De hecho, personajes tales como Marco Rubio, Ileana Ros-Lehtinen, 
			Dana Rohrabacher, Debbie Wesserman y sus semejantes, se caracterizan 
			por su apoyo ciego a legislaciones que han favorecido en vez de 
			restringir, en el curso de los años, la circulación y la venta de 
			armas de fuego de todos los tipos y calibres. 
			Marco Rubio, el niño lindo que los republicanos destinan a la 
			presidencia, se apuró últimamente en pretender que entiende todo lo 
			trágico de la masacre de Newtown, Connecticut, donde murieron 20 
			niños, ante la reacción de una gran parte de la población. Pero 
			pronto reafirmó que se mantiene firmemente a favor de la posesión de 
			armas y de su libre uso, incluso para matar.
			Rubio —quien ha sido visto a menudo en ventas públicas de armas (gun 
			shows), donde incluso se han tomado fotografías— es categorizado 
			oficialmente A por la NRA, debido a su apoyo público a la ley Stand 
			Your Ground (Protege tu posición) de Florida, que permite a los 
			ciudadanos matar a cualquiera, no solo a quien penetra sin permiso 
			en un domicilio, sino a quien parezca una amenaza. 
			Rubio apoyó incluso en el 2008 una ley que permite a los 
			empleados presentarse armados en el trabajo. 
			La NRA es una herramienta de marketing de la gigantesca 
			industria de los fabricantes de armas, que son además grandes 
			contribuidores a los fondos electorales. 
			
			Por su parte, inmediatamente después de la matanza de Newtown, 
			Ileana Ros-Lehtinen reiteró descaradamente su "convicción" de que no 
			hace falta restringir el uso de armas de fuego en Estados Unidos, 
			como se hace en la gran mayoría de los países.
			"Más leyes no van a poner fin a estos asesinatos", dijo a Radio 
			Actualidad la representante del Distrito 18 de Florida, conocida por 
			sus vínculos con el terrorista cubanoamericano Luis Posada Carriles 
			y la fauna cubanoamericana de Miami.
			Para Ros-Lehtinen, las leyes no detendrán los asesinatos en masa. 
			"Este es un problema de salud mental, no de armas", agregó. "Los 
			problemas de la sociedad no se pueden solucionar con una ley".
			Los archivos revelan la verdadera posición de la congresista 
			desde que fue elegida por primera vez, en medio de una campaña a 
			favor de la liberación del terrorista Orlando Bosch.
			Ya el 18 de junio de 1993, hace ahora casi 20 años, Ileana Ros-Lehtinen, 
			votaba a favor de un proyecto de ley para reducir de tres a un solo 
			día el plazo de entrega de un arma de fuego después de su compra.
			El 9 de abril del 2003, la legisladora de Miami votaba a favor de 
			una resolución prohibiendo perseguir ante los tribunales los 
			fabricantes y vendedores de armas usadas en la realización de un 
			acto criminal.
			También aprobó disciplinadamente un proyecto de ley inspirado por 
			la NRA, el 20 de octubre del 2005, que descarta las demandas 
			judiciales en contra de individuos que entreguen a otra persona, 
			deliberadamente, un arma para su uso en un acto criminal con 
			violencia o en una operación de narcotráfico (Bill S397).
			El 5 de enero del 2009, la politiquera de Miami que presentó, con 
			su exsocio Connie Mack, propuestas para inscribir a Venezuela en la 
			infame lista de países patrocinadores del terrorismo, luchó —por 
			cuenta de la NRA— una ley que autoriza a los detentores de permisos 
			de armas transportar libremente de un estado a otro sus pistolas, 
			fusiles y ametralladoras.
			De la misma forma, en el 2011, el 12 de octubre, votó a favor de 
			liberalizar la venta y la compra de armas de fuego de un estado al 
			otro.
			Llama la atención que los congresistas más identificados con la 
			mafia derechista que lidera Ros-Lehtinen en Washington —desde el 
			californiano Dana Rohrabacher hasta la también floridana Debbie 
			Wasserman— han alineado de manera unánime sus votos asesinos con la 
			NRA, en un país donde se calcula que circulan 89 armas por cada cien 
			personas, y se teme que pronto se hablará de cien armas por cada 
			cien personas. 
			Y son estos mismos personajes quienes, regularmente, predican su 
			versión torcida de la "democracia" y los "derechos humanos" para 
			Cuba, Venezuela y el conjunto de América Latina, a la vez que apoyan 
			todas las estrategias de penetración, de desestabilización y de 
			militarización de un continente que desean dominar.