Abogados y
familiares de campesinos paraguayos, presos desde el cruento
desalojo efectuado en junio pasado en la localidad de Curuguaty,
declararon que ellos están en huelga de hambre, algunos sin sanar de
sus heridas de bala.
Una docena de labriegos siguen prisioneros y más de 30 son
calificados de prófugos tras el episodio, en el cual fallecieron 11
campesinos y seis policías, aún sin esclarecer totalmente por la
fiscalía.
Los familiares comparecieron en un noticiero televisivo y
denunciaron lo que consideran como violación de los derechos humanos
por el mantenimiento de la prisión indefinida, demoras en las
investigaciones y con varios convalecientes de heridas sin
suficiente atención médica.
Por su parte, el abogado defensor Guillermo Ferreiro acusó a la
fiscalía de irregularidades en las investigaciones y por negarle el
acceso a la carpeta con los expedientes y las supuestas pruebas
obtenidas.
Destacó la informalidad en la notificación de los peritajes
realizados en la zona del enfrentamiento, lo cual se hizo con cuatro
días de retraso despertando sospechas, según el jurista.
El abogado reiteró su apoyo al informe paralelo presentado sobre
los hechos por la Plataforma de Estudios e Investigación de
Conflictos Campesinos por las investigaciones llevadas a cabo por un
grupo de juristas y personalidades.
Ese documento eximió a los campesinos de responsabilidad en la
muerte de los policías y dijo que francotiradores no identificados
realizaron los primeros disparos con armas automáticas nunca
halladas, creándose así sospechas de una maniobra política tras lo
sucedido-.
Los hechos de Curuguaty fueron enarbolados para acusar al
presidente constitucional, Fernando Lugo, durante el juicio político
que lo destituyó del cargo para el cual fue electo.