estado.

Con la inteligencia que lo caracteriza, el osado Vicente Quintana reflexiona en la conveniencia de potenciar el concepto de la finca como unidad productiva, porque según él "allí puede combinar, como en ningún otro lugar, el interés individual y el colectivo, lo que al final se manifiesta en mayores producciones que es lo que necesita la sociedad".

Otro concepto muy claro en este avezado productor es el imperativo de ser serios en el cumplimiento de los contratos. Al respecto expresa, "si el país garantiza sistemas de riego, abonos y otros recursos, y además, nos ha puesto buenos precios de compra a los productos que vendemos, lo menos que podemos hacer es cumplir con lo pactado con el Estado", reflexiona Vicente, un verdadero ejemplo en ese tema en el país.

Por el desarrollo alcanzado y su seriedad como productor, hoy su finca está categorizada por el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana como Doble Excelencia en Frutales y Semillas, éxito que lo ha impulsado a continuar creciendo, de ahí su decisión de acogerse al Decreto-Ley 300 para completar las 67,10 hectáreas.

 

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