Producción de arroz en Granma

La planificación es esencial

Dilbert Reyes Rodríguez

Por primera vez, desde que en el 2008 comenzó a notarse en cifras el afán de recuperar la producción nacional de arroz, los agroindustriales del sector en la provincia de Granma lograron en el 2012 cumplir el plan anual del grano listo para el consumo.

Resulta indispensable conseguir exactitud milimétrica en la continuidad del proceso cosecha-secado-molinería.

Durante cuatro años no había sido posible, y aunque el salto del aporte real entre un almanaque y otro siempre fue progresivo y significativo (en el 2008, 17 mil toneladas; en el 2009, 35 000; en el 2010, 42 000 y en el 2011, 52 000), lo cierto es que la cota numérica fijada no se alcanzaba como en este último diciembre, cuando la producción de la gramínea sobrepasó las 62 mil 200 del plan.

En conversación con los directores de las dos empresas arroceras existentes en el territorio, Granma conoció que en busca de la eficiencia y rendimiento agrícola, el pasado año se avanzó en el redimensionamiento del sector cooperativo y campesino y la distribución de las tierras. El escalonamiento de la siembra permitió también organizar de una mejor manera la cosecha en función del número aún insuficiente de combinadas cortadoras y hubo menos arroz perdido. Las plantas industriales rejuvenecieron al término de inversiones significativas.

Fotos del autorUna mejor explotación de las cosechadoras permitirá aumentar la productividad.

Junto a ello se impulsó la obtención local de semillas certificadas, a fin de garantizar en poco tiempo la demanda de todas las áreas productivas de la provincia oriental.

Obviamente, la prioridad dedicada a la actividad y la experiencia acumulada en diez campañas (dos anuales: de frío y primavera), van cobrando en más arroz los beneficios a la economía de la Isla.

PLANIFICACIÓN, LA PRIMERA GARANTÍA

La planificación de un año tiene que partir de los recursos que se tengan a mano, y no arriesgarse a demoras de importación, o a la llegada del técnico que certifique un equipo nuevo, o que por fin aparezca la pieza que atrasó un mes la arrancada de un molino; porque esos "retrasos", generalmente, echan por tierra el resto de los esfuerzos que se hicieron puntualmente y costaron bastante caro. Hablamos, por ejemplo, de la preparación de tierra a tiempo, de productos químicos que no fallaron, del combustible gastado, del agua utilizada, y del sudor a sol y fango del productor en el campo.

Hay resultados que nos dicen que pueden ser mejores si funciona la planificación.

Existen datos que demuestran resultados, como el expuesto por Juan Alberto Guzmán, director de la Empresa Agroindustrial de Granos Fernando Echenique, la mayor de las dos entidades antes denominadas CAI:

"Por ejemplo, fue significativa la reducción de las extensiones a las cuales no llegó el corte mecanizado y se perdieron totalmente. De un millar de hectáreas perdidas en el 2011, en el recién finalizado fueron 150, y esto se debió a la siembra escalonada y la organización del corte en pelotones de combinadas colocados en áreas compactas".

Como esta hay varias cosas loables, sin embargo, una serie de eventualidades asociadas a recursos que no llegaron a tiempo, y con los cuales se contó para preparar la campaña y definir el plan, todavía evidencian delicadas fallas en la planificación.

De lo contrario ¿por qué iniciar una cosecha estimando un rendimiento agrícola tan bajo como 3,5 toneladas por hectárea? Evidentemente, esto es reflejo de que comenzamos a recolectar sin todas las condiciones creadas, fundamentalmente de maquinaria para el corte, y por tanto, de antemano sabemos que quedarán áreas sin cosechar, o que a un altísimo porciento se llegará tarde, cuando los bajos parámetros de humedad anuncien mermas considerables.

"Es cierto —explica Guzmán—, los aseguramientos para la cosecha mejoraron respecto al año anterior, pero aún siguen siendo insuficientes y motivo de afectaciones; pues aunque fueron muchas menos las áreas perdidas, todavía el 37 % de las que asistimos ya estaban bajo los parámetros óptimos de humedad, una de las causas por las que el rendimiento por hectárea quedó en 3,08, por debajo de lo estimado.

