Si se observa con atención, se notará en la narrativa cubana
actual cierta tendencia a desenfocar la pactada frontera entre la
realidad real y la del texto, también "real", aunque por otros
motivos. Quiero decir que en —pongamos por caso— Hombres sin
mujer, la célebre novela de Carlos Montenegro, los personajes
son fatalmente ellos mismos, para mayor gloria de la lengua. No hay
ambigüedad. Han sido erigidos por un autor que no quiere confusión
en cuanto a la consistencia de los caracteres y del contexto que nos
presenta, entre otros motivos, porque necesita que resulten
aleccionadores. Pero si creen que me remonto demasiado (se trata de
un texto de 1938), podríamos decir lo propio de la obra de Esther
Díaz Llanillo o de Guillermo Vidal. Es lo común y no es un asunto de
realismo versus fantasía, sino de realidades estancas,
repito: de un lado un lector, del otro un libro.
En El crimen de San Jorge (Editorial Capiro, 2012), por el
contrario, se convoca a leer con desconfianza, a tener en cuenta la
relatividad de cada historia. El narrador nos dice: "Yo te engaño,
tú me crees y viceversa. Reciprocidad. Esa, y no otra, es la clave".
E insiste en que lo que estamos leyendo no tiene que ser,
obligatoriamente, lo que se nos intenta transmitir. No se trata de
tomarnos el pelo, sino de llamar la atención sobre lo complejo de
percibir la realidad. Y aunque el fin principal de Michel Encinosa
Fú en este libro, que obtuvo el premio Fundación de la Ciudad de
Santa Clara en el 2011, pueda ser, sencillamente, contar historias,
sus cuatro relatos participan de la idea de las verdades complejas y
del lector como una entidad creativa, puesta en la necesidad de
elegir.
En La Habana, tal vez hoy mismo, cuatro amigos deciden cazar un
dragón. En Buenos Aires, un cubano debe resolver un problema de
afectos y de identidades. Una niña del barrio de Alamar pasa
ineludiblemente de una historia de hadas a otra verificable. Una
entrevista por etapas en un garaje ayuda a que dos seres, por muchas
razones diferentes, alcancen su definición mejor. Expongo los
argumentos con evidente mezquindad. Estas piezas han sido agrupadas
para producir, además, un efecto de parodia. Encinosa Fú se vale de
algunos clichés de la cultura de masas, como la cultura de masas se
ha valido del folclor. Sus personajes fingen una fatalidad menor que
la que en verdad los gobierna, o al menos esa es una de las ideas
con las que me he quedado al concluir la lectura, cuando uno agrupa
sensaciones. Son personajes capaces de doblarse en otros, historias
por reflejo, como en esa pieza notable, "Mallorca y todos tus
fantasmas", y al final el cuestionamiento de quien narra: ¿es esta
la verdadera historia?
El asunto de la transmigración de realidades se ve incrementado
en la literatura por el vertiginoso movimiento de la comunicación y
de las existencias llamadas "virtuales". También por reflujo de la
escena social, y si el resultado son cuentos como el de El crimen
de San Jorge, podemos seguir leyendo.