Sobre su complicidad con las palabras, a las que trata de tú a tú 
			—por la familiaridad que con ellas ha conseguido y de la que pueden 
			dar fe sus más de diez libros publicados— y sobre ese poder sanador 
			de la poesía abundó, orgullosa de su nombre que anuncia el 
			atardecer, esta autora que le reconoce a esta gracia del misterio 
			sus infinitas posibilidades de darse en la cotidiana realidad de las 
			cosas, que a los ojos pueden parecer insignificantes. 
			"Mi mayor alegría la experimento cuando estoy escribiendo un 
			libro, lo grandioso para mí es cuando estoy haciéndolo, cuando venzo 
			el miedo que a veces te nubla la intuición. La poesía va más allá de 
			versos y poemas, es el camino de todos los días, las pequeñísimas y 
			ordinarias cosas de cada día. Y es la mirada, cómo tú miras aquello 
			que vives, eso te da entrada en la poesía".
			
			¿Hacia dónde giró tu mirada en Estrías? ¿Qué hallaremos 
			allí? "Estrías no es un poema que le da título al libro.
			‘Nació este libro... suma desgarros (explosiones subdérmicas?) 
			Estrías/ Trofeos. Suma una vigilancia/ tuya/ Mía /Pero veraz, 
			perenne del preámbulo.’ Son las huellas, como lo son las marcas 
			en el vientre de la embarazada o de la mujer que es madre, las 
			marcas de la experiencia, la tierra está estriada, y la vida marca, 
			son trofeos también que la vida deja".
			
			En esos versos, ¿asoma el dolor? "En esos versos que 
			concomitan con la prosa, está la vida, y en toda vida hay dolor, si 
			no lo hay es una vida extrañamente vivida, toda persona tiene que 
			haber experimentado el dolor, las situaciones dolorosas son las que 
			te obligan a crecer. Yo no he aprendido a registrar las alegrías en 
			estado puro, no las he sabido llevar a los poemas, pero para mí ese 
			estado de euforia está en haber podido llegar a un punto a pesar de 
			las piedras del camino, de los obstáculos, de mi propia fragilidad y 
			de mis insatisfacciones". 
			
			¿Te propusiste algún objetivo en particular? "Yo busco que 
			cada vez la persona encuentre una verdad aunque sea un sueño, que 
			cada vez más se encuentre a sí misma o algo de sí mismo aunque sea 
			una ficción total, pero que la persona que lea pueda encontrar algo 
			suyo, o para sí, en eso que yo escribo. Lo que te puedo decir es que 
			no siempre es la misma forma de entrar en el texto o poema porque 
			cada asunto y cada vibración tienen su manera de ser expresados, un 
			sufrimiento, una pérdida, un elemento del juego... tendrán que 
			encontrar su forma para ser expresados".
			"La entrada al texto —explica— es siempre diferente, y tiene que 
			ver con la vibración que experimentas, a veces hay una sacudida en 
			ti que te la puede dar el ambiente, un beso, un sueño, una grosería 
			en la calle, el paisaje, eso que te puede hacer vibrar, insisto en 
			que es vibración, la emoción es otra cosa".
			
			Hablando de sueños, tan recurrentes en tu obra, ¿también están en
			Estrías? 
			"Sí, como ellas en los sueños, donde también hay alegrías porque 
			uno en ellos crea realidades que necesita vivir".
			
			Dada a llevar a la literatura ese mundo del inconsciente, ¿con 
			qué sueñas tú?
			
			Tengo sueños recurrentes con escenas familiares, siempre 
			reelaboradas, espacios donde viví, con mi infancia y mi 
			adolescencia. Pero también sueño despierta con una ilusión que es 
			aún solo un proyecto. Se trata de crear concretamente el bosque de 
			la poesía cubana, donde a cada poeta ausente o vivo de la Isla le 
			corresponda un árbol que esté presente en su obra".