Ayudemos al corazón

José A. de la Osa
delaosa@granma.cip.cu

Más que un día de recordación, el corazón merece y requiere desde la infancia los mayores cuidados los 365 días del año. A ello nos convoca la Organización Mundial de la Salud y otros prestigiosos organismos internacionales, con el propósito de fomentar en la ciudadanía hábitos de vida saludables para reducir al máximo el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares que, como sabemos, constituyen en Cuba la primera causa de muerte.

En el Día del Corazón —24 de septiembre— que cada año se celebra en más de un centenar de países, abrimos una interrogante: ¿Cómo ayudar a ese incansable y vital órgano de nuestro cuerpo?, y recabamos entonces, el criterio de una prestigiosa especialista en Cardiopediatría.

La profesora Herminia Palenzuela López, vicedirectora de Calidad Hospitalaria del Cardiocentro William Soler de Altahabana, refiere que existe un alto nivel de evidencia científica que demuestra que la prevención de las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares del adulto, como son los infartos cardíaco y el cerebral, comienza en las edades pediátricas.

Es fundamental, en primer lugar, instruir a los padres sobre la necesidad de garantizar y educar al niño en la observancia de patrones de vida sanos, que se basen en una alimentación balanceada y racional acorde a sus necesidades reales, evitando estilos de vida sedentarios como los que se generan con un tiempo exagerado de estancia frente a la computadora y los videos, y promover la realización de juegos activos y ejercicios físicos en forma regular.

Al evitar la obesidad, subraya la especialista, estamos reduciendo el riesgo de diabetes e hipertensión arterial, y con una dieta correcta evitamos la aparición de niveles elevados de colesterol y lípidos que favorezcan la incidencia de arteriosclerosis incluso desde etapas tempranas de la vida, que son factores predisponentes a la aparición de las enfermedades mencionadas.

Considera que no podemos despreciar la influencia de los patrones hereditarios en estos padecimientos, por lo que, con más razón, en estos casos debemos insistir en la educación desde la niñez en lo referente a estos aspectos para contrarrestar este factor a través de la eliminación de elementos ambientales negativos adicionales.

El estrés es otro factor perjudicial que debemos enseñar a combatir y minimizar en los niños a través de nuestro ejemplo personal y creando a su alrededor un ambiente de armonía y paz en el medio familiar.

La profesora Palenzuela indica, que la familia desempeña un papel esencial e insustituible en el logro de una buena esperanza y calidad de vida para sus hijos, aunque no deja de ser importante la escuela en los diferentes niveles, y con la conjunción de ambos estaremos garantizando la mejor atención a la salud de la población.

Eduquemos bien a los futuros ciudadanos en el cuidado de su salud y con ello contribuiremos a su felicidad y a su mejor aporte a la sociedad, subraya la especialista.

 

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