"Todavía este año no logramos despojarnos de la llegada tarde de recursos vitales. Un ejemplo es que de las combinadas nuevas previstas para enfrentar el pico de cosecha de julio y agosto, ocho llegaron en septiembre, y el grueso de los repuestos para las máquinas brasileñas en noviembre, cuando finalizaba prácticamente la campaña.

"También se retrasaron algunos componentes para la reparación de industrias, como los gibes de pulidores, rodamientos y correas de molinos; cuyos índices de explotación, incluido el del coloso manzanillero Julio Zenón, estuvieron muy inferiores al potencial."

Más o menos similares fueron las causas que en la empresa José Manuel Capote provocaron una "peligrosa pegada" al final de año. Según Odisnel Traba, su director, "un mes se atrasó en arrancar el molino Jucarito, además de la afectación eléctrica de 15 días tras el paso del ciclón Sandy y la posterior reclasificación de arroz mojado en Santiago. Como estrategia, los molinos de Echenique nos apoyaron en el procesamiento de 2 500 toneladas de nuestro arroz."

Decisivo, lo mismo ante la impuntualidad de los recursos, que frente a otros imprevistos los cuales también provocan retrasos, es no violentar en lo absoluto los mantenimientos, cuya ejecución será la garantía técnica del resto de la campaña, y la posibilidad de adelantar la molinería y no esperar a mitad de año.

"De hecho —afirmó Odisnel—, haremos todo lo posible por tener a Jucarito listo el Primero de Mayo y arrancar un mes antes".

Lo cierto es que la industria será determinante para cumplir el altísimo reto de la producción fijada para el año, pues la indicación ahora es molinar, antes del 31 de diciembre, el 99 % del arroz cosechado dentro del propio almanaque, cuando hasta un volumen importante provenía del arroz cáscara seco conservado del periodo precedente.

En consecuencia, habrá que conseguir exactitud milimétrica en la continuidad del proceso cosecha-secado-molinería, si se quiere evitar una brecha insalvable que comprometa un plan equivalente a poco más de ¡79 000 toneladas! de arroz listo para el consumo, un salto físico de unas 17 000 de un año a otro.

SALTO PRODUCTIVO DESDE LA EFICIENCIA

Sin embargo, lo más significativo en la aspiración de cumplir tal compromiso no se basa de ningún modo en el aumento de áreas; sino en la multiplicación de la eficiencia reservada, fundamentalmente, en la concentración de las arroceras en los grandes macizos de Yara y Río Cauto, y así acercarlas a los polos industriales enclavados justo allí.

"Esto se revertirá en beneficios a la hora de la cosecha, principalmente en la disminución del arroz perdido por atrasos en el corte y sus consecuencias en el rendimiento agrícola", precisa Guzmán.

"Además, en los macizos mencionados se encuentra la mejor infraestructura de riego, de viales, de secaderos y molinos. Tales ventajas se reproducirán con una mejor explotación de las cosechadoras, las cuales trabajarían en pelotones indivisibles e incrementarían su productividad al no perder el tiempo de lento traslado que hoy implican las distancias largas entre campos, incluso de diferentes municipios".

O sea, que el incremento esperado no dependerá de nuevas extensiones; sino de la concentración de áreas, del uso de variedades diferentes de semillas, de un mejor rendimiento agrícola, del orden de la cosecha, y de molinar casi todo el arroz recolectado en el 2013.

Para conseguirlo, habrá que actuar de enero a diciembre con la absoluta exactitud de un reloj suizo, con una conducción inteligente y oportuna del proceso agroindustrial por las empresas locales, hasta el estricto respeto contractual y la constancia del campesino en la parcela; porque en cuestiones del arroz, que el plan sea algo sagrado seguirá dependiendo de producir mucho más grano nacional para comer.

 

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